La mirada nostálgica, a través del
filtro del tiempo, ha transformado aquel vetusto tren de vapor –cansino, lento
y monótono– en un romántico viaje al pasado. Casi en una aventura. El histórico
tren de la línea Guadix-Baza-Almendricos fue inaugurado allá por el año 1895 y,
como un bisonte desbocado, cruzaba las provincias de Granada, Almería y Murcia.
Pero estaba escrito que no debía durar ni un siglo, pues cerraron la línea en
1984. A mediados de los 60, yo tenía doce años y recuerdo la estación de Guadix
como en una nube de algodón: aquella vieja locomotora resoplaba como un potro,
mientras iba soltando chorros de vapor. Luego, el trasiego de la gente que iba
y venía, el labriego con su gorra de visera y una maleta a cuadros, aquella
mujer vestida de negro y con una cesta en el brazo, el mozo que lleva los
paquetes en un carrillo de madera, el tío de las pipas, el factor con su gorra
roja, mirando impaciente el reloj... En fin, las prisas, el agobio y una
especie de angustia, mezclada con alegría, porque el 22 de diciembre
significaba para los estudiantes el comienzo de las vacaciones de Navidad.
Poco después de la señal, el renqueante
‘caballo de hierro’ se deslizaba perezosamente por los raíles, mientras los
pobres se apretujaban en los incómodos bancos de madera, que hacían
interminable el largo viaje. A través de las ventanillas, podíamos contemplar
el árido paisaje de las tierras rojizas de Guadix y las blancuzcas de Baza,
aunque el tren parecía desintegrarse al pasar por el viejo puente de piedra,
sobre el río Gor, y que todavía conserva las traviesas. Mientras tanto, la
locomotora Baldwin trotaba como una jaca alazana, con su penacho de humo al
viento, por las desérticas planicies, con un maquinista y un fogonero, que iba
echando paletadas de carbón. Ahora, el alcalde de Guadix la tiene encerrada en
un hangar, como un cacharro inservible, en vez de montar un tren turístico por
la zona. Aquellas bulliciosas estaciones de entonces, con sus andenes y
vagones, se convirtieron en lugares de paso, en comienzo y fin de trayecto, en
encuentros y desencuentros, en despedidas dolorosas, donde se mezclaban al
mismo tiempo los abrazos y adioses, los lloros y besos, las alegrías y las
penas. Sus andenes podrían contarnos muchas historias anónimas y, entre sus
marquesinas, han quedado prendidos tantos recuerdos como lágrimas derramadas
entre los viejos raíles.
Nicolás Cárdenas se jubiló de
especialista de estación en Guadix, hace 18 años, pero se acuerda muy bien de
aquel fatídico día: “Precisamente, el 31 de diciembre de 1984, fuimos a cerrar
la estación de Baza con la locomotora de vapor y, de paso, nos trajimos el
reloj, los faroles, etc. Pero allí nos encontramos con los manifestantes y con
una impresionante hoguera en la vía general. El caso es que tuvo que intervenir
la Guardia Civil. En Baúl pusieron traviesas ardiendo en la vía y tuvimos que
parar. Y en Hernán Valle, medio centenar de personas ocuparon los raíles. Pero
en Guadix acabó la historia y la línea se cerró”. En esta estación se
anunciaba, con un repique y tres toques de campana, cuando el tren venía por
Gor. Con un toque cuando venía por La Calahorra, y dos si el tren ya asomaba
por Benalúa.
Recuerdo que el tren de Guadix, que
salía a las dos de la tarde, llegaba a Baza a las 4:30: más no se podía pedir.
Y según cuenta Nicolás Cárdenas, había veces que el maquinista tenía que
bajarse y echar arena en las vías, porque la locomotora no podía subir las
cuestas de Gor y de Hernán Valle. “En cuanto a mercancías, venía de todo. De Albox
traían sacos de alpargatas, escobas y cáñamo. Y de otros sitios venían vagones
cargados de esparto. Luego tienes que ‘El Pescadero’ era el tren que venía de
Almería a Baza, con diez o doce cajas de pescado... Y también estaba el tren de
los borrachos...”. Hoy día, la estación de Gor está completamente abandonada,
pues allí solo crecen matorrales. Y no digamos la estación de Gorafe,
reconvertida en un corral de cabras, y que hace tiempo han debido comerse las
vías.
En Caniles el abandono es total,
mientras que la chimenea de la azucarera Las Mercedes se eleva al cielo, como
fiel testigo de aquella época del desarrollo. La estación de Baza ha sido
restaurada, pero ya no queda ni rastro de las antiguas vías. Con el tren se
llevaron las últimas esperanzas de estas tierras deprimidas, pues decían que la
línea no era rentable. Claro, aquí lo único rentable de toda la vida han sido
la emigración y el oficio de limpiabotas. El cierre de la línea significaba
condenar al atraso económico a las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar y, de
paso, acabaron con el cultivo de la remolacha y dejaron sin salida a los
productos de la zona. ¡Lo de siempre! Pero, mejor será quedarse con los bellos
recuerdos y no contemplar estas ruinosas estaciones y andenes desaparecidos –ni
siquiera se molestan en restaurarlos–, que más parecen fantasmas del pasado.
“¡Viajeros al tren! El tren con destino a Gor, Gorafe, Baúl, Zújar, Freila,
Baza, Caniles y Almendricos va a efectuar la salida de un momento a otro…
¡Piií!”.
Posdata: este artículo fue publicado en La Opinión de Granada, el 14 de diciembre
de 2005. La línea fue cerrada por el Gobierno de Felipe González, al mismo
tiempo que apostaba por el AVE Sevilla-Madrid. Extraído de mi libro ‘Artículos
del Altiplano y de Granada’.
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