La Oruga Azul.
domingo, 10 de diciembre de 2023
AHORATELEO, revista literaria. Número 4. Diciembre de 2023.
Entrevista a Pepe Romero, autor de Eslabones rotos.
Háblanos un poco de ti.
Pues de mí puedo decir lo que
siempre refiero: Idealista y soñador perenne, con cuerpo de hombre alma de niño
y corazón de poeta. Vamos, con todas las papeletas, según los tiempos que corren,
para estar en el bando de los eternos perdedores. No es que esté de bajón ni
sea pesimista, solo me remito a una realidad fehaciente y palpable.
¿Qué podemos encontrar entre las
páginas de Eslabones rotos?
¿En qué ingrediente reside la
fuerza de este libro?
¿Cómo describirías tu trayectoria
de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Pienso, que siempre exponiendo la
realidad misma sin aderezos ni flores. Mostrándola tal y como se nos presenta
ante nuestros ojos
¿Cuál fue el último libro que
leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Bueno, el último, el poemario
“Cosmogonía del caos” de Carmen Hernández Montalbán, una delicia para los
sentidos. Y en cuanto a Narrativa, “El narrador de historias” de Harold Robbins;
un libro que compré en Gijón en un mercadillo callejero. Yo ya había leído a
este autor, pero la verdad es que me sorprendió gratamente este libro. En definitiva,
el libro me costó solo un euro, pero el contenido me agradó bastante, creo que
valió la pena.
Y ahora qué, ¿algún nuevo
proyecto?
Entrevista a Javier Gilabert, autor de Todavía el asombro.
Háblanos un poco de ti.
Para empezar, soy maestro; maestro avemariano (de las Escuelas del Ave María), felizmente casado y padre de dos hijos maravillosos. Y de unos años a esta parte, escribo poesía. Llegué al mundo poético de la mano de PoeAmario (Círculo Rojo, 2017), un proyecto que combinaba poesía y solidaridad, pero es En los estantes (Esdrújula Ediciones, 2019), el que considero mi primer poemario. Hasta llegar a Todavía el asombro (Ediciones del Gallo de Oro, 2023), con el que obtuve el Premio Blas de Otero-Ángela Figuera, han sido muchas las cosas hermosas que me ha traído esta disciplina, como publicar Bajo el signo del Cazador o Sonetos para el fin del mundo conocido a cuatro manos con Fernando Jaén y Diego Medina Poveda, respectivamente, coordinar antologías tales como la antología de textos contra la violencia machista Granada no se calla (Esdrújula, 2018), Versos al amor de la Lumbre (Revista Lumbre, 2020), Para decir amor, sencillamente (Diputación de Granada, 2023), un homenaje a Rafael Guillén, o La satisfacción del deber cumplido (Esdrújula, 2023), con motivo de la celebración del centenario de la muerte del Padre Manjón, fundador de las escuelas en las que desempeño mi labor docente. En estos años también he tenido la fortuna estar detrás de dos secciones de entrevistas en SecretOlivo.com, de colaborar con la revista musical Efe Eme, o de crear junto con Fernando Jaén y Gerardo Rodríguez Salas el Premio Nacional de Poesía “Ciudad de Churriana”, único en nuestro país que galardona a un libro publicado y a su editorial.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Todavía el asombro?
Los lectores y las lectoras de Todavía el asombro se encontrarán, en primer lugar, un poema que sirve a la manera de mapa para guiarlos en su lectura. El poema, dividido en cuatro partes, da las claves de lectura de dichos capítulos. En cada uno de ellos hay trece poemas muy breves, a la manera de los epigramas clásicos -aunque no en el mismo tono- que con un lenguaje sencillo recogen una serie de reflexiones sobre la vida, también acerca de la escritura poética, pero sobre todo que pretenden poner en valor la importancia de lo que la vida nos da, de aquello que cotidianamente tenemos a nuestro alcance y que tan a menudo desdeñamos precisamente por eso. De una parte, es un compendio de la mirada; de otro, una suerte de “carpe diem”. Para cerrarlo, un soneto blanco hace las veces de Coda y termina remarcando aquello que pretende expresar el libro: “tan sólo es posesión la vida ahora”.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Eso es algo que habrán de decidir sus lectores. En mi opinión, su aparente sencillez y la brevedad de sus poemas, pero con un mensaje claro y -al menos, eso espero- profundo. También en el ritmo de sus versos. He intentado que los poemas tengan su propia música.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Como comentaba anteriormente, han pasado cinco años desde que autoedité PoeAmario, por casualidad como quien dice, hasta Todavía el asombro. Afortunadamente, en este tiempo he tenido la enorme fortuna de conocer y aprender de grandísimos poetas como Juan Carlos Friebe o Rafael Guillén, por mencionar dos, aunque cuento entre mis amigos con muchas y muchos poetas de cuyos consejos aprendo a diario. Quiero creer que he hay una evolución en el decir y en el cómo decirlo en estos años.
Por otro lado, en todo este tiempo he tenido la suerte de conocer personas maravillosas, seres de luz con los que comparto prácticamente a diario vida y poesía. Sin duda, me quedo con eso.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Acostumbro a llevar varios libros adelante. Según el momento del día, leo narrativa o poesía, ensayo... Así pues, si os parece, citaré uno de cada. En narrativa, Martinete del Rey Sombra (Jeckyll & Jill, 2023), de Raúl Quinto. Lo elegí porque Raúl es un grandísimo escritor y porque la temática, el intento de genocidio del pueblo gitano en la España del rey Fernando VI y del Marqués de la Ensenada, me pareció muy interesante: desgraciadamente era un tema “borrado” de los libros de historia y Quinto nos acerca a esa realidad terrible con un libro preciosamente escrito; en poesía mencionaré 174517 [El corazón del pájaro] (Cenlit Ediciones, 2016) un poemario con el que Tomás Hernández obtuvo el Premio Ciudad de Pamplona y que nos acerca el testimonio en primera persona de los protagonistas de otro genocidio, el del pueblo judío a manos de los nazis. Sin duda, uno de los libros que más me han conmovido últimamente. Por último, mencionaré Seres de un día (La isla de Siltolá, 2017), del poeta cordobés Antonio Luis Ginés, un híbrido entre el ensayo y la prosa poética que incide en la reflexión de la propia producción poética. Recomiendo encarecidamente a quien lea estas líneas que se haga con ellos: los disfrutará.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
“Proyecto” es mi segundo nombre [risas]. Desde que llegué al mundillo literario no he parado de poner en marcha proyectos que me han parecido interesantes por diversos motivos (como fue el caso de Granada no se calla (Esdrújula, 2018), una antología de textos contra la violencia machista). En esta inercia he tenido la fortuna de hacer equipo estable con mis queridos Fernando Jaén y Gerardo Rodríguez Salas y con ellos estoy preparando ya la tercera edición del Premio Nacional de Poesía “Ciudad de Churriana” que coordinamos conjuntamente, y la segunda de “Vega Poética”, el festival de poesía que va aparejado a dicho Premio. También hay en marcha otros proyectos corales, y en distintas fases. Pronto podré contar más sobre alguno de ellos. En lo estrictamente personal, sigo leyendo y escribiendo, pero ahora toca darle a Todavía el asombro una vida digna. Quedan aún varias presentaciones por delante y me ilusiona muchísimo poder darlo a conocer a nuevas y nuevos lectores. Pero sin lugar a dudas, el proyecto más especial en el que estoy trabajando es la tercera edición de "La poesía es cosa de niños” una antología de poemas de mis alumnos de 4º de primaria que publico a final de curso (las dos anteriores pueden descargarse gratuitamente en mi web, www.javiergilabert.es).
Entrevista a Eduardo Moreno Alarcón, autor de Ojos de vidrio.
Háblanos un poco de ti.
Buff… A ver qué digo ahora. Me considero una persona muy afortunada. Doy gracias a la vida por tener a mi lado a una mujer maravillosa (responsable de que escriba) y contar con amig@s del alma. Trato de disfrutar con las cosas sencillas. Odio los egos. Adoro el teatro y la naturaleza (salgo de ruta senderista con frecuencia). Siento la música como una parte de mí. Me gustan el orujo y el buen whisky de malta escocés. No entiendo la vida sin escribir. Soy un apasionado de la literatura fantástica desde que era adolescente. Puedo ser mi peor enemigo. No quiero dejar de aprender.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Ojos de vidrio?
Se trata de una novela corta de terror psicológico sobre el mal que es inherente al ser humano. No emplea un miedo de sobresaltos, sino que se sirve de la atmósfera y los traumas para crear un clima de tenso desasosiego. Es una historia muy intimista y cotidiana que ahonda en la psique más oscura de su protagonista, Alejandra, una preadolescente inadaptada, en pleno cambio físico, que vive a atrapada en un entorno opresivo: casa, familia, amigas, un pueblo cerrado sobre sí mismo. Se ve perseguida por fantasmas del pasado y del presente.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Ismael Martínez Biurrum, autor del prólogo, define la novela como una historia de adolescencia y fantasmas tan sutil como implacable. Personalmente, considero que la fuerza del libro reside en tres aspectos: la ambientación cotidiana rural, la atmósfera opresiva y el enfoque psicológico de diálogo interior a través del uso de la segunda persona. La prosa, precisa y poética, también juega un papel esencial. Por último, me gustaría destacar la cuidada edición a cargo de InLimbo, con una portada tremenda.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Un camino de aprendizaje, descubrimiento, esfuerzo y disfrute, en el que he tenido la fortuna no sólo de publicar, sino, sobre todo, de encontrar personas con un talento impresionante. Como digo siempre, no hay mejor regalo que compartir esta aventura creativa. Intento buscar nuevos retos, propuestas diferentes. Narrativamente, he ido ampliando mis influjos y acercándome a una prosa más precisa, con pinceladas poéticas, desprovista de ornatos superfluos. Siempre me esfuerzo en mejorar.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez. Tenía muchas ganas de adentrarme en su universo y prefería hacerlo leyendo, en primer lugar, sus libros de relatos. Esta lectura me ha fascinado. Maravillosa escritora. Una maestra de lo inquietante.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Pues sí, actualmente estoy trabajando en un libro de cuentos de agro-horror (un género naciente deudor de Ofrendas, de mi admirada paisana Ana Martínez Castillo). Por otro lado, en 2024 verá la luz una antología homenaje a la escritora Shirley Jackson en la que he tenido el honor de participar.
Entrevista a Pura Fernández Segura, autora de Ciega claridad.
Háblanos un poco de ti.
Para empezar decir que hablar de mi misma, me resulta harto complicado. Sobre todo porque la percepción que solemos tener de nosotros es cambiante, brumosa y a la vez nítida, cuando la memoria bondadosa, nos retrotrae a la edad de la inocencia. Pienso, que si algo nos define es el tiempo de la infancia, con esa impedimenta apagamos el hambre y la sed del camino y abrimos el corazón a los otros. A veces también quedamos sorprendidos preguntándonos quien pueda ese ser extraño, que lleva nuestro rostro y que apenas conocemos. Así pasamos la vida intentando averiguar quiénes somos y tengo mis dudas de que al fin lo logremos.
En cuanto a mi formación académica, soy Licenciada en Geografía e Historia y Grado en Ciencias Teológicas. Poeta, amante de la lectura e intelectualmente inquieta. Me ha interesado el estudio y el conocimiento en general como medio para entender y dignificar mi mundo y el mundo. Disfruto con la pintura y la música. Comparto a partes iguales mi gusto por la ciudad y la contemplación de la naturaleza.
Comencé a escribir desde pequeña, cuando tuve conciencia de por alguna razón mis ojos miraban las cosas de manera distinta, al resto de los niños de mi edad.
Detesto la ignorancia y por esa razón intento leer, estudiar y profundizar en aquello que me interesa.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Ciega Claridad, tu último poemario publicado?
Bueno, el título del poemario, Ciega Claridad, puede dar algunas pistas sobre su contenido. He querido fusionar dos palabras aparentemente enfrentadas: ciega y claridad, mediante el sortilegio del lenguaje poético, procurando que cobren sentido y provoquen distintos pulsos interpretativos. Pulsos que transitan en torno a dos vertientes. En la primera, oscuridad y luz aparecen como elementos contrarios que se amalgaman en torno a la búsqueda de la identidad del ser y el deseo de transcendencia. Hay en este poemario un deseo de expresar esa pulsión que nos empuja a religarnos con el misterio, con lo Otro o si se quiere con Dios desde una perspectiva creyente, como es mi caso. Es preciso atravesar la noche para contemplar el resplandor de la aurora. Cruzar el silencio y su desierto para dar con el agua y la sombra de las palmeras. Será allí el lugar propicio para las manifestaciones epifánicas. Cuando el sol está en su cenit y desaparece la sombra, porque quien se atreve a elevar la mirada aún a riesgo de perder la los ojos, descubre un espacio de luz extrema, un punto ciego, en el pudiera estar la nada y todo. Espacio lindero donde adivinamos la presencia de lo sagrado, el deseo de completud, aquello que apenas somos capaces de decir porque rebasa la palabra misma.
En la segunda vertiente, el poemario transita por la luz y la oscuridad que en este caso, se plasman como principios coadyuvantes que vertebran la existencia humana: por un lado el amor, la belleza, el desprendimiento o la compasión y de otro lado el mal moral representado por la guerra, la soberbia, la hipocresía, la injusticia o la ambición desmedida.
Ambas vertientes fluyen ensambladas en las dos partes que conforman este poemario: Temet nosce y cerrado de mis horas.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Pienso que Ciega claridad se compone distintos elementos conceptuales que van orquestando un discurso poético que le da unidad de sentido y solidez. La indagación, el despojamiento y la introspección con que fueron saliendo a la luz estos poemas, estimo que le infunden fuerza y verdad a una poesía depurada, sin artificio y que aspira a conmover, provocar la reflexión o la interpelación.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Pues supongo que he ido creciendo, aprendiendo y consolidando mi forma del “decir poético”. Si me resulta difícil hablar mi misma, más complicado me resulta explicar o argumentar acerca de la poesía que escribo, prefiero que el lector dé su opinión o en su caso el crítico.
Sobre Ciega Claridad, entre otras cosas, se ha dicho que es un libro de madurez en el que la pulsión lírica adquiere una voz genuina que se reconoce por su singularidad. Poemas impregnados por ese misterio inspirador que hace de la auténtica poesía, verdad y emoción. Y donde confluyen contenido y forma, experiencia vital, además de una sólida formación intelectual. Versos profundos que exhalan la zozobra que procura la mordedura del tiempo y también la claridad del amor que sostiene fragilidad que nos acompaña.
Opiniones generosas que no puedo sino agradecer y que animan a seguir aprendiendo y profundizando…
¿Qué libro estás leyendo? ¿Por qué lo elegiste?
Pues ahora estoy leyendo una Antología de textos filosóficos de María Zambrano. A la par ando con la lectura de la obra de algunas escritoras y escritores de cuales vengo impartiendo un Ciclo de Conferencias, en el Aula Permanente de la Universidad, en su sede de Guadix.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Sigo escribiendo… y a saber si cuajará o dará en un nuevo poemario.
No hay prisa, los libros salen cuando ellos quieren. Sólo hay dejarse para escuchar en silencio, lo que nos viene dicho…
Entrevista a Alicia Choin, autora de El peso de las mantas.
Háblanos un poco de ti.
¿Qué podemos encontrar entre las
páginas de El peso de las mantas?
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
¿Cuál fue el último libro que leíste?
¿Por qué lo elegiste?
El libro de sonetos maravilloso “La
luz que no nombro” de mi amigo Paco Sánchez que estará disponible en febrero.
Paco tuvo la generosidad de pasármelo para que lo leyera y ha sido todo un
descubrimiento. Sus sonetos tienen el ritmo perfecto y sumergirse en su lectura
es adentrarse en un trepidante mundo de sensaciones y sentimientos con el que
nos sentiremos tan identificados como parte de nuestra experiencia vital.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Estoy terminando un poemario de tono
más optimista. Mis hijos a menudo me preguntan por qué gran parte de mi poesía
es triste. Siempre les digo que me parece que los poemas tristes tienen más
peso que los felices y llegan más hondo. Pero reflexioné sobre sus palabras y
decidí escribir un poemario que exaltara la belleza y felicidad del amor
sentimental. Estoy pensando también volver a los relatos cortos, un género que
me encanta y que he tenido un poco abandonado en los últimos años.
Entrevista a María Pizarro, autora de Campanas de libertad.
Háblanos un poco de ti.
Soy poeta y actriz, aunque como decía mi padre, cada uno se gana la vida como puede: trabajo para la Administración de Justicia y soy Experta en Criminología. Tengo voluntad para la organizar eventos, aunque no soy gestora cultural. Desde 2015 coordino un Festival, que tiene su origen en República Dominicana, ideado por la poeta y diseñadora gráfica, Jael Uribe, Grito de Mujer. Con él he recorrido toda la provincia de Córdoba, con recitales poéticos y musicales, y exposiciones de obras de arte. Marzo de 2024 será nuestra décima edición. Son muchos los artistas que han pasado por este festival, y yo estoy francamente orgullosa de haberlo mantenido durante una década, en defensa de la mujer y contra la violencia de género, ambos aspectos tan necesarios en la sociedad de hoy en día. También colaboro, siempre que puedo, en festivales y eventos con carácter solidario o social. Para mí, este matiz es fundamental. Casi todos mis libros tienen una intención, una denuncia. Y si en alguna ocasión se me ha pedido que definiera mi poesía, he dicho que es social, sin lugar a duda.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Campanas de libertad?
Campanas de libertad es un ejemplo claro de este tipo de poesía con mensaje social: aborda la problemática del juego patológico. Es una llamada de atención, una alerta contra esta situación: nos venden el juego por televisión; en internet es accesible incluso a menores, y todos nuestros barrios están plagados de salones de juego.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Creo que está en la dulzura y la ironía de sus poemas: en la forma de presentar al “jugador”, la esperanza de la curación, la comprensión y en el respeto hacia el enfermo y su entorno; las anécdotas y los juegos infantiles que ocupan la parte central del libro.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Soy una escritora que se toma su tiempo: he intentado que mis libros no sean uno el calco de otro. Y eso me lleva sus horas de reflexión. Aunque como he dicho, no se pierde esa orientación social en cada uno de ellos, al menos he intentado que en la forma sean diferentes: utilizando métricas o gustos estéticos dispares. Por ejemplo, en mi libro Miembro fantasma, con el que obtuve el Premio Solienses en 2016, dediqué un capítulo al haiku; seguidamente en La libertad de la herida, solo utilicé esta métrica, y aunque me gusta mucho, no he vuelto a utilizarla. Es cierto, que la poesía breve es mi favorita, y en Campanas de libertad, era necesaria una poesía desnuda, que permitiera al lector la reflexión y dilucidar sus propias conclusiones. Debemos tener en cuenta que no es un tratado, ni un estudio sociológico, sino un libro de poesía que habla sobre la ludopatía. Aunque en su forma, hay quién me ha dicho que conecta con mi primer libro: Lyrica 75, éste también surge de una necesidad personal y algún día contaré si volviera a editarlo.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Ahora mismo estoy leyendo “El libro de la desobediencia” de Rafael Courtoisie, que tiene como escenario un Japón fantástico y milenario. Soy tallerista de este escritor uruguayo e intento conocer su obra. Tengo pendiente, me lo acaban de regalar “Donde anida el rayo” de la poeta también uruguaya Amanda Berenguer
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Tengo dos libros que saldrán de forma inminente “Días ridículos”, que curiosamente escribí hace más de veinte años, y se quedó en un cajón. Ahora lo ha recuperado la editorial Aliar de Granada, para su colección Averso. Esta ciudad es muy importante para mi trayectoria, fíjate que los primeros poemas que publiqué fueron en la ciudad de Guadix, en un libro colectivo llamado Menacir. Y me llena igualmente de satisfacción la antología Distopía (en femenino) recopilación de Pepa Merlo, también con la granadina, Elenvés editoras, publicada este mismo año.
Entrevista a Isabel Bermejo, autora de Sin norte por mis ojos.
Háblanos un poco
de ti.
Empezando por mis orígenes, puedo decir que
soy de Ceuta, una tierra ubicada en un enclave especial, entre dos mares (como
tocara Paco de Lucía), con una luz y una paleta de colores inigualables. Mi
infancia y juventud allí, la mescolanza de culturas, gastronomía, religiones, el
ambiente familiar rodeada de libros, tebeos, oleos y maderas para tallar,
costura… me forjaron en múltiples aspectos, algunos de ellos fundamentales,
porque han permanecido a lo largo de mi vida: la tolerancia ante la diversidad,
la creatividad y el amor por la lectura y la escritura, que empecé a ejercitar
desde los ocho años. Además, siempre me he sentido empujada al aprendizaje, mi
sentido perfeccionista del trabajo y el miedo a la mediocridad, han hecho que,
a lo largo de mi vida, no haya dejado de aprender y profundizar.
Más tarde, en Granada, encontré mi segunda
ciudad, un lugar para vivir y también soñar. Aquí me formé como universitaria y
tuve la suerte de vivir una época dorada a nivel cultural aquí. Tuve el
privilegio de conocer y compartir muchos momentos entrañables, literarios y
divertidos con profesores, compañeros de la Facultad y conocidos muy
influyentes en la vida cultural a nivel nacional, como Javier Egea, Juan Carlos
Rodríguez, Álvaro Salvador, Luis García Montero, Andrés Soria, Antonio Carvajal
(quien me presentó a Carlos Cano), Ángela Olalla, Sultana Whanón, J.J. García,
Jesús Ortega, Enrique Morente… y, cómo no, el alma de tantos encuentros en la
Tertulia, Tato Rébora quien, además, me
animó a aprender a bailar tango y a participar en diferentes espectáculos, en
los Festivales Internacionales de Tango que se celebran desde hace décadas en
Granada. Todo este ambiente enriqueció muchísimo mi universo personal y
cultural.
En cuanto a la escritura, a pesar de que
escribo desde siempre y tengo libros inéditos, algunos de ellos registrados
hace más de treinta años, no empecé a publicar hasta hace pocos años. Siempre
abordé la escritura desde el ámbito de lo privado, la parte pública me cuesta
bastante, probablemente por lo que comenté antes: mi maldito perfeccionismo
extremo y el miedo a la mediocridad. He
colaborado en revistas literarias y educativas, en diferentes antologías y en
el año 2021 me alcé con el primer premio del Certamen internacional de Poesía
Aliar. Ese mismo año, se publicó también mi primer poemario infantil. Mis dos
últimos libros se han publicado en este año 2023: «Espantario», por Babidi-Bú,
un poemario
infantil escrito en clave de humor, para espantar los miedos, y «Sin norte por
mis ojos», del sello editorial AVERSO Poesía.
¿Qué podemos
encontrar entre las páginas de «Sin norte por mis ojos»?
La representación de fragmentos del tiempo en
un itinerario múltiple. Aborda el tiempo como época, el tiempo de la naturaleza
y nuestro paso del tiempo físico y vital. El libro se abre con un recorrido por
el tiempo histórico y social actual, situándonos en un escenario recorrido con
una mirada devastada y escéptica ante posibles cambios positivos a la realidad
narrada. Refleja, en tan solo unas cuantas estrofas, este tiempo huraño que nos
ha tocado vivir. Hablo del deterioro de la naturaleza, las guerras, la
cosificación humana, la prostitución, el hambre… Un viaje fugaz sobre ese mapa
de brújulas insomnes, un caminar desencantado sobre el tiempo que nos ha tocado
vivir:
«Sin norte por mis ojos
de cuencas encendidas,
cruzando planisferios
y rutas olvidadas;
con la tinta sangrante
sobre los pergaminos,
golpeo con palabras
la faz de un tiempo huraño».
[………]
«El aire quema y duele,
cargado de cenizas,
sobre un paisaje aciago
de sombras que se alargan.
Y en un mapa cansado,
de brújulas insomnes,
camino sobre el tiempo,
sin norte por mis ojos».
A continuación de esta especie de prefacio, encontramos
la parte más extensa y que conforma todo el corpus poético del libro. Se titula
«Las estaciones del daño» y está dividida en cuatro partes. En ella, seguimos teniendo un itinerario,
aunque menos abarcante o general, a través del tiempo cíclico de la naturaleza,
dentro de la cual estamos nosotros, como naturaleza que somos también. Su
estructura es circular, ya que recorre las estaciones del año, empezando por el
otoño, y el último poema acaba enlazando el final del verano con el nuevo y
repetido comienzo del ciclo natural. En el ciclo vital de la naturaleza, todo
tiene sentido. El árbol pierde las hojas para descansar y empezar su nuevo
ciclo, la flor perderá sus pétalos y se convertirá en fruto, la semilla del
fruto que cae o viaja en el pájaro posibilitará un nuevo árbol… Todo tiene un
sentido de conservación y permanencia, de vida, de interrelación, incluso la
cadena trófica tiene un por qué… La especie humana es la que está olvidando que
somos naturaleza, que también tenemos un ciclo vital y somos parte del planeta.
Sin embargo, los intereses económicos, geopolíticos, la superficialidad y la
estulticia reinante, el querer vivir eternamente, pretender ser joven
eternamente (hablo también del proceso natural de envejecer), etc. nos está
haciendo perder el norte, desenfocar la mirada, descuidar el mundo en que
vivimos, en todos los sentidos. Somos capaces de ser muy solidarios y empáticos
ante cualquier tragedia, pero la olvidamos en el próximo telediario… La
inmediatez nos está precipitando a no vivir las cosas de una manera más pausada
y natural. Los niños y las niñas también son víctimas de esta urgencia. Como
ser humano y como docente, me preocupa mucho la fragilidad de la infancia, y la
desatención en tantos aspectos fundamentales de su ser… Por tantas razones, titulé a esta parte «Las
estaciones del daño». No solo no tiene sentido lo que tantas veces hacemos como
especie, sino que somos capaces incluso de destruir nuestro entorno, y de
hacernos daño a nosotros mismos… En esta parte del libro, que en realidad es
todo el libro en sí, se fusionan naturaleza y tiempo con emociones, vivencias,
pensamientos, recuerdos… Y la palabra, como una araña que va tejiendo su tela a
lo largo del libro, siempre presente, como forma de permanencia ante lo
mutable, lo vivido, la propia manera de interpretar el mundo, la palabra como
testigo y huella delatora:
«La palabra es el huésped
que, en mi boca hace lumbre.
Se acomoda y habita,
sigilosa, conmigo».
¿En qué
ingrediente reside la fuerza de este libro?
En la verdad con que abordo cada verso, en la
desnudez de la palabra. En no dulcificar la cruda visión de determinadas cosas,
o mostrar la cara amable del mundo, o de aquello que nos rodea. En la
sinceridad, a pesar del pesimismo que encierra.
¿Cómo describirías
tu trayectoria de escritora desde la primera publicación hasta esta última?
Voy a hablar de mi trayectoria desde mi
primer libro, que no coincide con mi primera publicación. Porque, como mencioné
anteriormente, hay en mis cajones libros inéditos que registré hace muchos años
y otros que pasaron por la autoedición y que no he dado a conocer. Pero, sin
duda, cuentan para mí y forman parte de mi bagaje literario. Podría definirme
como una escritora versátil (sobre todo en la poesía, aunque suene a juego de
palabras), y poliédrica. Me fascina crear y explorar, formarme y aprender, probar
nuevos retos de escritura, unir textos e imágenes, por ejemplo el collage, que
practico desde hace varias décadas. Las influencias recibidas a través de las
lecturas de toda una vida salen a flote siempre de una u otra manera. Cuando
eres muy joven y aún no has encontrado tu propia voz poética, aprendes imitando
a tus autoras y autores favoritos. Mis primeros textos de juventud tienen ecos
lorquianos, machadianos, influencias de Bécquer, de la generación del 98, de la
del 27… Eran textos en su mayor parte rimados, con temática amorosa,
fundamentalmente. Mi crecimiento lector fue incorporando lecturas de los
clásicos medievales, Siglo de Oro, Barroco… Así, empecé a escribir también
usando la métrica clásica, las estrofas por excelencia, como el soneto. Y con
diecinueve o veinte años empecé a escribir poesía satírica. A medida que se ha
ido enriqueciendo mi mundo lector y también mis experiencias personales en las
distintas etapas de la vida, mi escritura ha ido evolucionando. Hace unos pocos
años, profundicé en la poesía japonesa, una delicatessen
que me motiva y me relaja, me conecta profundamente con el pensamiento y la
naturaleza, a través de la observación, la sensibilidad y la reflexión. Es,
además, como una especie de juego o de reto en el que cada pieza debe encajar y
tener el equilibrio necesario, en el que cada estrofa requiere un armazón
métrico y una serie de elementos y requisitos que deben cumplirse para
conseguir el texto más puro posible. Y no estoy hablando solamente del haiku
que, al occidentalizarse, ha perdido su esencia, hasta dejar de serlo. (Hay
muchos tipos de estrofa, incluso de igual métrica Tei-Kei del haiku).
También he probado con los relatos breves.
Tengo dos libros inéditos, uno de ellos escrito en los años 80-90, y otro
inacabado, en clave bastante surrealista. (El surrealismo es un movimiento
literario que me gusta, me divierte). Y un libro de aforismos que anda por ahí,
en algún cajón. Ah, y también un poemario infantil anterior a este último
publicado, que trata sobre el color y le tengo especial cariño. Espero que
algún día se publique.
Pero, en líneas generales, mi escritura
siempre se ha construido desde la ausencia, sobre todo en el caso de la poesía.
También destaca mi visión cómica, surrealista, a veces, y algo esperpéntica de la vida, lo cual me
sirve para quitarle hierro a mi pesimismo vital y reírme un poco de la
realidad. Y mi otra faceta mía es la literatura infantil, que me aporta dulzura,
ternura y me ayuda a no perder de vista a la niña que vive dentro de mí.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Más que de un libro, hablaré de un autor. El
último que he estado leyendo y explorando ha sido Rafael Cárdenas. Había leído
algo de él: «Sobre abierto», un libro que me gustó, con poemas breves rozando
la filosofía, el hinduismo, el taoísmo… Luego leí la «Antología poética»,
publicada por Visor. Y de ahí pasé a la «Obra entera, Poesía y Prosa
(1958-1995) », de Pre-Textos. Me parece un autor que hay que leer. Y, entre
nuevas lecturas y descubrimientos, como siempre, sigo releyendo a los clásicos
de la Literatura, que nunca debemos perder de vista.
Y ahora qué,
¿algún nuevo proyecto?
Ahora ando recopilando y poniendo orden en mi
poesía satírica. Creo que todos necesitamos reír, aunque el trasfondo pueda ser
ácido o pretenda ridiculizar o denunciar a nivel social, político, religioso o
amoroso, que son las vertientes propias de la sátira. A ratos, escribo nuevos
textos, corrijo los ya escritos, leo, releo, reescribo… No puedo parar.
No quisiera despedirme sin agradecer la
oportunidad de dar a conocer mi obra, mi persona y mis inquietudes literarias a
la «REVISTA AHORATELEO» y, especialmente,
a Carmen Hernández Montalbán, que siempre me ha abierto las puertas a
colaboraciones literarias. También agradezco, desde aquí, la invitación a
participar en el pasado OCTUBRE POÉTICO en Guadix, donde leí algunos poemas de
mi último libro, en muy buen ambiente y compañía.
Entrevista a Dori Delgado García, autora de El jardín herido.
Háblanos un poco de ti.
Soy una profesora de Lengua y Literatura vocacional, granadina, que, aunque llevo mucho tiempo trabajando fuera, principalmente en Jaén, sigo teniendo muy presente mi tierra.
Soy muy curiosa, me gusta mucho aprender y seguir creciendo en lo personal y en lo profesional. Desde siempre soy aficionada a leer, escribir, hacer teatro, … y estar implicada en tareas culturales, entre otras muchas inquietudes como la fotografía o la música.
Me interesa la cultura popular y la tradición oral que están en vías de extinción, sobre todo en nuestra zona. Y por supuesto, soy sensible a los problemas sociales que hay actualmente en el mundo.
Estoy muy concienciada con el tema del fomento de la lectura y las bibliotecas escolares. Trabajo en la Red de bibliotecas escolares de Jaén desde sus inicios.
Últimamente estoy explorando la enseñanza de adultos tanto en el instituto como en la UNED. Y llevo un año colaborando con el periódico Ideal de Jaén. El periodismo es otra profesión que siempre me ha atraído.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El jardín herido?
Es un libro formado por cincuenta haikus y cincuenta imágenes de flores, plantas e insectos que fotografié en mi casa durante el confinamiento por la pandemia COVID. Además, ya está en la segunda edición y cuenta con dos prólogos magníficos de Manuel Molina González y de José Carlos Rosales. Y al final podemos encontrar un apéndice de carácter científico, sobre los nombres de plantas y animales.
Además, el libro incluye a través de tecnología NFC la posibilidad de acceder a contenido digital como tutoriales de Youtube en el que explico cómo escribir haikus, están todos los poemas en lengua de signos y en audiolibro. Y además permite la posibilidad de ampliación con las creaciones de los lectores.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
El jardín herido es un libro que vino a mi encuentro después del confinamiento por la pandemia COVID. Más que un libro, yo lo considero una experiencia global que ha atraído a mucha gente y sigue atrayendo a través de mis talleres en centros educativos principalmente. Es una invitación a la belleza, a detenernos y atrapar el instante. Me ha hecho vivir experiencias muy gratas.
Es la unión entre lo lejano como es la cultura japonesa y lo más cercano que tenemos y que no nos hemos parado a observar. Los dos principales ingredientes son la originalidad y el mestizaje. Es un libro distinto, que funde fotografía, literatura, naturaleza, tecnología, lengua de signos,… Y sobre todo es una vuelta a casa, un homenaje a mi madre, que plantó ese jardín que nunca deja de dar frutos y belleza.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritora desde la primera publicación hasta esta última?
Sí que debo establecer un punto de inflexión a partir de la publicación de El jardín herido. En los últimos años he participado en más eventos literarios, he dado a conocer más mi obra, cosa que antes no había hecho con tanta intensidad.
He evolucionado desde la escritura como afición y como algo íntimo a una mayor difusión, consecución de premios literarios, … aunque la mayor parte de mi obra está inédita.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Me gusta explorar distinto tipo de libros y géneros tanto en la lectura como en la escritura.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Muchos proyectos empezados, aunque el proyecto principal es siempre seguir mejorando. Leer mucho y escribir más. Seguiré con mi artículo de opinión mensual en Ideal Jaén. Y además de esto, todo lo que me atraiga o crea que es el momento de retomar o dedicarle mi atención. Por suerte, siempre tengo muchas ideas y proyectos en la cabeza pendientes de materializar.