Cerca de mi casa hay una estación moderna
que visito las tardes en que la melancolía
tiene a bien
visitarme a mí.
Hay casi de todo
como en los sueños
de la adolescencia:
Torcidos andenes que se descuadran
cuando piensan en la vuelta al camino recto.
Raíles que realmente sonríen, aunque parezca que se
tensan
al indagar los orígenes de su destino.
Trenes sin vagones,
sin vahídos
ni aspavientos,
que ven pasar los abrazos con la indiferencia
del islote que navega
desoyendo
Personas que transitan por torniquetes
de entrada pero sin más salida
que la de la emergencia
en la trastienda de sus vidas.
....esa trastienda de la vida en que un tren puede salvar vidas... enhorabuena
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