La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

lunes, 14 de septiembre de 2015

El tren de Guadix a Baza, por LEANDRO GARCÍA CASANOVA.


Cerámica J. Gabarrón.


La mirada nostálgica, a través del filtro del tiempo, ha transformado aquel vetusto tren de vapor –cansino, lento y monótono– en un romántico viaje al pasado. Casi en una aventura. El histórico tren de la línea Guadix-Baza-Almendricos fue inaugurado allá por el año 1895 y, como un bisonte desbocado, cruzaba las provincias de Granada, Almería y Murcia. Pero estaba escrito que no debía durar ni un siglo, pues cerraron la línea en 1984. A mediados de los 60, yo tenía doce años y recuerdo la estación de Guadix como en una nube de algodón: aquella vieja locomotora resoplaba como un potro, mientras iba soltando chorros de vapor. Luego, el trasiego de la gente que iba y venía, el labriego con su gorra de visera y una maleta a cuadros, aquella mujer vestida de negro y con una cesta en el brazo, el mozo que lleva los paquetes en un carrillo de madera, el tío de las pipas, el factor con su gorra roja, mirando impaciente el reloj... En fin, las prisas, el agobio y una especie de angustia, mezclada con alegría, porque el 22 de diciembre significaba para los estudiantes el comienzo de las vacaciones de Navidad.
    Poco después de la señal, el renqueante ‘caballo de hierro’ se deslizaba perezosamente por los raíles, mientras los pobres se apretujaban en los incómodos bancos de madera, que hacían interminable el largo viaje. A través de las ventanillas, podíamos contemplar el árido paisaje de las tierras rojizas de Guadix y las blancuzcas de Baza, aunque el tren parecía desintegrarse al pasar por el viejo puente de piedra, sobre el río Gor, y que todavía conserva las traviesas. Mientras tanto, la locomotora Baldwin trotaba como una jaca alazana, con su penacho de humo al viento, por las desérticas planicies, con un maquinista y un fogonero, que iba echando paletadas de carbón. Ahora, el alcalde de Guadix la tiene encerrada en un hangar, como un cacharro inservible, en vez de montar un tren turístico por la zona. Aquellas bulliciosas estaciones de entonces, con sus andenes y vagones, se convirtieron en lugares de paso, en comienzo y fin de trayecto, en encuentros y desencuentros, en despedidas dolorosas, donde se mezclaban al mismo tiempo los abrazos y adioses, los lloros y besos, las alegrías y las penas. Sus andenes podrían contarnos muchas historias anónimas y, entre sus marquesinas, han quedado prendidos tantos recuerdos como lágrimas derramadas entre los viejos raíles. 

     Nicolás Cárdenas se jubiló de especialista de estación en Guadix, hace 18 años, pero se acuerda muy bien de aquel fatídico día: “Precisamente, el 31 de diciembre de 1984, fuimos a cerrar la estación de Baza con la locomotora de vapor y, de paso, nos trajimos el reloj, los faroles, etc. Pero allí nos encontramos con los manifestantes y con una impresionante hoguera en la vía general. El caso es que tuvo que intervenir la Guardia Civil. En Baúl pusieron traviesas ardiendo en la vía y tuvimos que parar. Y en Hernán Valle, medio centenar de personas ocuparon los raíles. Pero en Guadix acabó la historia y la línea se cerró”. En esta estación se anunciaba, con un repique y tres toques de campana, cuando el tren venía por Gor. Con un toque cuando venía por La Calahorra, y dos si el tren ya asomaba por Benalúa.
    Recuerdo que el tren de Guadix, que salía a las dos de la tarde, llegaba a Baza a las 4:30: más no se podía pedir. Y según cuenta Nicolás Cárdenas, había veces que el maquinista tenía que bajarse y echar arena en las vías, porque la locomotora no podía subir las cuestas de Gor y de Hernán Valle. “En cuanto a mercancías, venía de todo. De Albox traían sacos de alpargatas, escobas y cáñamo. Y de otros sitios venían vagones cargados de esparto. Luego tienes que ‘El Pescadero’ era el tren que venía de Almería a Baza, con diez o doce cajas de pescado... Y también estaba el tren de los borrachos...”. Hoy día, la estación de Gor está completamente abandonada, pues allí solo crecen matorrales. Y no digamos la estación de Gorafe, reconvertida en un corral de cabras, y que hace tiempo han debido comerse las vías. 
    En Caniles el abandono es total, mientras que la chimenea de la azucarera Las Mercedes se eleva al cielo, como fiel testigo de aquella época del desarrollo. La estación de Baza ha sido restaurada, pero ya no queda ni rastro de las antiguas vías. Con el tren se llevaron las últimas esperanzas de estas tierras deprimidas, pues decían que la línea no era rentable. Claro, aquí lo único rentable de toda la vida han sido la emigración y el oficio de limpiabotas. El cierre de la línea significaba condenar al atraso económico a las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar y, de paso, acabaron con el cultivo de la remolacha y dejaron sin salida a los productos de la zona. ¡Lo de siempre! Pero, mejor será quedarse con los bellos recuerdos y no contemplar estas ruinosas estaciones y andenes desaparecidos –ni siquiera se molestan en restaurarlos–, que más parecen fantasmas del pasado. “¡Viajeros al tren! El tren con destino a Gor, Gorafe, Baúl, Zújar, Freila, Baza, Caniles y Almendricos va a efectuar la salida de un momento a otro… ¡Piií!”.


Posdata: este artículo fue publicado en La Opinión de Granada, el 14 de diciembre de 2005. La línea fue cerrada por el Gobierno de Felipe González, al mismo tiempo que apostaba por el AVE Sevilla-Madrid. Extraído de mi libro ‘Artículos del Altiplano y de Granada’.

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