La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

martes, 28 de febrero de 2023

ABSOLEM (Revista electrónica), Núm. 72, 28 de febrero de 2023.


 

  Revista ABSOLEM, editada en Guadix (GRANADA) 
por la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul", 
laorugazul2013@gmail.com
ISSN: 2340-8634




    SUMARIO


ENTREVISTA: 



PINTURA: 



COLLAGE: 



MICRORRELATO: 




ARTÍCULO: 





POESÍA: 









RELATOS:







ADIOS, por Carmen Hernández Montalbán.

 


EL CIELO ERA UN ESPEJO DE VIOLETAS, por José María Sánchez Aranda.


 

ALLIGARE, por Isabel Pérez Aranda.

  



En un lugar privilegiado del salón

junto el sofá, el mueble de Ikea guarda

como parte de nuestra historia

un álbum que contempló

quizás desde otra perspectiva,

o tal vez desde aquella donde no habría promesas,

o salvaron el acto de colocar un anillo, 

del temblor del instante,

sin duda de la futilidad de la imagen.

 

Así tal cual, fruto velado en blanco y negro

alianza intacta,

secuencia de a temporalidad, 

gesto arraigado

no siempre meta del deseo

cuando manos y mantra

pacto social

sellan en oro palabras firmadas.

SI PISAS, por Carmen Hernández Rey.




A fondo, cuenta: un-dos-tres 
y procura subir los pies antes 
de caer mas abajo, abajo
de todos los fondos.

Si puedes mirar, mira
allí, verás tu caída
el tiempo 
el espacio, 
cómo todo se agranda
a cámara lenta…
tanto, tanto que sabes que ya nunca caerás
de píes,
ni de cabeza
y que será tu costado el que rompa 
el asfalto,
vuelve a mirar hacía arriba
cómo todo flota
a los huesos a cámara lenta 
igual que cartón, 
y a tus músculos los ves 
largos y de algodón 
blanco, 
sin la sangre de antaño.

Si pisas a fondo no olvides
ir mirando de a poco 
y desata los lazos de tus zapatos,
para dejar tus huellas
antes de caer
antes de tocar 
antes del fondo
mira el ego de tu sombra

TRAS EL MURO GRIS..., por Josefina Bermejo Martínez.




Tiempo gris, tras el muro silencioso
el invierno me atrapa taciturno
temprano, es la hora, es mi turno
con la bici, a mi campo tan hermoso. 

No hay puerta, ni punto tenebroso
solo el canto del pájaro diurno
se escondió la luna en un nocturno
un rincón de nadie y misterioso. 

Yo no quiero mi cuerpo tras el muro
el alma aprisionada se desquicia
ser libre de anidar en otro sitio. 

! Libertad, libertad en la hondonada! 
besar esa tierra es mi capricho
La revista Absolem... finalizada. 



INTIMIDACIÓN LITERARIA, José Luis Raya.

 




    Bochornosa es la sensación de ignorancia, como de desamparo al mismo tiempo, que siento al leer los magnéticos y ampulosos Diarios de Chirbes, por su aplastante encadenamiento de lecturas, críticas y alusiones a todo tipo de escritores, ensayos o novelas. Se queda uno prácticamente desmembrado por tantos y tantos títulos que no conoce. Solos los básicos, desde Thomas Mann, Dostoievski, Proust o Flaubert, incluyendo a Cervantes. A veces uno cree que puede ir tirando de citas o referencias tan solo porque en su acervo cultural se encuentran los grandes clásicos. Pues no, hay otros mundos. Es la misma sensación que uno percibe cuando entra en una gigantesca biblioteca o librería y comprueba que no ha leído ni el cero como uno por ciento, como la interminable biblioteca de Babel de Borges o El Cementerio de los libros olvidados de Zafón, un laberinto repleto de libros.

    Para empezar he ido anotando todo aquello que me puede seducir o que puede entrar en mi esfera. Para mi consuelo lector, pensé que no hay alusión alguna a J.Marías, Landero, de Prada o Saramago, otros de mis muchos referentes. En cambio, hay un aluvión de autores de diferentes nacionalidades que no he leído, ni siquiera me sonaban. Entonces me aferro a un consuelo2 porque en mi lista hubiera citado a Murakami, Hatzenbatch, Ishiguro o Mishima. Por cierto, estoy en un foro de Murakami donde debatimos la simbología de este excepcional visionario. Espero que futuro Nobel. Después, puedo anotar una serie de innumerables autores que he ido conociendo y leyendo a través de FB principalmente, muchos de ellos podrían estar en una especie de Olimpo particular y competir con esa inabarcable pléyade chirbesiana: M. López, Manzano, de Loma, Maldonado o C.Hernández, por cita a vuelapluma los narradores que más han llamado mi atención.

No obstante, después de leer las incomparables obras maestras de Chirbes, desde Crematorio, La larga marcha o En la orilla – quizá sea esta mi predilecta-, descubro a un exquisito cinéfilo y a un lector voraz y compulsivo. Leer sus obras completas de alguna manera te vincula con toda la sapiencia que ha ido acumulando este valenciano eterno, fallecido en 2015. No he conectado en demasía con su visión marxista (aún) de la vida y de la Literatura. Para los neófitos en estas cuestiones, se refiere al materialismo histórico del arte y alude a otro maestro y profesor que tuve el honor de conocer, Juan Carlos Rodríguez, a la sazón ligado a otros grandes y conocidos como son L.G.Montero, Egea y A. Salvador. Aquellas teorías sobre la literatura como un producto social, fruto de la lucha de clases, me cautivaron, pero pronto las superé porque yo, como humilde escritor, siempre en ciernes, no creo que sea un producto de la constante lucha de clases. De repente, percibí que todo era teledirigido, no por el materialismo histórico, sino por una suerte de Demiurgo arcano que nos lleva y nos trae; no obstante, la creatividad, la auténtica, no tiene dueño, ni es teledirigida por ninguna ideología marxista. Aquí pincha un poco el gran R.CH. Le ocurre algo parecido, pero en sentido opuesto, al inefable Valle Inclán, que decía que era carlista por estética. Para futuras reediciones, sugeriría que adosaran algún glosario con los autores y obras aludidas, o tratadas, ya que son innumerables y estos Diarios podrían convertirse en una suerte de manual, siempre y cuando el lector, condicionado por la derecha mediática, se libre de sus prejuicios ideológicos.

    Algo parecido me ocurrió con las lecturas de mi paisano Antonio Enrique. Cuando me enfrenté a su Canon Heterodoxo me sentí apabullado, pero al mismo tiempo motivado para seguir indagando en su heterodoxia. Ese apabullamiento me sobrepasó cuando tuve entre mis manos su Boabdil, Premio Andalucía de la Crítica. Lo digo porque su sofisticada amenidad se despedazaba debido a una avalancha de “cultismos” árabes (arabismos) –nótese que lo entrecomillo-. Me resultaba triplemente apabullante tener que consultar algunos de esos vocablos tan curiosos e interesantes —al mismo tiempo entorpecían el camino del lector—, aunque por otra parte se agradece que se recuperen. Algo parecido me ocurrió con un (hasta ese momento) básico Pérez Reverte, cuando empezó a torpedear su novela La carta esférica con innecesarios e innumerables términos marinos, a la vez que ricos e interesantes, pero que, como digo, son pedruscos que uno encuentra en la senda de la narración, pues has de parar y consultar el diccionario, puesto que ni el contexto te ayuda. Es como si en una narración yo escribiera el término “fadrubado”, sin situarlo lingüísticamente para que el lector intuya, al menos, que es algo parecido a “estropeado”. Otro autor de léxico rico y variado es JM de Prada; sin embargo su uso es adecuado, preciso y se inserta en la estilística del autor. En otras ocasiones, hay autores que sueltan un desconocido vocablo y suena a gazapo, como a una mancha roja en un fondo blanco.

    Hay que tener mucho cuidado con el uso de una estilística repleta de filigranas que solo sirve para el onanismo y disfrute personal del autor, dejando a los lectores completamente intimidados. Muchos de ellos me confiesan que dejan aparcada la lectura y se olvidan del libro, volviendo a sus móviles, sus RRSS y sus Netflix. Llegará el día en que solo se lean los propios escritores (a sí mismos) como en una voraz orgía autofágica.

    Es cierto que algunos me han tildado de pedante. Algún día hablaré de la pedantería bien entendida. No obstante, siempre me inclino por limar ciertas palabras para que no se conviertan en palabros para los nuevos lectores que por ahí pululan, perdidos en la vorágine de internet y la invasión de las series de tantísimas plataformas. Cuando me pongo a ojear las miles de series o películas que invaden nuestras pantallas me quedo sobrecogido pensando: “¿Cuántos lectores habrá en el 2026?”

    Desde que inicié mi tarea como docente, allá por el 87/88, fui auscultando los intereses de los alumnos-as reacios a la lectura, bien porque les aburre, bien por apatía o desinterés. Tenía que sacar el bisturí y analizar sus gustos, apetencias, flaquezas o sus inclinaciones: no todo ha de centrarse en la novela de ficción.

    La mayoría de las veces daba con la tecla y observaba complacido cómo el/la joven leía con fruición la lectura personificada. Sabía que ya había ganado un lector para este futuro incierto que está siendo arrasado por la tecnología: muy pronto pensarán por nosotros.

    De esta manera, me preocupo por ser coherente con mi pequeño proyecto literario y procuro, desde la página uno, subyugar al lector, no tanto por la estilística utilizada como por la trama que se va construyendo; muchas veces emerge por sí sola, como ese escritor de brújula que me considero. Esto es importante, ya que si yo disfruto por los caminos que se van formando y sus diferentes avatares, seguramente el lector también quede complacido. Sobre todo el lector remiso.

HABLANDO DE LETRAS CON MARÍA PIZARRO

 

María Pizarro (Conquista 1964). Lda. en Arte Dramático y Experta Universitaria en Criminología.

Ha publicado los libros Lyrica 75, La fragua de Metáforas (2011), Miembro fantasma, Editores Florentinos (2015) con el que obtuvo el premio Solienses 2016.  Así como “Caja de retratos” Edición Detorres (2017).  En 2019 publicó su último libro “La libertad de la herida” compuesto exclusivamente de haikus y otras composiciones japonesas, con edición artesanal de Pepe Lara en el sello Iruya. Está por publicarse un quinto libro con la Editorial Cajón de Sastre, que llevará por título “Días ridículos”.

Coordina el Festival Grito de Mujer en Córdoba y la antología digital Quejío Córdoba con Grito. Colabora mensualmente con el blog MasticadoresFem, entrevistando a mujeres valiosas en diferentes ámbitos, ciencia, artes, negocios, etc.

 Ha participado en diferentes festivales como Cosmopoética, Ciudad de Cabra, Festival de Ubeda y ciclos poéticos en Córdoba capital como Poesía en la Bodega, Versos en Al-Andalus, Moliendo Versos, Elástica o La Montaña Mágica, programa de difusión de la poesía en medios rurales promovido por la Diputación de Córdoba, formando parte de la antología “La mujer rural”, Diputación de Córdoba 2021.

Componente de   la antología de poetas cordobesas “Ni diosa ni dulce ni serpiente” presentada en la pasada Feria del libro de nuestra ciudad, editada igualmente por la Diputación de Córdoba, selección de Jacob Lorenzo

 Ha participado en antologías de escritores de la comarca de los Pedroches, nacionales y alguna publicación que otra de carácter internacional y de forma regular publica en Absolem, revista digital. El blog POETAS A LA PIZARRA conserva muchos recuerdos.

Junto a las poetas Ana Vega, Carmen López Cuello, Victoria García coordinó. el Ciclo de poesía feminista “Conmigo misma”

Junto al fotógrafo Sergio Carlos Pérez, coordina el ciclo de poesía uruguaya “Al sur del sur”

https://mariadeconquista.blogspot.com/

¿Cómo fue tu primer contacto con la poesía?

Fue en el colegio. Tenía doce años. No sabía cuál era la diferencia entre la poesía y la prosa. Era una inquietud, y mi maestra se quedó con lo más básico de la pregunta. Me dieron una respuesta que hoy no la aceptaría. Centrada en la forma o más bien en la medida de los renglones. Aun así, yo me sentí fascinada por ese lenguaje, que era mucho más misterioso que el de la prosa. La metáfora fue la señal, escribí alguna vez en un poema.

María, ¿qué opinas del mundo editorial a día de hoy?

Me voy a quedar una opinión que no es propiamente mía, que la escuché no hace mucho, y no me dejó indiferente: Los verdaderos clientes de las editoriales son los escritores, no los lectores. Y desde ese punto de vista, hay algo que no es lógico..., Publicar se ha vuelto muy fácil, agravando la dificultad para los escritores. Es una contradicción; pero es así. Aunque no haya el mismo número de poetas que libros publicados. El caso es que si quieres ver tu libro impreso es fácil pasar por caja. Y ya no digamos de las grandes editoriales, que confían en los seguidores en las redes sociales del supuesto poeta para afianzar unas ventas. ¿La calidad importa? Yo idealizo lo siguiente, que esos lectores de “frases acertadas” se acerquen un día con verdadera voluntad de leer poesía a las bibliotecas.

¿Qué proyectos sueñas con realizar?

Lo más ilusionante que tengo en este momento es la Antología Quejío: llevo nueve años colaborando con este Festival y recopilando poemas en la Plataforma Calameo. Yo quisiera hacer la selección de los mejores trabajos que se han publicado a lo largo de estos años. Hay buenos trabajos, que yo quisiera ver trasladados y reunidos a una antología en papel y que recorra las bibliotecas y librerías.

Has sido impulsora del Festival Grito de Mujer en Córdoba, cuéntanos cómo empezó ¿Piensas que la mujer en el campo de la literatura está reconocida a día de hoy?

Todo empezó en 2015, cuando fui seleccionada para la antología conmemorativa del quinto año del festival, homenaje a las hermanas Mirabal, Las Mariposas. Entonces vi que pedían colaboraciones, y que se venía haciendo en más de 40 países. Fue una forma de mostrar mi agradecimiento hacer un recital. Así que lancé una pregunta en redes sociales. Aquel día acudieron a la Casa de Sefarat de Córdoba, poetas de mi ciudad y de toda España.  Pero al año siguiente fueron dos, tres recitales … Y acabamos por llevar el festival a los pueblos de la provincia. En paralelo mi compañero, Sergio Pérez y yo montábamos una exposición colectiva de obras de arte, incluso cargábamos nuestro coche con cuadros y nos íbamos a los pueblos. Nueve años de locura todos los meses de marzo

Eres una gran activista cultural ¿Qué problemas te has encontrado en el camino?

Todos los trabajos que he hecho por la cultura, ha sido de forma solidaria con centros culturales y con asociaciones.

Es difícil que los medios te den visibilidad. Pero tú haces el trabajo por la gente. Acuden a la llamada de un político, pero de una poeta … Mis actividades son ajenas a las instituciones. Aunque nos cedan una biblioteca o un espacio, como a cualquier ciudadano que lo solicite. Por lo que te digo, que el Festival Grito de Mujer y la Antología Quejío se hace a “pulmón” por todas las colaboraciones desinteresadas de escritores y artistas plásticos. Las subvenciones aportan dinero, pero te restan libertad… Pero la prensa local no acude, porque no hay político por medio. ¿Qué se le va a hacer?

¿Cuáles son tus poetas de referencia?

Tengo varios poetas favoritos: Lorca, Cernuda, Rosales, Juarroz, Valente, pero ahora leo más poesía escrita por mujeres: Castellanos, Vilariño, Cornejo, Zurera… Y amo a Juana Castro.

-           

 


POSTDATA, por José Carlos Martínez.

 


Ahora que soy el último

hombre sobre el orbe

y ya no tengo que preocuparme

por aparentar

ser alguien que no soy

ni por conceptos tan desabridos

como bien o mal

busco en esta mañanas de soledad

unos gramos de fuerza

para seguir imaginándote

hermosa bajo este sol ceniciento.

 

Me asomo a las ruinas

de un planeta devastado

por la codicia y el agente naranja

mientras enredaderas de recuerdos

me trepan hasta la nuca

y de nuevo te imagino

soñando a mi lado.

 

Rumio entonces entre dientes mi suerte

ahora que el tiempo no existe.

¡Qué engañados estábamos

haciendo planes de futuro!

y pensando dónde iríamos de vacaciones

cuando nos jubiláramos.

 

De todo aquello solo quedan

una inmensidad vacía

que me invita a salir corriendo,

tres o cuatro miles de insectos,

algunas flores y unas pocas tortugas

vetustas en una isla remota.

 

Y un hombre que ha sobrevivido

a la música disco, al suicidio,

a quererte para siempre

y a una nefasta gestión de los residuos.

 

El mismo que ahora busca fuerzas

 para escribir con la inútil esperanza

 de que alguien que no existe

lea estas líneas

escritas

en las cenizas

de otra civilización

muerta

y entonces

comprenda.

 

NO ES EL FIN, por Pedro Pastor Sánchez.

 


               Le pareció haber estado durmiendo durante eones, aletargado en algún oscuro y húmedo lugar, pero no geográfico, sino en su propio interior, intimidades desconocidas, cercanas y recónditas al mismo tiempo. Cuando la luz cegadora fue bajando su intensidad, las recortadas siluetas fueron conformando una imagen familiar, tal y como la recordaba la última vez que estuvo allí. La sensación de ingravidez se fue acentuando conforme se acercaba, silencioso, al portal. Ese sabor húmedo, persistente, no procedía de la pertinaz lluvia que golpeaba los tejados con insistencia. No, parecía como si fuese consustancial a su ser, como si sus pulmones no admitiesen sino el fluido, como si hubiese morado largo tiempo en las entrañas de una ballena.

            Jonás se detuvo en mitad de la calle para contemplar la fachada grisácea. En el balcón del piso principal, cubierta por la herrumbre, medio oculta por la desvencijada persiana de madera que, tiempo atrás, estuvo teñida de brillante sinople, estaba la bicicleta de su padre. La misma con la que solía acercarse a la churrería los domingos por la mañana. La que usaba para ir a regar los calabacines en aquel trozo de terreno calizo que él llamaba huerto. Aquel velocípedo no se movió de allí desde el día en que murió, repentinamente, cuando todavía no había cumplido los sesenta y cinco años. Su madre quedó quebrada y muda desde aquel día, guardando para sí sus recuerdos, sus planes tras la jubilación y aquel trozo de hierro.

            De repente, los destellos de un coche le devolvieron al presente. El vehículo se aproximaba con rapidez, no parecía tener intención de frenar. En cambio, Jonás, desafiante, no se movió un ápice. Desconocía la razón por la que el miedo no le atenazó, o le impelió a apartarse ante el inminente impacto. Los neumáticos dibujaron un rastro en el charco frente a sí. Cuando la líquida lámina recobró de nuevo su bruñido aspecto, se asomó para observar, sin asombro, cómo el reflejo devolvía únicamente su sombra, que se fundía con las nubes que pasaban, lentamente, sobre el ceniciento cielo de su pueblo.

            Marisa contemplaba la lluvia caer entre las lamas rotas de la persiana. Cerró la puerta del balcón y siguió, a la luz de la desnuda bombilla, recopilando fotos y otros enseres de aquella casa que la vio nacer. La pesadez del aire, cargado de recuerdos, le dolía en el pecho. Primero se fue su hermano. Luego, apenas hacía una semana, su madre. Esa era toda su familia. La soltería se prolongó demasiado tiempo, volcada como estuvo al cuidado de su progenitora.

            Pasó la tarde allí, creyendo escuchar en el pasillo los ecos de los juegos infantiles con su hermano, husmeando los aromas de los manjares que su madre preparaba en la cocina. Ya hacía tiempo que la tormenta había amainado cuando a su mente acudió una idea, como soplada por alguien a su oído. Salió a la calle y, con paso firme, se dirigió hacia el camino del antiguo apeadero, allí donde los cipreses se cimbreaban con la ligera brisa vespertina. Depositó un sencillo ramo de flores amarillas, nadie vio cómo sus lágrimas se confundían con las gotas caídas sobre la lápida bajo la que yacían sus parientes.

            Ester llevaba tiempo oculta en su casa, sus relaciones sociales eran prácticamente nulas, apenas lo necesario para hacer la compra, a primera hora, para no cruzarse con amigos o vecinos que le recordaran su reciente pérdida. Todavía le encogía el corazón escuchar su nombre, los pésames le laceraban el alma. La desgracia se había cebado con ella. Todos sus sueños truncados esa aciaga tarde. Por más que pensaba en ello, no conseguía sacarse de la cabeza aquellos fatídicos momentos. «Tenía que haber dicho que no», se repetía una y otra vez en su mente. Aquel barco con el que surcaron una parte del Nilo tras sus nupcias le daba mala espina, no lo veía seguro. El guía, con su peculiar acento, les persuadió para embarcar, no podían perderse las maravillas que les esperaban en Luxor.

            No sabe exactamente lo que pasó. Primero le dijeron que habían chocado con una familia de hipopótamos. Otra versión, tras el desastre, apuntaba a que la falta de mantenimiento del barco fue la causa del boquete en el casco. El caso es que el sueño de una vida en común se tornó en pesadilla. Ella se salvó porque alguien puso en sus brazos uno de los pocos chalecos salvavidas. Su marido no pudo. Había saltado para ayudar a un niño, pero fue incapaz de alcanzar de nuevo la quilla. La visión de su mano, engullida lentamente por el Nilo, todavía le estremecía de madrugada.

            Recibió a su cuñada de mala gana, volver a hablar de aquello no le hacía gracia, se sentía, además de sola, vulnerable. El rostro de Marisa, en cambio, dibujaba una sonrisa que no veía desde que falleció Jonás. Se acercó a la mesa del salón y puso en pie un marco, fotografía castigada por su dueña a yacer oculta por el dolor que le provocaba rememorar aquel instante de felicidad al recibir la alianza de boda.

            «No se ha ido, sigue aquí contigo, con nosotras». La congoja volvió a embargar a Ester. No sabía qué quería decir con aquello. Marisa hurgó en su bolsillo. Con delicadeza, depositó algo en su mano. «Sé que es imposible, pero hoy encontré esto en el cementerio».

            Al abrir su mano, sintió de nuevo, por un instante, el roce de su piel, la fragancia de su colonia. El símbolo egipcio de la transformación, de la resurrección, que le había comprado a Jonás en uno de aquellos abigarrados bazares, brilló sobre su palma, con la misma intensidad con la que lo hizo la última vez que lo portó su dueño, mientras se hundía en aquellas turbias aguas. El verde escarabeo de esteatita vidriada trajo de nuevo a Jonás a su lado.

15 DE AGOSTO, por Tomás Sánchez Rubio.

 


De nuevo aquí. Deseaba y temía que llegara este momento. No sé cuánto rato hace que estoy aquí parado, en esta acera, y sin dejar de mirar el balcón.

Solamente sé que ella está en casa; sin más compañía que su radio pequeña.

Recuerdo aquel día en que temía llegar con la rodilla deshecha después de haberme caído con la bici. Había estado tonteando, sin parar de hacer el caballito con los amigos en el paseo que había a lo largo del río. En aquella ocasión también me quedé donde estoy ahora y mirando fijamente al balcón, como si pudiera, concentrándome mucho, adivinar si mi padre ya estaba en casa. Sin embargo, no, no había llegado. Lo sabía porque no se escuchaba nada; ni gritos, ni su tos de perro enfermo, ni la radio a todo volumen… Cuando, empujado por el frío del atardecer, me decidí a entrar en el portal y subir la escalera con toda la lentitud y la pesadumbre del mundo, fue ella quien abrió la puerta. Me miró y me sonrió, sencillamente. Mis lágrimas rodaban en silencio, como aceite transparente, por mis mejillas enrojecidas, y un nudo en la garganta me traspasaba como hierro candente. Ella se limitó a curarme: primero, me limpió con agua oxigenada de 40 –¿de 40 qué?, porque nunca lo he sabido, la verdad…; luego, me pintó sobre la herida un sol rojo brillante hecho de amor y de mercurocromo. No había sido tan grave después de todo. Además, mi padre no había llegado todavía.

Aún sigue la bicicleta en el balcón, bici barata de paseo, de niño... Parece nueva. Se hacen a veces los balcones trasteros de bicis, de bombonas, de objetos sin uso, de almas olvidadas… Sigue la fachada con su humedad infinita, imperecedera, a pesar de ser ya agosto. Parece no haber pasado el tiempo a través de ella. Desde aquí distingo el olor a la madera maltrecha de la misma persiana de siempre. La había conocido con las lamas de verde brillante y la cuerda a juego, eso sí... Por entre sus ranuras, el sol me rayaba la cara durante las infinitas tardes de siesta en el verano, cuando yo me empecinaba en no dormir acompañándola mientras cosía en la silla baja escuchando la radio pequeña. Mi padre no llegaría hasta la noche…

Hoy es su santo. También es casualidad que me hayan soltado este día, un 15 de agosto. Ha pasado mucho tiempo. Tengo ganas de verla, pero no sé si querrá verme ella a mí.

No le traigo ningún regalo, solo alguna que otra herida que seguro sería capaz de curar simplemente con una sonrisa.

Nada más.


 

 



 

OLVIDOS, por Gloria Almendáriz.

 


Todas las manos encierran misterios.

Todas las manos hablan.

Solo hay que prestar un poco de atención a la danza sinuosa de esa extremidad tan genialmente otorgada.

Manos capaces de amar, de sanar, de acariciar.

No es este el caso.

He aquí una mano que avergüenza.

Una mano que pide ayuda denegada, que se erige en representación de miles de manos, apéndices de tantos cuerpos, que yacen en los fondos marinos, cuando lo que pretendían era emigrar a un lugar donde tocar la felicidad con la punta de los dedos.


FÓRMULAS, por Isabel Rezmo.

 



 

Toda mi parte izquierda arde

Vanesa Martín

 

Una parte de mí se quiebra

 como una bombilla,

perdida en el pasillo.

 

La parte intermitente,

que llama insistente a su diestra.

 

Una parte de mí

requiere de caricias.

Requiere de una pregunta,

una sola deducción

que camina de la mano.

 

Y ese paralelo se desnuda,

y soporta el calor de una botella,

soporta diferentes ecuaciones

que como mujer formulo.

ATRAPADO, por María Jesús Ortiz Moreiro.

 

Todavía no logro entender por qué se han puesto como se han puesto. ¡Qué querían que les dijese! Pues lo que les he dicho, que es ni más ni menos que lo que les digo a todos: “Que yo les saco las impresiones que me digan en el formato y soporte que crean conveniente, que ahí tienen la lista de precios de las copias de más al margen de lo acordado ya por el reportaje y que aquí paz y después gloria”. Bueno, esto último, lo de “aquí paz y después gloria” no se lo he dicho, no creo, creo que lo he añadido ahora que te lo estoy contando. En serio que les he dicho exactamente eso. Te prometo que por mi boca no ha salido nada más hasta mi “¡ehhhh!” que ha seguido al portazo que han dado al irse y que ha hecho retumbar el expositor, dando casi al traste con la colección completa de portarretratos de cristal.

Por más que lo pienso es que no me cabe en la cabeza su reacción, pero ¡qué me puede caber más en mi pobre cabeza, que me la han puesto como un bombo, que estoy que echo chispas! Desde que entraron aquel día en mi portalito con esas caras redondas, con esas sonrisas petrificadas, tan iguales ambas dos que más que prometidos parecían gemelos, no me han dado más que berrinches. Eran la duda andante. Dudaban continuamente de todo y por todo y, claro, normal que yo, a estas alturas, acabe dudando hasta de mi nombre. Porque me conoces, porque te conozco, que si no… al loquero derecho.

Mira que he tratado con parejas de novios indecisas. Y estrictas y exhibicionistas y pudorosas, tiquismiquis, pasionales, frías, descerebradas... toda la fauna que te puedas imaginar, de todo carácter, posibles y condición. He hecho reportajes subido a aeroplano, a globo aerostático, haciendo submarinismo o en platós de televisión, por ponerte algunos ejemplos así rarillos. Paciencia tengo para dar y regalar y de prudencia voy también sobrado. Pero la habilidad de este par para volverme tarumba se ha visto hoy condecorada con el cum laude. Después de estar toda la santa mañana con ellos, solo con ellos, con lo que eso ha supuesto, que he tenido que cerrar la tienda por estar mi ayudante de baja y no tener a nadie que me cubriera entretanto en el mostrador. Después de anotar y desapuntar a igual ritmo tales y cuales copias, de haber decidido y rectificado veinte veces las ampliaciones, resulta que me dicen que no están seguros, bueno, en realidad sí estaban seguros, pero yo ya les había disuadido de la idea, de manera que retorcidamente querían hacerme decir lo que yo, por mi criterio profesional en ningún caso podía acabar diciendo, para que, cuando se consumase el desastre, descargasen en mí la responsabilidad del fiasco y no sobre sus divinas voluntades. Ellos insistían “en dejarse asesorar”. Venga y venga con la matraca de que si yo era el experto en la materia y tenía que decidir. “¡Que yo soy un mandao, señora!”, volvía a aclararle. “¡Que yo estoy a lo que usted diga!”, le repetía al novio. ¿Tenía que decir yo lo cualo? Ellos, dale que dale que dale, toma que toma que toma, que tengo una novia que vale más que la fuente de Roma. Y entonces, a la enésima vez que escuchaba su propuesta - ¿a quién se le ocurre? - de imprimir en lienzo de gran formato la imagen de la puesta de anillos, no he podido evitar abrir los ojos un poquito más de la cuenta, apretar los labios una chispa, - ¡nada y menos, no te vayas a creer! - y echarme levemente hacia atrás como para coger un poco de aire. Era lo mínimo que podía hacer. Era… entiéndeme… Yo, yo estaba siendo sometido a una especie de tortura psicológica por parte de dos sujetos, sujeto y sujeta, que de seguir así en su vida conyugal les auguro una convivencia inviable y hazme caso, que en esto he echado una especie de facultad de adivino y pareja a la que le hago el reportaje, pareja cuyo porvenir diagnostico, conclusiones que no comparto naturalmente con ellos, a los que me une una relación puramente contractual, ni con nadie, salvo contigo por razones obvias, y ya sabes que andar de confidencias no es mi estilo.

A ver… que no he hecho nada, que no es para que se fueran tan airados, para que se mostraran tan dolidos. ¡Yo, yo debería denunciarles a ellos por daños morales! Y vuelvo a lo de antes. ¡Que yo no he dicho nada que no les haya dicho a otros! ¿Y qué es una leve, levísima mueca, un mini pasito hacia atrás tras horas de “donde dije digo”? No pueden, no podrán acusarme de algo que no he hecho. No pueden ni podrán acusarme de que no los haya tratado igual de bien que al resto de clientes. ¡Venga! ¡Que vayan y les pregunten a todas las parejas a las que he fotografiado en sus bodas! Que si tienen dificultad de arrancarles testimonios tal vez sea por estar ya divorciados y no querer mentar la boda por traerles malos recuerdos, pero no por mi falta de profesionalidad, incuestionable, con una trayectoria intachable de más de 30 años.

“¡A ver, señor, señora!”, les diré si entran de nuevo por esa puerta, “¡que yo solo soy un fotógrafo, que yo solo hago fotos como mi tío el churrero hace churros, es decir, a porrillo!”, aunque, bueno, mi tío en su oficio disfruta más que yo con el mío, aunque pareciese de inicio lo contrario. Me lo ha dicho, y ni falta que le hacía, que es palmario que le echa ganas y que gasta arte con los palos que mueve con gracia para ordenar la masa que va cayendo al aceite e ir haciendo la rosca. Naturalmente esto de mi tío el churrero no se lo diré, aunque es verdad verdadera, porque parecería que yo no me esmero y eso no es así, que me esfuerzo pese a lo mucho que me aburre vivir en un bucle permanente, atrapado en reportajes repetitivos por mucho que los venda como productos de una singular originalidad. Clics, tarjetas de memoria, objetivos, flashes. Presupuestos, copias adicionales, facturación total. Y vuelta a empezar. Disfraces, posados, anillos. ¡Anillos y churros! ¡Sí, eso es lo que veo! Ruedas de tejeringos y anillos, los malditos anillos en las manos malditas de ese par de endemoniados que, además, de malos, tienen mal gusto al pretender colocar un lienzo gigantesco de la puesta de anillos en el recibidor de su piso de ochenta metros cuadrados y techos bajos. ¡No, de ningún modo mi firma puede ir ahí! Sería el hazmerreír del gremio. “¿Has visto lo último de este?”, diría uno. “¡Ya no sabe qué inventar para dar el campanazo!”, opinaría otro, “¡Menuda patochá!”, añadirían, ¡y con más razón que un santo! ¡Es que no hay por dónde pillarlo! Un disparate lo mires por donde lo mires. Y además ¡para lo que van a durar juntos! Hazme caso, que en esto he echado una especie de facultad de adivino.

¿Que parece que vienen? ¡Que entren, que no hay miedo! Sabré qué decirles. Que para bucles, el mío, en el que me encuentro por mucho que quiera perderlo de vista. Que paciencia tengo para dar y regalar y de prudencia voy también sobrado. Les diré ni más ni menos que lo que les digo a todos: “Que yo les saco las impresiones que me digan en el formato y soporte que crean conveniente, que ahí tienen la lista de precios de las copias de más al margen de lo acordado ya por el reportaje y que aquí paz y después gloria”. Bueno, esto último no lo suelo decir, lo he añadido ahora que te lo estoy contando. Y, sin quererlo, de nuevo me veo en esta rueda redonda como la de los tejeringos de mi tío, como redondos son los anillos de estos chalaos que me han vuelto loco.

FATALIDAD, por Josefina Martos Peregrín.

 


En su anillo brillaba el orbe. Se sabía dueña del mundo, de todo el planeta conocido, e incluso del envés nunca visto por los extraños; mientras lo conservara, mantendría el secreto, las palabras ocultas no obrarían el efecto para el que habían sido escritas, grabadas en la faz interior del aro. Mientras nadie las leyera en voz alta...

Mientras nadie se lo robara... Que no se lo sacaran del dedo mientras dormía, que no la durmieran con bebedizos, que no lo arrojaran al fango al comprobar que la turquesa era de mala calidad y la plata de baja ley. Mientras no ocurriera lo que tenía que ocurrir -barro, giro, mineral, voz, azar-, el mundo estaría a salvo.

NOCHE DE SAN VALENTIN, por Consuelo Jiménez.

 


Pared con pared , pesada noche,

únicamente el silencio permanece erguido,

miradas antiguas que no gimen.

Los cuerpos se van muriendo en la memoria,

como la lámpara de la casa vieja,

que de tanto en tanto el viento enciende

y solo embriaga a los insectos.

Ven , acércate.

Nuestras copas  están llenas de huellas y locuras.

El corazón es colmo de esperanza,

no caen los corazones, no caen.

Hay un amor calmo que se respira

en el sosiego de tu sueño,

el mío, sigue en tus abrazos.

Seulement je t´aime.

LA ONG ‘SOLIDARIDAD HONDURAS’, por Leandro García Casanova.

 



 

El 22 de septiembre quedo con Francisco Soria Martínez, vicepresidente de la ‘ONGD Solidaridad Honduras’, y con el vocal de la misma, José María Laguna. Haciendo un  poco de historia, en 1986, los médicos Eduardo Jiménez, Pilar MoralesIgnacio Ramírez y el abogado Francisco Pérez, todos ellos de Guadix, fueron en las vacaciones de verano y durante varios años a Tegucigalpa, capital de Honduras. Aquí ayudaron y vivieron la experiencia del intenso trabajo colaborando con entidades locales. Sin embargo, en octubre de 1994, estos amigos deciden fundar la ‘ONGD Solidaridad Honduras’ para atender las necesidades básicas de los niños a la vez que piensan en llevar a cabo varios proyectos. Se trata de dar una respuesta a los problemas endémicos de los hondureños.

 En 1996, el accitano Antonio Casado se marcha como voluntario a Tegucigalpa con la idea de crear un centro infantil, sobre un cerro, de manera que decide llevar a cabo el proyecto. Gestiona el terreno y la construcción del centro, pero el vehículo que conduce tiene un accidente de tráfico y fallece, junto a los dos acompañantes: una mujer voluntaria de Huelva y la niña hondureña Heydi García. Es entonces cuando se hizo cargo de ‘Solidaridad Honduras’, José Luis Campoy, el actual presidente, que vive allí y gestiona directamente los recursos y ayudas, sin intermediarios de ninguna clase. También se ocupa de distribuir el contenedor, con comida, ropa y material sanitario, que cada año se le envía desde Guadix.

 La ‘Escuela Infantil Antonio Casado’ –en memoria del voluntario fallecido en accidente– fue inaugurada en el año 2001, en la colonia (barrio) de La Peña siendo la directora Karla Espinar. “Educar en el presente es crear futuro”, me dice Francisco Soria. La escuela atiende a más de cien niños de ambos sexos, en situación de grave riesgo social, desde las 7 de la mañana hasta las 18 horas. Se les da clases y la comida, así como ayuda sanitaria y asistencial. Asimismo, la escuela se ocupa de facilitar el acceso al mercado laboral a numerosas madres solteras. Honduras es un país centroamericano bastante pobre, por lo que es casi normal que adolescentes de catorce y quince años se junten con un hombre de más edad para que las mantenga. Sin embargo, cuando paren uno o dos hijos, muchos hombres abandonan a las madres para buscar a otras adolescentes sin hijos. “La mujer en Honduras es de usar y tirar, es difícil que una chica no sea madre soltera o no haya sido violada”, me dice José María Laguna. Honduras es el segundo país del mundo –el primero es Venezuela– con mayor índice de criminalidad e inseguridad, a ello contribuyen los grupos ‘Maras’ (algunas pandillas de jóvenes son bastante conocidas en Madrid, donde han cometido delitos), que también se dedican a extorsionar a personas que tienen recursos económicos.

 La ‘ONGD Solidaridad Honduras’ dispone también del ‘Centro Ocupacional Inserta’, que se ocupa de las madres adolescentes, sin pareja estable y en situación de riesgo social. Se les da formación en una panadería, donde también se hace repostería. La maquinaria de la tahona la donó la empresa almeriense Ginso. ‘El Comedor Social El Campo de Oropolí’, que está situado en la aldea del mismo nombre, se inauguró en 2011 con el fin de proporcionar un plato diario de comida a niños de hasta doce años, así como a los ancianos, todos ellos en situación de extrema pobreza. A unos setenta en total. El ‘Aula de Atención Básica y Taller Ocupacional Heydi García’ –en recuerdo de la niña hondureña, fallecida en el accidente de tráfico– es un proyecto que se inicia en 2010, con el objeto de integrar a los discapacitados intelectuales y físicos que se encuentren en riesgo social. Con ellos se llevan a cabo actividades educativas, de formación ocupacional y de desarrollo sicomotriz.

La ONG cuenta también con una biblioteca-ludoteca, donde se fomenta el hábito de estudio y lectura, así como el ‘Hogar y Grupo Educativo La Casa’, que actualmente acoge a ocho niñas para que puedan acceder a la enseñanza secundaria. En febrero de 2015, fue inaugurado el ‘Centro de Salud de la Colonia La Peña’, donde también reciben atención sanitaria las colonias cercanas, en total, unos 17.000 vecinos. Finalmente, cada año se envía desde Guadix un contenedor solidario, con alimentos, material escolar, ropa, calzado, mobiliario, etc. La ONG ha tratado siempre de dar respuesta a las necesidades de los hondureños, a la vez que ellos se implican también en la obra. También colabora con varias instituciones y ciudadanos del país, que se ofrecen como voluntarios, siempre desde el mayor respeto al pueblo hondureño y velando por la justicia e igualdad en la cooperación. La ayuda se lleva a cabo con brigadas médicas, envío de material para el desarrollo agroalimentario, donación de medicamentos y material sanitario, con ayudas a los estudios y a la autoconstrucción de viviendas, con el traslado a España de enfermos con problemas graves de salud, para su curación, etc.

En 1998, el ‘Huracán Micht’ provocó un verdadero desastre en Honduras y es cuando la ‘ONGD Solidaridad Honduras’ decide actuar en aquellos lugares donde la ayuda oficial no llega o lo hace tarde. Se echa mano de voluntarios, de equipos médicos y se realizan los siguientes proyectos: apoyo a la Cooperativa Agraria de Guaimaca, construcción de una escuela infantil en la Colonia de las Brisas y alojamientos para estudiantes de secundaria, ayudas a la construcción de viviendas de particulares, cooperación con el ‘Hospital-Escuela de Tegucigalpa’, ayudas de infraestructuras para el abastecimiento de agua potable en Las Chorreras, así como ampliación de viviendas, construcción de un centro juvenil para promover el asociacionismo, dotación de luz eléctrica de baja tensión para veinticinco familias de la ‘Comunidad Pueblo Nuevo Cedros’ y, finalmente, el proyecto de desarrollo rural ‘Semilla Solidaria’.

La ONG recibe algunas subvenciones, por los proyectos de cooperación internacional que presenta –no son fijas ni periódicas–, de la Diputación de Granada, de la Junta y del Parlamento de Andalucía, así como de algunos ayuntamientos de la comarca de Guadix. “Se mantiene gracias a las cuotas de los socios y las ayudas de los particulares, en función de la voluntad, ningún socio cobra y tampoco tenemos gastos, disponemos de un local en el Polígono de la Espartera, alquilado y subvencionado por el Patronato del Sagrado Corazón”, me dice el vicepresidente Francisco Soria. La ONG organiza actos sociales, como una feria solidaria en la primavera, en el Parque de Guadix, así como actividades infantiles, talleres, hace comidas y pone barras de bar a nivel familiar. Los asistentes pagan la consumición de la comida y la bebida. Los alimentos los donan empresas de Guadix y de la comarca, así como particulares y voluntarios. También hay grupos de teatro que de forma altruista representan distintas obras en el Teatro Mira de Amescua, y se organizan conciertos. En el día de la Virgen de las Angustias, la patrona de Guadix, se venden tortas y ofrece su colaboración una panadería de Hernán-Valle.

 El 27 de septiembre, el vocal José María Laguna me confirma que han recibido una ambulancia donada por Ambulancias Alhambra, del Consorcio de Transporte Sanitario de Granada, que se destinará a la mejora de la asistencia sanitaria en la zona de actuación. La ‘ONGD Solidaridad Honduras’ tiene página en Facebook, el teléfono de contacto es 655606528 y hace un llamamiento a los ciudadanos e instituciones para que, con sus aportaciones, ayuden a los más desfavorecidos de Honduras.