La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

viernes, 16 de febrero de 2024

AHORATELEO, revista literaria. Número 5. febrero de 2024.


Editado en Guadix, Granada 


 

Entrevista a Salvador Perpiñá, autor de "Koniec".

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721




Háblanos un poco de ti.

 No soy terriblemente interesante, no he vivido una existencia fabulosa, no seré carne de leyenda. Melancólico y algo indolente, mi vida oscila entre el éxtasis y el desengaño. Como la de todo el mundo, por lo demás.


 ¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Koniec?

 Un puñado de relatos sin efectismos, desafiantemente intempestivos. No me interesa el cuento como una caja de sorpresas, jamás seguiría esos decálogos de los que tanto se abusa en los talleres de literatura. Me aburren los juegos malabares, quiero que el lector que se asome a estas historias encuentre personajes vivos, palpe la misma textura, el misterio y la belleza de lo real. Quiero, qué osadía, conmoverlo.


 ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 En no tenerle miedo a la emoción, en huir del lugar común y de la tendencia, en una cierta variedad de tonos y géneros, y ―me gustaría creer― en una prosa que cause cierto placer por sí misma.


 ¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 Soy siempre fatalmente parecido a mí mismo, cosa normal en escritores tardíos. Si acaso he afilado algo mis recursos y he ganado en cierta economía expresiva.


 ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 “El alba de la Edad Media”, de Vito Fumagalli. Un ensayo sobre los siglos que siguieron a la disolución del Imperio Romano. Me parece un libro maravillosamente escrito y lleno de imágenes sobrecogedoras. Me fascina esa época en que un mundo muere y, desde la oscuridad, otro nuevo empieza a dar sus primeros pasos.


 Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Vivir y cultivar la alegría, que no es poco. Continuar con mi doble vida de guionista y escritor y empezar a levantar la novela que por fin me he atrevido a escribir. A una novela hay que tenerle mucho respeto, ya hay demasiadas y no me gustaría añadir una más al mundo sin estar seguro de que merece la pena.

Entrevista a Angélica Morales, autora de "La casa de los hilos rotos".

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721

Háblanos un poco de ti.

Nací en Teruel pero soy oscense de adopción. Me considero artista porque la creatividad forma parte de mí vida, una herramienta con la que me enfrento al mundo. Desde niña he escrito y he actuado, digamos que el arte corre por mis venas. No he tenido una infancia feliz y supongo que lo que hago es escribir una y otra vez mis heridas, buscar de alguna manera la luz. Soy poeta, narradora y directora teatral. Soy zurda y disléxica, así que siempre he tenido que esforzarme el doble para entender las cosas. Sin embargo esa peculiaridad me ha conducido a explorar otros ángulos dentro de mi pensamiento, una manera muy peculiar de ver lo que me rodea. Me atraen las costuras, lo invisible, los silencios que gritan. Me apasiona lo viejo, lo que nos cruje dentro del pecho, los laberintos que se esconden en nuestra sangre, esos recuerdos que se quedan tapiados en una ventana donde la vida ha dejado de pasar. Me emocionan las mujeres solas, las tejedoras de sueños, las niñas heridas.

Creo que escribo lo imperfecto, esa belleza frágil pero que al mismo tiempo resiste.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La casa de los hilos rotos?

Por encima de todo la historia de Otti Berger, una pionera, la diseñadora textil más destacada de la Bauhaus. Durante la novela podremos conocer su vida, sus amores, su trabajo artístico, su paso por una de las escuelas de arte más vanguardista de Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Viajaremos por la Europa de entre guerras. Conoceremos artistas olvidadas, la amistad entre Otika y Mercé Ribó. Hay secretos de familia, amores imposibles y mucho arte.

 ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la verdad. Está escrita con el corazón. Me he documentado mucho con respecto al contexto histórico y la escuela de la Bauhaus está muy vivida, es decir, he intentado plasmar su espíritu libre, vanguardista, absolutamente innovador. No había mucho material biográfico de Otti Berger y he tenido que inventar su vida en muchos momentos, pero eso me ha permitido conocerla mejor, he podido parirla, he recorrido todos los caminos y penas de su vida hasta el momento de su muerte. Con la novela he intentado hacer justicia, he sacado de las sombras la historia de una mujer artista enterrada en la desmemoria. Así que su escritura para mí ha sido un acto de justicia y de amor infinito. Por otra parte he ideado  una compañera de viaje para Otika, Mercé Ribó, una burguesa catalana que se convertirá en discípula y fiel amiga. La fuerza de la  novela radica en el deseo de las protagonistas de ser fieles a ellas mismas, de buscar su camino, en el arte y en la vida aunque ello tenga consecuencias terribles. También hay una necesidad de sanar heridas en el caso de Mercé Ribó y su historia paralela. Es una novela de búsqueda, de arte y de amor.

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Un escritor nunca llega a ser escritor porque siempre anda escribiéndose en el camino, aprendiendo a hacer mejor su oficio. Le lectura nos abre puestas, nos da herramientas, nos alimenta y enriquece para que luego, como escritores, podamos crecer en cada página en blanco. No concibo mi vida sin leer y tampoco sin escribir. Cuando empecé creía que lo sabía todo. Luego tuve un tiempo en que desesperé porque no sabía nada. Lo importante para mí en este mundo es darme cuenta de que no importa la meta sino el camino. Y ese camino de la escritura debe ser placentero. Mi intención es poco a poco ir encontrando mi impulso creativo, mi voz, y no juzgarme. Creo que escribir es fracasar constantemente y tener el deseo de volver a escribir para fracasar de nuevo. Aún sigo pensando que no he escrito mi mejor obra. La poesía me enseñó a ser libre dentro del poema y dentro de una novela. Escribo fundamentalmente para emocionarme y para emocionar a los lectores.

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Acabo de terminar la lectura de “Tesis sobre una domesticación” de la escritora argentina Camila Sosa. Es el segundo libro que leo de ella porque me apasiona su forma de escribir, es brutal, fresca, provocadora y verdadera. Me hiere. Y eso es lo único que le pido a un autor cuando elijo un libro,  que me que hiera, que me duela, que no me deje indiferente, que me pellizque el alma y me den muchas ganas de escribir para superar eso tan maravilloso que he leído.

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Yo nunca dejo de escribir. Estoy trabajando en mi segunda novela pero aún no puedo adelantar nada. Solo diré que de nuevo hay mujeres heridas y de nuevo las emociones nos van a abrazar, tanto y muy fuerte.

Entrevista a Rafaela Hames Castillo, autora de "El alma de la rosa"

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721


Háblanos un poco de ti.

 Ante todo, un saludo y mi agradecimiento por vuestra invitación. Mi nombre es Rafaela Hames Castillo, nací en Córdoba en 1962, crecí en el seno de un matriarcado compuesto por mi abuela, mi madre y yo (no es necesario aclarar que, en aquellos años, tal circunstancia era como un poderoso imán para la atención, no precisamente positiva, de todo el vecindario) en un barrio surgido de aquellas emigraciones desde el ámbito rural en busca de las grandes promesas de progreso y modernidad que brindaba la capital. No ostento títulos universitarios y mi profesión es administrativa, soy más bien autodidacta y mi vocación literaria viene más de mi tendencia desde la infancia a la lectura y  el gusto por oír las historias narradas entre mis mayores, a la observación de los contrastes, a una actitud inquisitiva ante lo ostensible con un enorme interés por acceder a su espíritu intangible y también desde que en las clases de música recibidas en el colegio de monjas, nos ponían música clásica y nos invitaban a escribir libremente aquello que experimentábamos en el transcurso de su escucha. Luego llegaron las lecturas más a fondo, la música y la danza en todo su esplendor y también los talleres y el encauzamiento combinando esta parte de mí con las demás que me conforman. Algo que agradezco infinitamente porque puedo constatar la virtud salvífica de la poesía.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El alma de la rosa?

El alma de la rosa, se publicó en la primavera del pasado año en la Colección Manantial de Poesía del Ayuntamiento de Priego de Córdoba, es el último de los nueve títulos de mi autoría que hasta ahora han visto la luz y quizás el que alberga un contenido netamente más duro. Es un libro dedicado a muy diversos aspectos del sufrimiento y por tanto a esas vivencias de las que todo el mundo huye. Podemos encontrar entre sus páginas diversos perfiles humanos que viven sus particulares derrotas. En él se cuestiona la amabilidad de la vida pasando por la enfermedad hasta el rechazo a la muerte. Se reflexiona también sobre la andadura del ser humano que habita en las sociedades modernas y a su vez sobre la andadura del tiempo como transformador de la materia; también la muerte, como condición inherente a la vida, tiene en esta obra una parcela que la dignifica pese a la frecuencia con que se ve rehusada.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Pienso que es precisamente en la intensidad con que se experimentan las vivencias anteriormente expresadas y a cuanto de catártico tiene su contenido.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Como uno de los mejores factores que conforman mi vida. Decir que escribes pero que no aspiras a publicar es absurdo: si alguien emprende un proceso de comunicación es porque existe la voluntad de que éste se complete en su contrapartida, es decir, que haya un receptor. Muchas veces somos nosotros mismos los destinatarios de ese mensaje porque tratamos de explicarnos los misterios que encierra todo cuanto percibimos, es por este motivo que lo considero como una de los mejores ingredientes que me conforman, publique más o publique menos. Este recorrido me ha brindado la oportunidad de crear lazos de amistad y de hondo afecto, de conocer la obra magnífica de muchas y muchos autores, así como su universo creativo, mantener conversaciones de lo más interesantes, desarrollar un crecimiento estético, nutrir esa inquietud por el descubrimiento que nos puebla y,  ha favorecido, esto es muy importante, que cultive y alimente mi identidad creadora porque el mundo, la vida, sin un ápice de creatividad debe ser algo muy opaco; finalmente, añadir que también he ido validando el espíritu crítico.

 

 ¿Cuál fue el último libro que leíste?

El balcón en invierno y, en consecuencia, El huerto de Emerson, de Luis Landero.

 

¿Por qué lo elegiste?

Por la sugerente fascinación que encuentro en la prosa de ambas obras donde todo, a pesar de la posible nostalgia que pueda aparejarse a la rememoración de los tiempos pasados, cobra una vitalidad inusitada rebosante de poesía, orden, armonía y gracia. Son dos obras como muchas otras, verdaderamente sanadoras.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Siempre hay nuevos proyectos pues la poesía que reside no sólo en los poemas, es sustento fundamental para que la vida sea aún más grata: Lecturas, música, naturaleza (que jamás falten) y cuando es posible, debido a las muchas tareas con que el día a día nos obsequia, dar forma y cohesión a nuevos títulos sin prisa y disfrutando de la pausa.

Entrevista a Juan Manuel Gámez Baena, autor de "Ahora que lo pienso"


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721



Háblanos un poco de ti.

Me llamo Juan Manuel Gámez Baena y soy de Lanteira. De mi pueblo salí con 10 años para ir al internado Ave María - lo cito por su importancia en mi formación- y a mi pueblo he vuelto, una vez jubilado. De por medio, una vida laboral dedicada a la enseñanza. Regresado a mi pueblo, he retomado aquello que siempre me apasiono, a saber: la pintura y la poesía, que practico casi a diario. A ellas he añadido el placer de los paseos por el campo y las charlas con amigos. Vivo, por tanto, tranquilo y en paz.

¿ Qué podemos encontrar entre las páginas de AHORA QUE LO PIENSO?.

Como el título indica, hice un alto en el camino y, acomodado en el " ahora", reflexiono sobre todo aquello que acude a mi cabeza, ya pasado o presente. Nada me es ajeno, por lo que los lectores podrán encontrar una temática variada que pasa por la amistad, la solidaridad, el amor, la familia, el paisaje y sus gentes, los recuerdos de infancia, desamor y más.  Todo ello con un lenguaje sencillo y directo. Dice el prologuista, Manuel Alcalá, que leer estos poemas " es tan sencillo y, a la vez' tan gratificante como beber un vaso de agua ".

¿ En qué ingredientes reside la fuerza de este libro ?.

Yo diría que en su amplitud temática y en su lenguaje poético sencillo y transparente. Por otra parte, intento dibujar y colorear aquello de lo que escribo. Dice al respecto Manuel Alcalá:
" afronta la escritura de un poema con actitud de pintor". Tanto es así, que publico mis poemas en las redes, siempre, con una imagen visual. 

¿ Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta la última?.

El gusto por la poesía surgió en las clases que recibí en la Escuela Normal por parte de doña Tadea Fuentes y doña Mariluz Escribano Pueo. De aquellas vivencias, mi amor a la poesía, que no practicaba hasta muy recientemente.
Puntualmente, mi amigo Manuel Alcalá  Hernández me propuso que hiciera un poema para su lectura en una reunión de amigos y a partir de aquí todo ha sido una continuidad.
Otro amigo, escritor y poeta, Luis Ezquerra Escudero me propuso publicar juntos un poemario “Poética Lanteira” y dicho y hecho.
“Ahora que lo pienso” es mi segundo poemario y lo publico solo. Por supuesto que vendrán otros porque la poesía forma parte de mis días.

 ¿ Cuál fue el último libro que leíste ?

No hablaré del último si no de los últimos. Con motivo del XXX Premio Andalucía de la Critica, se publicaron los diez finalistas y, en su lectura estoy. Es algo que he tomado como una tradición: leerlos y hacer mi propio pronóstico. El año pasado coincidí con el jurado. No lo tengo tan claro este año.

¿ Por qué lo elegiste?.

Los elegí por un doble motivo: 1. Porque prefiero la lectura poética. 2. Le supongo actualidad y calidad, al ser elegidos por un jurado de reconocido prestigio..

Y ahora qué, ¿ algún nuevo proyecto ?.

Para mí, la poesía es pasión adictiva por lo que, una vez consumida, no tiene final y...sí, siempre habrá nuevos proyectos. Ahora bien, para el próximo voy a tener la paciencia que hasta ahora no he tenido. Será algo más elaborado.


El dedo en la llaga de un jardín herido, por Carmen Hernández Montalbán.

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721


El tema medioambiental está cobrando fuerza en la literatura actual. Los efectos del cambio climático son ya una realidad palpable; especialmente los del calentamiento global del planeta. Esta realidad nos lleva a una reflexión no exenta de grandes niveles de frustración al ver cómo las políticas en materia de medioambiente a nivel internacional no son lo suficientemente contundentes para abordar de una vez por todas el problema. El jardín herido, la novela de Rafael Ruiz Pleguezuelos que obtuvo el XXXIX Premio Jaén de Novela, es un ejemplo de esa inquietud por el medio ambiente. Pero, además, sabe plantear el tema con gran creatividad y pericia.

Mónica, la protagonista de la novela, es una mujer joven que vive en Madrid y que se dedica al negocio de las flores junto con su socio, Javi. Lo que comienza como una ilusión, la floristería Florarium, paulatinamente se va transformando en hastío al considerar la naturaleza artificial e industrial de algo que paradójicamente alude a la vida. Y es que, por cada flor cortada, se emite a la atmósfera tres kilos de CO2, aparte del impacto que causa al medio ambiente su transporte. Su inquietud por el asunto la lleva a acudir a reuniones de grupos ecologistas en los que únicamente se habla del tema sin hacer nada. Su protesta en una de estas asambleas la conduce a contactar con un grupo radical que promueve acciones de impacto.

La importancia de esta novela, fuera de su vertiente crítica ecologista, está en la singularidad con la que el autor ha estructurado su obra, atendiendo a la naturaleza evocadora de las flores y su campo semántico. Cada capítulo es como una piedra arrojada a un estanque en el que sus ondas nos amplían el sentido, a veces metafórico, de los títulos. En ella, Rafael nos sumerge en el lenguaje de las flores: aquella forma de comunicación criptológica de la época victoriana en la que los diferentes tipos de flores y sus colores tenían un mensaje simbólico que expresaba un sentimiento, una emoción, etc.

La metaliteratura también está presente en la obra, porque en ella se explora la presencia de las flores en la obra de Federico García Lorca. En este capítulo que él titula atinadamente “Flores en las fosas”, además de introducirnos en la obra excepcional del poeta granadino, nos advierte del uso político que se ha estado realizando con la figura del poeta, asesinado en los primeros días de la Guerra Civil española; cuando tal vez se debería haber incidido más en la grandeza de su talento y en la pérdida que ha supuesto su temprana muerte para la literatura española.

Es formidable la capacidad de Pleguezuelos para estimular el debate en esta novela, construida de manera tan magistral e inteligente.

Con el capítulo “Perder la flor” se analiza el sentido machista de la expresión que ha hecho poca justicia a las mujeres a lo largo de la historia: abrazar al mundo ha significado para la hembra, durante demasiado tiempo, caminar hacia la desgracia, dar pasos de suicida, dice el autor.

Esta es una novela sembrada de reflexiones para el lector que hacen del ejercicio de la lectura una delicia y hace poner en marcha su capacidad crítica, cualidad escasa en los tiempos que corren, abrumados como estamos por la explosión de la información y sometidos por la manipulación de los medios de comunicación.

 

Presentación del poemario "Cosmogonía del caos", por Rosa Berbel.

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721

¿Qué puede hacer la poesía ante la destrucción de nuestro mundo? Diría que esta es la gran pregunta estética y política a la que nos asomamos en el siglo XXI. En el contexto de la crisis climática, ante fenómenos como la destrucción de los territorios, la pérdida de la biodiversidad o el calentamiento global, la poesía se presenta como una observadora lúcida de lo que está aconteciendo, pero también, y lo que quizá sea más importante, en un disparador para la imaginación de otros mundos posibles, más sostenibles y justos. De esta encrucijada, que nos ocupa como artistas y como ciudadanos, es de la que se hace cargo este último poemario de Carmen Hernández Montalbán. Un libro de absoluta oportunidad, que combina la aspiración política con el vuelo poético, dos virtudes que no siempre van de la mano.

La poesía ecológica, un género literario que ha cobrado relevancia en las últimas décadas, surge como respuesta a la creciente conciencia de la crisis medioambiental y la necesidad de expresar la relación entre lo humano y lo no humano. Sus orígenes se remontan a movimientos literarios del siglo XX, cuando los poetas comienzan a explorar la intersección entre la ecología y la expresión artística.

Aunque la ecopoesía surge aparejada a la progresiva consolidación del ecologismo como movimiento político articulado, lo cierto es que no viene de la nada. Hay una tradición larga en la relación entre poesía y naturaleza: la poesía ecológica germina en movimientos literarios precedentes, como el Romanticismo. Digamos que hay un momento en el que se produce la transición entre la poesía romántica y lo que hoy ya consideramos netamente como poesía ecológica, marco dentro del cual este libro parece integrarse.

Cosmología del caos se abre con una cita elocuente de Thomas Berry, significativa a propósito de lo anterior: “El mundo natural es la comunidad sagrada más grande a la que pertenecemos. Dañar esta comunidad es disminuir nuestra propia humanidad”. En ella se apuntan ya algunas palabras clave que funcionan como sostén de la poesía ecológica en general y de este libro en particular: la naturaleza, la idea de comunidad, la humanidad y lo que queda fuera de ella. El libro se estructura en tres partes, bien diferenciadas entre sí pero que contribuyen a un libro orgánico: Cogito ergo sum (Pienso, luego existo); In medio virtus (En el equilibrio está la virtud); y Alea iacta est (La suerte está echada). Tres máximas latinas que componen un tríptico en el que lo humano se pone en cuestión (¿qué nos separa del resto de las especies?), se representa el desequilibrio, y se asume, aunque con cierta rebeldía, que nuestro mundo está al borde del colapso, o directamente en el colapso mismo, por causas además bien identificables, causas materiales y sistémicas.

A lo largo de estas tres secciones, se suceden las reflexiones acerca de la creación, se intenta nombrar la realidad de otras formas, se pone en crisis el sujeto humano que habla en los poemas, y, en suma, se aborda el presente no desde la urgencia, como podría parecer, sino desde la reflexión pausada. Estamos ante una escritura depurada, pulida, que no renuncia a la belleza y a la altura intelectual a pesar de estar escrito en un marco de extrema incertidumbre y de quiebre radical de las expectativas.

Este poemario de Carmen Hernández Montalbán no solo se erige como una respuesta poética a la crisis medioambiental, sino que, como hace toda buena poesía, genera infinidad de interrogantes nuevos. Jugando con la tradición de la ecopoesía, pero al mismo tiempo proponiendo nuevos caminos, Carmen nos invita a explorar otros futuros.