Ojeo el sol cuando
entrecruzo mis piernas en una pisada,
en la inmediatez de una suavidad uniforme.
en el vagón del camino.
Estrellas, recuerdos,
libros compuestos, sin títulos que amasar.
Ojeo.
Y tú me amas.
Luego… me olvidas y en un minuto
me amarras.
Ojeo, sin salirme de la tangente,
de la gravedad de la memoria.
Ojeo tu inexistencia,
Olfateo la profundidad de los desvaríos,
de los poemas sin nombre.
Ojeo sin mediar palabra.
Con el fin de poder transgredir
la palabra tupida
en las exequias de los momentos.
Ojeo la palabra carne y el singular
de los restos,
y siempre,
ojeo tu necesaria premura
en amar corriendo.
Precioso!!
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