I
Tiritando asoma el domingo
a la ciudad inhóspita y fría.
Pero no tanto como yo quisiera…
Cuerpos encogidos, pasos rápidos.
Los boletines del tiempo anuncian
nieve.
La estación está casi desierta.
Los escasos pasajeros llegan al
tren
presurosos y aliviados.
Algunos se conocen y se saludan,
conversan sobre el tiempo.
Reconozco rostros
pero no hablo con nadie.
El último y joven viajero
sube al vagón ya en marcha.
Murmullos, música de los sesenta.
IIII
Parece que vamos a
salir
en tiempo y hora.
La gente se acomoda.
Perdemos de vista los
edificios,
la ciudad se aleja.
A las afueras,
una bandada de
pájaros
imprime el nervio
vital
a esta mañana gélida
y extraña.
De repente aparece
ancho el horizonte,
las montañas nevadas,
el campo quieto.
Se empañan los
cristales.
Y yo quisiera
permanecer envuelta en
esta neblina,
confortable y
gustosa,
alejada de todos y de
nadie,
con la incertidumbre apretada
en el pecho
de los viajeros que
nada saben
de las ciudades a las
que llegan.
III
Menguado es mi equipaje,
aunque lo llevo todo.
Descansa en mi regazo
el álbum de los afectos.
Miro conmovida:
rostros queridos, gestos, risas,
arrugas,
la casa vieja, los paisajes,
los objetos y los sitios,
impresos raíles del tiempo
que forman las mimbres de mi
historia.
Avanza el tren suspenso entre la
bruma.
Acaricio las fotos,
y siento serena ternura
por la hermana pequeña
que las hiciera llegar
en vuelo de tan lejos.
Precioso!
ResponderEliminarMe encanta
Precioso poema, historia, cuento del pasado, presente emoción, camino hacia el futuro. ♥
ResponderEliminarSencillo, vital!!
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