La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 21 de noviembre de 2024

AHORATELEO, revista literaria. Número 9. noviembre de 2024.



 

Entrevista a Rafael Ruiz Pleguezuelos, autor de "La mano muerta y otros relatos de azúcar y fuego.

 


Háblanos un poco de ti.

Nacido en Granada, de familia de las Viñas de Gor, tan cerquita de Guadix. Nada me mueve como la literatura… necesito escribir cada día de mi vida para sentirme bien. Me mantengo en una disciplina espartana que no me pesa por esa pasión por la escritura que inunda todo. Los géneros en los que más cómodo me muevo son la novela, el relato, el teatro o el aforismo.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La mano muerta y otros relatos de azúcar y fuego?

El subtítulo de “otros relatos de azúcar y fuego” anuncia el tono de lo que he escrito: en los relatos hay fuerza, destrucción y desasosiego, pero también dulzura, fe en el cambio, ilusión... la idea era crear unos relatos cortos en los que la muerte fuera el hilo conductor, pero vista desde múltiples perspectivas y situaciones. Ninguno de los relatos repite contexto o temática, como si cada uno de ellos fuera un libro en sí mismo. La editora está entusiasmada con el libro y yo también, creo que pueden gustar mucho porque tienen algún componente mágico que provoca que quieras releerlos.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En que son historias muy humanas, cotidianas, en las que el lector se puede ver muy identificado: un divorcio traumático, el amor no correspondido, la tristeza de la vida en soledad, el amor incondicional por los hijos… son temas que llegan porque son muy de verdad.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

He tenido la suerte de poder mantener una continuidad en librerías, que me ha permitido seguir ganando lectores, con grandes alegrías como las novelas La piel del lagarto o El jardín herido, con buena difusión y recepción. Solamente puedo mostrarme agradecido por el cariño que los lectores me demuestran, y la atención que he recibido de los jurados de premios y editoriales.


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

He terminado este fin de semana una obra que me ha maravillado: Abel, de Alessandro Baricco. Lleva como subtítulo «un western metafísico» y es un auténtico logro. Desarrolla la típica historia de las películas del oeste desde una prosa filosófica, lírica, profunda. Un libro curiosísimo.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

A principios de 2025 la editorial Apeadero de aforistas me publicará un nuevo libro de aforismos, La serpiente mecánica. Y ahora estoy trabajando en una nueva novela, que quisiera concluir en algún momento del próximo año. Por ahora marcha bien, estoy contento con los capítulos que ya he trabajado.

Absurdo manuscrito, de José Luis Raya Pérez.

 


Nadie pudo evitar el suicidio de Robert Grey aquella tarde cenicienta del otoño de 1905. No pudo soportar por enésima vez que su novela fuese rechazada. La tildaron de absurda e inverosímil. Los editores se mofaron y la despreciaron cruelmente. Ya se sabe que los escritores suelen ser muy vulnerables y desequilibrados.
Aquella novela proscrita se desarrollaba en el lejano y distópico año 2020. La sociedad del mundo entero se había confinado durante meses sin salir de casa. Todas las personas tenían que llevar mascarillas para evitar un virus letal que viajaba por el aire y debían lavarse constantemente las manos con agua y jabón. Afectaba a los ancianos principalmente. También había personas que contagiaban la extraña enfermedad sin presentar síntomas. Incluso, aparecieron grupúsculos por doquier que negaban las luctuosas evidencias. 
A su entierro no acudió nadie, fue sepultado con su absurdo manuscrito y olvidado para siempre.
En el arte existen numerosos artistas que pasan de largo sin dejar huella. Antiguamente, parece ser que existía un mejor criterio y han logrado alcanzar la cima merecidamente afamadas obras como El Quijote; sin embargo, no debemos olvidar que hasta el siglo XIX no empezó a considerarse la magna obra en la que se ha convertido. Durante doscientos años fue considerada como una simple novela de humor: no se supo desentrañar el enorme potencial que encierra como si de un libro arcano se tratase.
La culpa de todo esto la tienen las modas, los ineptos y normativos críticos y las varas de medir. Numerosos manuscritos han caído en el olvido o siguen encerrados bajo llave en un cajón o han sido carcomidos por algún virus de un sucio ordenador. Veo y escucho “La voz” y observo la cantidad de cantantes que se queda en la cuneta por el físico o porque no sigue las modas reguetonianas. Asisto a alguna exposición de arte y al artista no lo conoce ni Dios, siendo un genio. Como Van Gogh, que solo vendió una pintura en vida. He visto alguna magnífica película, perdida en alguna plataforma, que nadie sabe de ella. He ido a algún concierto y he visto que su público era casi inexistente, siendo los solistas unos portentos del oboe, el piano o del arpa. He leído alguna novela, que ha sido premiada con el máximo galardón de algún renombrado certamen –léase Planeta por ejemplo-, y he quedado perplejo por su simplicidad o infantilismo. He escuchado músicos callejeros que me han puesto la carne de gallina.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, pero suele ser injusto.

Entrevista a Antonio Tocornal, autor de Árida.




Háblanos un poco de ti.

En primer lugar, muchas gracias por su interés. No soy más que un lector que se ha acercado tanto al filo del abismo de la lectura que sin darse cuenta acabó cayéndose del otro lado, del de la escritura.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Árida?

Árida es un paisaje geográfico y emocional, o físico y metafísico a un tiempo, del que los vivos huyen por haberse convertido en inhabitable, pero que en contrapartida tiene cierto magnetismo que atrae a los difuntos.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Es un libro narrado en primera persona por seis voces, de tres hombres y tres mujeres muy diferentes entre sí pero que tienen una cosa en común: todos están muertos; muertos y solos.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Una búsqueda incesante por el trabajo bien hecho, por la palabra precisa —la que pincha cuando tiene que pinchar y acaricia cuando tiene que acariciar—, acompañado por una insatisfacción permanente causada por mis propias limitaciones. Por momentos, también de cierta estupefacción cuando constato la indulgencia y la generosidad con la que me tratan mis lectores.


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Un libro de relatos: Teoría del tacto, de Fernanda García Lao, publicado por Candaya. Lo elegí por recomendación de un amigo en cuyo criterio confío, y una vez más no me ha defraudado ya que es un gran libro.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Seguir leyendo, o lo que es lo mismo: seguir buscando refugio en el confort de la literatura ante lo desapacible de lo que no lo es, y si en algún momento vuelve a surgir el milagro de que en alguna parte me brota una historia que contar, saber detectarla antes de que se esfume y saber hilarla de forma que pueda llegar al lector sin que me ruborice demasiado.

Entrevista a Fernando de Villena, autor de "La vida más allá del crepúsculo".



Háblanos un poco de ti...

No creo que mi existencia sea más interesante que la del resto de los mortales. Nací en Granada, gocé de una infancia y una juventud dichosas. No tardé en descubrir que tenía condiciones para la Literatura y me entregué a ella con una devoción casi monacal. Fui profesor de instituto en numerosas localidades andaluzas. Formé una familia y durante largos años todo fue de maravilla, pero después la vida truncó esa felicidad con la enfermedad y muerte de mi hija. Ahora, perdidas las ilusiones, casi puedo afirmar que sólo me sobrevivo.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La vida más allá del crepúsculo?

Aquí reúno mis poemas de los últimos cuatro años; son textos crepusculares, impregnados de amargura por el dolor de los seres queridos y por el devenir de la Humanidad, pero también llenos de belleza, de misterio, de hondo sentimiento ante la naturaleza y de esperanza.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

La fuerza de este libro está en su verdad. Creo que después de mi larga trayectoria he conseguido la desnudez tanto en lo referente al estilo como en los sentimientos.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación a esta última?

Mis primeros libros eran de más difícil lectura; se hallaban influenciados por los autores renacentistas, barrocos y grecolatinos. En ellos existía una firme apuesta por la belleza y un vitalismo lleno de luz y de entusiasmo. Ahora he conseguido la sencillez, pero mis poemas se han colmado de tristeza.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste y por qué lo elegiste?

Los dos últimos libros que he releído (la vejez se inclina más hacia las relecturas) son de José María Castroviejo, el mejor escritor gallego después de Valle-Inclán y de Emilia Pardo Bazán. Su prosa poética es un torrente de sorpresas. Los títulos: “Las tribulaciones del cura de Noceda” y “La montaña herida”.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Atravieso una etapa de sequedad interior poco propicia a la creación, pero siempre guardo inéditos en la reserva y pronto se publicará un nuevo libro: “Cuentos de misterio en la Alpujarra”. Esta fascinante región es uno de los pocos territorios españoles donde todavía resultan posibles los mitos, la fantasía, el misterio.

                

IN MORTE"

A mi hija Teresa

 

¡Qué amargo es al volver de cada sueño

encontrar la verdad de que te has ido!

 

Te has ido para siempre

y uno mide el rigor de esa palabra

y se niega a aceptarla.

 

            No veremos ya más

tus ojos de bondad e inteligencia,

tu sonrisa de luz limpia y serena,

tu cuerpecito esbelto y delicado,

tus manos cinceladas en marfil,

la noche tunecí de tu cabello…

 

            Ahora que nos faltan

tus besos de jardín,

tus besos como oreo

de rosas y celindas

en las noches del sur,

ahora que no llega a mis mejillas

el rocío latente de tus besos,

¿cómo sobrellevar

el peso del vivir?

 

            Como en los mismos sueños,

se confunden ahora,

en esta amarga y vertical vigilia,

la gracia de tu infancia campesina,

tu dicha en los veranos junto al mar

o en la dorada Italia,

tus ímprobos esfuerzos del estudio,

tus años de dolor y de hospitales…

 

            Yo pensaba auxiliarme de tu brazo

cuando la edad venciera mis cimientos,

y soñaba a tus hijos

jugando cada tarde en mis rodillas.

 

            Injusto, sin embargo, me parece,

terrible cruel e injusto,

que yo siga viviendo

anciano, torpe y terco,

mientras tu juventud de oro se aleja

por un río de sombra hasta lo ignoto.

 

            Insolente la luz pues no la gozas;

inútil el esfuerzo del mar sin tu mirada;

ingratas las palabras

pues tú eres ya silencio.

 

            No quisiera quejarme

porque tú casi nunca te quejabas

a pasar del dolor y su cortejo;

no desesperaré

porque jamás a ti logró vencerte

la desesperación,

ni perderé la fe

pues tú la conservaste, valerosa,

hasta el último instante de tus días

como quien el secreto inmenso guarda

de la inmortalidad.

 

Es muy triste vivir

tan sólo del recuerdo

cuando se tienen treinta años,

por eso pido a Dios te ofrezca ahora

mañanas sin crepúsculo,

rosas inmarcesibles,

caravanas de estrellas…

 

            No se oyen los tambores de la lluvia

ni la risa del río y las acequias

porque todo es silencio.

 

Hoy que el aire se impregna de tristeza

y los cielos se tornan muros negros,

nuestras vidas ya no nos pertenecen

y sólo nos conforta

tu sonrisa final y la esperanza.

 

 

                                               (agosto, 2024)

 


Entrevista a Víctor del Árbol, autor de "El tiempo de las fieras"

 


Háblanos un poco de ti.

No hay mucho que decir, más allá de lo que se expresa en mis novelas; tengo 56 años, nací en Barcelona de una familia de emigrantes del sur de España y siempre me ha interesado el tema de la identidad, la memoria familiar y la memoria de nuestro país. Publiqué mi primera novela a los 38 años y unos años después, gracias al éxito internacional de La Tristeza del Samurai, dejé mi trabajo en la Policía Autonómica Catalana, donde trabajé 20 años, para consagrarme a mi pasión de siempre, la escritura. Empecé a ser más conocido en el extranjero, sobre todo en Francia, antes que en España hasta que, en 2016, gané el Premio Nadal con La Víspera de Casi todo.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El tiempo de las fieras?

Un espejo del siglo XXI, fieras de todo pelaje —desde las altas finanzas hasta la delincuencia más común—que confluyen en Lanzarote para dar caza a una joven de diecinueve años que guarda un secreto que puede cambiar el status quo de los poderosos. Una novela que conjuga Historia y novela negra, rápida, audaz, y que nos invita a dejar de ser las presas y pasar a la rebelión.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Sin duda en sus personajes, muy complejos y, por ello mismo, muy humanos, cercanos a nosotros. También juega su papel el paisaje: Lanzarote, Texas, Sarajevo, México...Hay un equilibrio perfecto entre la trama y la profundidad que la hace muy atractiva para todo tipo de lector.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Un ascenso lento, a veces difícil, pero siempre estimulante. Escalón a escalón los lectores me han dado el empuje para convertirme en el escritor que siempre quise ser. Con los años he aprendido que la literatura es algo maravilloso, que te lo da todo, a cambio de que tú lo des todo también. 


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Acabo de releer Las Memorias de Adriano. Lo elegí al verlo en una librería y recordar cuánto me impactó a los 20 años, cuando soñaba con escribir novelas así.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Ahora toca viajar al frío polar, a las ballenas y a los secretos que esconde el hielo. En ello ando.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Entrevista a Pepe Velasco Romero, autor de "Escritos desde el frente".




Háblanos un poco de ti.

 Pienso, que a veces me siento como un indigente mortal, sólo rico en fantasías y sueños, que intenta una y otra vez cortejar a la felicidad; que veleidosa y coqueta se resiste con empeño... Pero yo cual pertinaz enamorado, nunca cejo en el galanteo, una y otra vez intento besar sus labios, una y otra vez intento acariciar su cuerpo; ella obstinada se resiste con esmero, pero yo por siempre intentaré tenerla a ella, será mi quimera de por vida, porque no cejare en ello hasta que esté muerto... Me sueño un rapsoda, cuenta cuentos y narrados de historias y sueños. Poeta y escribidor que dirían otros, que intenta canta al amor, a la vida y a mi tierra: El Sur. Al sur y sus gentes; mis gentes. Sur omnipresente en mi obra: Andalucía, La Hoya de Guadix - La Accitania, perenne cronista por si misma a través del tiempo - y por ende un pueblecito ubicado en lo más agreste de esta hoya, donde yo, Pepe Velasco Romero desperté al mundo por primera vez, Los Baños de Graena.

 

 ¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Escritos desde el frente?

  La guerra como pérdida de vidas, de valores, de promesas, de sonrisas. La guerra como fuente de injusticia y discriminación; como prueba de ignorancia y faltas de empatía. La guerra como causa y consecuencia de la intolerancia. La guerra propiciada siempre por la avaricia desmedida y el ansia de poder sin límites. Pero a la vez, a través de toda esta vorágine y revuelto con ella, se va abriendo paso el amor; entretejiendo hermosas historias, unas que perduran impasibles a través del tiempo, y otras que nacen y florecen en el mismo devenir de los personajes que habitan estas páginas, hasta llegar a nuestros días

 

 ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 Reside en ese horizonte utópico, siempre veleidoso y huidizo. En ese empeño de esperanza constante. En un perenne sueño y lucha decidida por un mundo mejor; siempre sustentado en la razón, la solidaridad, la empatía y el sentimiento, pienso que más importante y sobresaliente; el amor que a través del tiempo despunta y se antepone con brío a tanta mezquindad, sinrazón y barbarie.  

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 En mi primera publicación, un tanto temeroso, quizá por pensar en “el qué dirán” o en sencillamente en que me hicieran una mala critica o que no pudiera interesar a nadie lo que yo escribía, pero luego el tiempo me ha ido puliendo y he concluido que yo escribo para mí y si a alguien le gusta lo que escribo, pues bien, y si no, pues también bien. Me doy el gusto a mí.   

 

 ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 Diría más bien los últimos, porque cuando me pongo, no leo engullo. El sicoanalista de John Katzenbach, El anillo de Atila, de Albert Salvadó.  El primero porque me gusta ese tipo de novela con tintes un tanto “históricos” El segundo, quizá, porque sea un tanto observador y me guste indagar en la mente y el comportamiento humano.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Si, estoy casi terminando y dando retoques a una nueva novela, pero esta cambia diametralmente de temática con relación a las anteriores. Es una historia de amor, digamos, “del rosa al amarillo”, pero con tintes erótico festivos; es algo desenfadado y quizá hasta en algunos momentos licenciosa. Pero bueno, no quiero dar más datos, cuando salga ya la leeremos y opinaremos.     

 

 

 

Entrevista a Custodio Tejada, autor de "Rinzenmuseum".

 



Háblanos un poco de ti...

   Hace justo ahora un año que me hiciste estas mismas preguntas con motivo de la publicación de mi anterior libro Brújula Veleta, y en algunas de ellas me remito íntegramente a las respuestas de entonces. La verdad, como ya dije, me produce cierto pudor hablar de mí. Soy maestro. Ya he brincado los cincuenta y las alas del medio siglo me dan una perspectiva de la vida que no quita que siga pensando que lo mejor está por venir. Cada vez me gusta más la rutina del día a día o la gran aventura de las pequeñas cosas y los instantes. No sé para qué sigo escribiendo, quizá para conocerme mejor a mí mismo y lo que me rodea. Quizá para llegar antes al silencio. Mi silencio ya ocupa nueve libros, y parece el primer verso endecasílabo de otro poema.

 

¿Qué podemos encontrar en las páginas de Rinzenmuseum?

   Lo primero decir que es un nuevo poemario, el octavo. Y como he dicho en el Prólogo Kotobagaki que abre el libro: “Escribir un haiku (o cualquier estrofa japonesa) es una forma de impresión por gyotaku, de Sábana Santa. Gyotaku es una técnica japonesa de impresión que se realiza por contacto, como una especie de «protonegativo» fotográfico. En este caso la tinta es el lenguaje y el papel es el alma del poeta. Esa impresión se convierte en el testimonio de la ausencia, en la esencia misma de la huella. Igual que una sombra.” El poemario está dividido en cuatro partes. La primera “El jardín de los instantes luciérnagas o los trinos panojas” compuesto de 273 haikus-senryus-zappais-jiseis. La segunda parte titulada “Luminiscencias gyotaku” tiene 83 tankas-gogyokas. En las dos partes siguientes, la tercera que se titula “Cámara obscura” con diez poemas y la cuarta “Puente místico” con once, son poemas de mayor extensión.  En el poemario sentirás el abrazo entre la espiritualidad-transcendencia oriental y la espiritualidad-transcendencia occidental. De ahí el título que resume el alma del libro, Rinzenmuseum, compuesto por dos palabras, una japonesa Rinzen que significa “despertar súbito” y otra latina Museum que significa “lugar consagrado a las musas”. La contemplación y la meditación son los faros que lo habitan.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

   En la contraportada del mismo se puede leer: “Rinzenmuseum tiene algo de templo, pero también de ágora y oráculo.” Es templo porque en él encontraréis espiritualidad y transcendencia. Es ágora porque en él también hay crítica social y diálogo con la consciencia individual y colectiva del autor y su época. Y también es oráculo porque muestra caminos, puedes encontrar preguntas más que respuestas, y además ofrece al lector sentimientos, emociones, ideas, pensamientos, valores, huellas, miradas… Y es así, como Rinzenmuseum se ha convertido, al menos para mí, en un camino si no místico, sí espiritual, reflexivo y contemplativo y también juguetón que empieza en uno y acaba en la otredad.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

   Leo todo lo que puedo, intento aprender cada día y a veces escribo porque lo necesito. Me remito también a la respuesta de esta misma pregunta en la entrevista que me hiciste en diciembre de 2023 con motivo de la publicación de mi anterior libro Brújula Veleta. Y hoy además la describiría con el siguiente titular: Mi granito de arena. Incluso si alguna vez tuviera unas obras completas no me importaría que este fuera el título elegido en un momento dado.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

   Suelo leer varios libros a la vez, y de distintos géneros, así cuando me canso de uno descanso en el otro, y viceversa. Últimamente estoy disfrutando de las relecturas que cada día me parecen más necesarias y muy reconfortantes, sobre todo ante el vértigo editorial en el que vivimos, donde los títulos nacen y mueren casi sin darte tiempo a disfrutarlos ni valorarlos debidamente y sin la promoción que debieran tener todos ellos. Es necesario también leer hacia atrás para seguir viviendo-escribiendo hacia adelante. Vivimos una época frenética, editorialmente hablando. Ahora mismo tengo entre manos Árida, el último libro de Antonio Tocornal, Premio Andalucía de la Crítica 2023,  un autor exquisito y extraordinario que tiene una prosa magistral y poética que te transporta al paraíso lector casi transubstancialmente. He leído varios de Antonio, pero elegí este simplemente para que me lo dedicara, me apetecía tener un libro suyo dedicado y como no he podido asistir a ninguna presentación cuando ha venido a Granada, aproveché la oportunidad que me brindó el ofrecimiento que hizo el autor por las redes sociales para hacerme con tan exótica presa literaria. Y en paralelo lector estoy con el último poemario de Gerardo Rodríguez Salas, Los hilos de la infamia, que también lo tengo dedicado. Otro autor que me gusta y además tengo la suerte de conocer y apreciar personalmente. Creo que fue su telaraña lectora exótica woke la que me atrapó, en este caso el libro de Gerardo me eligió a mí. He asistido a su presentación aquí en Guadix y me cautivó el espíritu zeitgeist del libro, su presencia poética y la puesta en escena. Me estoy volviendo un poco fetichista. Debe ser culpa de la edad y las manías que el paso del tiempo nos inocula.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

   Pues a seguir leyendo y a confiar en las musas y el trabajo, a ver si me bendice el parnaso con alguna nueva sorpresa y sus sabios con alguna buena caricia. Mientras tanto seguiré disfrutando del camino que es la verdadera inspiración y recompensa de esta aventura lectora.

 

Entrevista a Mónica Doña, autora de "Oscura hierba"



        

         Háblanos un poco de ti.

Soy pudorosa y no me gusta hablar de mis cosas. Pero podría decirte -porque esto afecta a mi poesía- que nunca fui ni soy persona de ideas fijas. Quizá por ello, cada libro que escribo es diferente a los anteriores. Necesito cambiar de registro con frecuencia. No sé si llamarlo metamorfosis personal o mera contradicción. O directamente decir que no creo en eso de “la voz propia” que tanto interesa al canon para calificar y distinguir a poetas buenos y poetas malos. Creo en la poesía como rebelión a lo establecido que no se mueve y acaba siendo convencional.



¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Oscura hierba?

Escribí el libro de haikus ‘Oscura hierba’ porque necesitaba alejarme de mi propia cultura que me estaba esclavizando. No me dejaba avanzar en mi curso poético que para mí es un continuo y necesario aprendizaje. Aquí el cambio de registro se convirtió en una ruptura. Parecía que se había abierto una grieta en el aire y me llegó la urgencia de respirar en otras geografías lejanas pero posibles. Así cambié el aire familiar del sonido de una campana por un golpe de gong. Y llegué a Japón y su brevísimo arte del haiku. Me cambió la mirada poética, la tuve que sesgar como los ojos de allí, pero mereció la pena y la alegría. Escribí muchísimos haikus, los cribé y guardé un buen manojo para publicar. Creo que elegí los que decían más con menos. No sé si eso es salirse de la ortodoxia oriental. Pero disfruté mucho.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

    Eso habría que preguntárselo a los lectores, y ni siquiera así, habría acuerdo. Al haber tantas composiciones, cada lector puede elegir los que más le gusten, los atrapen o les sorprendan. Para mí el factor sorpresa es muy importante, y ahí puede estar esa fuerza expresiva de la que hablas. Pero luego está el rigor, la propia exigencia de este tipo de escritura que es mayúscula; la palabra exacta, la fonética acorde, la puntuación indispensable para una lectura fluida al máximo. Delicadeza contemplativa, armonía sensorial, ritmo y acento limpio.

   ¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

    Mis libros hasta ahora han tenido buena acogida. Me he sentido a gusto en el mundillo poético. He aprendido mucho y sigo aprendiendo. Insisto en lo de aprender porque soy muy autoexigente y a la hora de encarar cada libro nuevo me exijo más. No daré nombres pero he tenido buenos maestros que han creído en mi poesía. También procuro no repetirme porque me aburre. Quiero creer que en mi obra publicada se pueden apreciar varios registros, como dije antes.  Cada libro nuevo lo he escrito como si partiera de cero.


    ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

    Soy muy desordenada a la hora de leer, siempre hay varios poemarios en mi mesa. Voy pasando de uno a otro. Leo y releo alternativamente. De lo último que he leído destaco la MEDEA de Chantal Maillard. La he leído varias veces y sigue en mi mesa. Cuando no la he colocado aún en los estantes, por algo será. Chantal siempre nos da más de lo que esperábamos.


    Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

         Sí, tengo un nuevo libro recién acabado. Creo que es mi libro más trabajado, y en el que he procurado tocar cierto fondo, por decirlo de alguna manera. Llevaba tiempo rondando mi cabeza pero había por mi parte mucha resistencia a escribirlo, pero al final pude vencer el miedo, ya está escrito y me ha producido liberación. No debo decir más, ya se verá cuando se publique.