La Oruga Azul.
lunes, 24 de junio de 2024
AHORATELEO, revista literaria. Número 7. junio de 2024.
Entrevista a José Luis Morante, autor de Fuera de guion.
Háblanos un poco de ti
En el espejo me mira un profesor jubilado que hace de la literatura su
razón vital. Soy un lector temprano que se asomó al libro muy joven y encontró
en la página escrita un espacio habitable y diáfano. Así que la escritura ha
sido permanente compañera de viaje de mi trabajo docente, en distintos géneros:
poesía, ensayo, autobiografía, aforismos y ahora microrrelatos.
¿Qué
podemos encontrar entre las páginas de Fuera
de guion?
Una compilación de casi cien microrrelatos de naturaleza anfibia
porque los argumentos, sin duda, tienen una notable carga de poesía. Vivimos en
un tiempo extraño y la escritura es también una manera de percibir la realidad
con mirada crítica. Lo cotidiano es una fuente de asombro; estos cuentos mínimos
suponen itinerarios por los espacios interiores del sujeto y por la
contingencia de la vida social, esa plaza abierta donde todo es imprevisible.
¿En qué
ingrediente reside la fuerza de este libro?
El microrrelato como género busca la máxima condensación expresiva, la
precisión verbal y una resolución argumental muy acelerada; de esos principios
se nutre Fuera de guion, que la
editorial Lastura ha cuidado con mimo artesanal.
¿Cómo
describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta
última?
Un camino largo e intenso, que suma casi treinta y cinco años de
escritura y varias decenas de publicaciones. Estoy muy agradecido a la
literatura porque me ha dado una identidad y una manera de ser, diferentes a si
hubiera dado clases sin más. Vivo con mucha alegría el trabajo diario que, a
menudo, me deja exhausto. Todos los que me rodean forman parte de ese mundo de
tinta fresca, incluida mi familia, máximo apoyo a una tarea de plena exigencia.
¿Cuál fue
el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Leo ocho o diez libros al mismo tiempo; mi trabajo crítico crea a
diario un enorme fluir de novedades literarias, que se suman a la biblioteca;
por tanto, entremezclo libros y autores, anoto, compro nuevos títulos y percibo
que la lectura es un destino inalcanzable, una estación sin término que va
sumando andenes. Con motivo de una velada literaria en Madrid he vuelto a leer Parir el alba, una edición sobre la
poesía de Gioconda Belli.
Y ahora
qué, ¿algún nuevo proyecto?
Aquí manan a diario proyectos y colaboraciones. Prólogos, libros en
marcha, breverías que anoto en los cuadernos de trabajo o ensayos que abren las
ventanas de luz del aprendizaje. Así que no hay dedos suficientes en las manos
laborales para definir todos los proyectos en marcha. Muy agradecido por su
invitación y un saludo cordial.
Entrevista a Carlos Rubio, autor de Aria final.
Háblanos un poco de ti.
¿Por dónde empezar? Nací en Cuba, pero por razones que todos conocemos emigré a los Estados Unidos adolescente aún. Jamás volví a ver a mi familia. Fueron años difíciles, pues me encontraba solo y sin conocer el idioma. Logré terminar mis estudios de bachillerato y más tarde asistí a Concord University, West Virginia University y University of Maryland. Por muchos años fui docente universitario, pero actualmente estoy jubilado. A lo largo de mi vida he escrito mucho, y la mitad de mi obra está en inglés, un idioma muy diferente al nuestro. Puedo agregar que todos los planes que tenía para mi vida nunca se llevaron a cabo. Mi padre era abogado y desde temprano yo pensaba trabajar en su bufete. Como ya ves, mi vida ha sido muy diferente.
¿Qué podemos encontrar entre
las páginas de aria final?
Un universo, ya que trata de esos años turbulentos de un país
latinoamericano después del período colonial, pero antes de la república. Se
entrelazan las historias de muchos personajes, con sus propias aspiraciones y
modos de enfocar la realidad, incluyendo al coronel Froilán Garmendía, una de
las figuras centrales de la novela, y a Víspero, su hijo ilegítimo. También
podemos ver las pugnas por el poder entre las diferentes facciones que quieren
lograr el control de la nación.
¿En qué ingrediente reside
la fuerza de este libro?
Podría responder de muchas formas, pero creo que el tema principal, el
que subraya toda la trama, es que no podemos escapar nuestro destino. No
importa cuánto nos esforcemos para lograrlo. Por ejemplo, el coronel Froilán
Garmendía nunca aspiró a convertirse en el hombre más influyente del país, pero
circunstancias ajenas a su voluntad lo moldearon en el hombre en que se
convirtió. En cierto modo, yo me puedo identificar con el coronel.
¿Cómo describirías tu
trayectoria de escritor desde tu primera publicación hasta esta última?
Creo que ha sido una progresión muy lógica. Al salir de Cuba me abrieron
la maleta y me despojaron de todas mis pertenencias de valor, incluyendo un reloj
que mi madre me había regalado cuando entré en la escuela secundaria. Lo que no
pudieron robarme, sin embargo, fue ese patrimonio cultural que compartimos los
hispanohablantes. Después de llegar a los Estados Unidos empecé a leer con
seriedad la literatura española y la latinoamericana. Fue entonces que escribí
Saga, mi primera novela en español. Mi segunda novela Secret Memories
(Recuerdos secretos), está en inglés, pues ya para entonces había cursado
estudios superiores y me había empapado bastante de la cultura anglosajona. A
través de mi carrera como escritor bilingüe he tratado de alternar (no mezclar)los
dos idiomas y las dos culturas. Soy afortunado de sentirme muy cómodo en ambas
lenguas.
¿Cuál fue el último libro
que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Tres tristes tigres, de Cabrera Infante. (Él recibió el Premio Cevantes
hace unos años.) En realidad lo he leído muchas veces, pero supongo que de vez
en cuando regreso a sus páginas pues esa novela nos remonta a La Habana de los
años cincuentas, y me hace sentir nostálgico, aunque todos sabemos que no se
puede volver al pasado.
y ahora qué ¿algún nuevo
proyecto?
Actualmente trabajo en una nueva novela pero todavía es demasiado
temprano para comentar sobre ella. Como sabes por experiencia propia, son
proyectos de años. También me gustaría regresar a España para promocionar un
poco Aria final. Siempre me siento como en mi casa cuando visito el país que
todos los latinoamericanos consideramos como la madre patria.
Quiero agregar que tengo un sitio en la red, www.carlosrubio.com y que todo lo
referente a mi carrera literaria se encuentra allí. También hay una página de
contacto, por si alguien tiene alguna pregunta o comentario.
Entrevista a Miguel Arnas Coronado, autor de La novena.
Háblanos un poco de ti.
Nací en
Barcelona. Vivo en la provincia de Granada desde 1980. Me dedico a escribir más
o menos desde la misma fecha, aunque mi profesión ha sido la de profesor de
Enseñanza Secundaria. Mi primera novela publicada lo fue en 2003, por el
Ayuntamiento de Granada, y su título, Bajo la encina. Luego, conseguí
los premios Ciudad de Guadalajara, por Buscar o no buscar, y Francisco
Umbral de Majadahonda por La insigne chimenea. Todo eso no me significó
ser más leído por el público, sino la satisfacción de ser considerado por
algunos de mis amigos. Lo importante es la alegría de haber creado esos mundos,
esos personajes. Tengo 9 novelas publicadas y dos libros de poemas en prosa. No
está mal para ya una larga vida. Sin embargo, he escrito, si los números no se
me dan mal, 13 novelas más inéditas. El deleite está en esos amigos que me
consideran, en quienes me dicen “oye, qué bien está tu novela, la he
disfrutado”. Dar goce siendo leído produce la misma complacencia que el amor
bien hecho, que la convivencia grata.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La novena?
Música, mucha música. Es un intento de aunar las estructuras musicales
con las narrativas. Si es fallido o no, lo dirán mis lectores. De momento ya
algunos de ellos me han dicho que he tenido éxito en ese intento. Kundera le
recriminaba a Hermann Broch que en su trilogía Los sonámbulos no
hubiese un nexo que uniera sinfónicamente la obra. Me parece que yo sí lo he
conseguido con esa narradora, Gusti Rodero, que escucha una y otra vez la 9ª
beethoveniana porque es lo único que calma a su marido, enfermo de Alzheimer. Y
he intentado seguir la estructura de esa sinfonía, con sus cuatro movimientos
que simbolizo en lo heroico, lo orgiástico, lo bucólico mezclado con el dolor y
la muerte, y por fin, Europa, con las virtudes y defectos que la caracterizan.
Para ello he utilizado la historia de dos familias, los López Pedrosa y los
Rodero Pedrosa, que concentran esos defectos y virtudes, más la misma historia
española desde principios del XX hasta hoy, y la historia europea, por
supuesto.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
Creo que
está en lo anteriormente dicho. Me parece que las descripciones de la vida
fabril, de la transición española desde el 75, del terrorismo que marcó
aquellos años, de la abulia, el consumismo, la corrupción, todo ello visto desde
las vidas secundarias de personajes que no ocupan lugares importantes en la
vida ni política, ni social, sino pertenecientes a esa intrahistoria de la que
hablaba don Miguel de Unamuno. Más la misma vida de Beethoven coincidiendo con
aquel estreno de su última sinfonía, y la maldición que a partir de entonces
parece haber marcado a algunos compositores: Schubert, Bruckner, Dvorak,
Mahler, etc., que compusieron sus novenas sinfonías y murieron poco después. Y
también reflexiones sobre la música. Todo ello ensamblado o armonizado con
enlaces entre los diferentes temas, en forma de pequeñas cavilaciones como en
el sinfonismo ocurre con los llamados puentes.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera
publicación hasta esta última?
De aprendizaje.
A escribir se aprende escribiendo. Y leyendo mucho. El escritor debe saber de
todo. No le está de más una formación científica, además, claro, de literaria,
filosófica, social, etc. Pero sigo aprendiendo. No se acaba nunca. Uno termina
de aceptar un texto para ser publicado cuando ya lo tiene el editor maquetado y
en imprenta, y aun entonces, se le ocurre alguna que otra corrección que ya no
será posible. Lo mismo pasa con la formación como escritor y como persona: solo
termina con la muerte, y aún, porque más allá no sabemos si continúa, que si
no…
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Soy muy
ecléctico en mis lecturas. Leo lo que pillo. De lo último leído, pienso en dos
libros de Milan Kundera: El arte de la novela, y Los testamentos
traicionados. El checo era músico también, de modo que me es de gran
inspiración. Pero se mezclan Gabriel Miró, Gueorgui Gospodínov, un búlgaro que
me ha gustado mucho, Ernesto Sabato, Kertész, etc. En mi vida he leído con
devoción a Unamuno, Eugenio Trías, a María Zambrano, a Juan Goytisolo, a
Cortázar, Sarduy o Cabrera Infante, Baricco, Mankell, Calvino, Lowry (quien,
por cierto, conoció a su primera esposa en Granada), Bulgákov, Joyce, Pérez
Galdós, Pynchon, Mann, Céline o Kafka. Me ha aficionado la ciencia, la Kabalah,
la mística y la historia de las religiones, la Historia y Nietzsche. Así de
“enfollonado” soy.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Me dejo
llevar. Desde la novena, escribí dos novelas en las que el personaje central es
un viejo (no un anciano aún, sino lo que se llama un hombre “mayor”) que vive
solo. Me siguen obsesionando las estructuras musicales y en una de ellas he
imitado el tema con variaciones. Con esas novelas que tengo inéditas debería
dedicarme a corregirlas, pero me da una pereza… Porque lo peor de este oficio
es corregir: cuesta tanto como arrancarse un apósito pegado, es pesado como
transportar sacos de 50 kilos, uno está ciego para lo propio, por eso lo ideal
es dejarlo reposar durante años y que quede como si lo hubiese escrito otro. He
empezado alguno nuevo, sí, pero lo voy a dejar hasta corregir del todo lo que
publicaré con la Academia de Buenas Letras de Granada el año próximo. A lo peor
no escribo nada más y me dedico a dejar a punto esas 13 novelas sin publicar o
desecharlas todas o algunas, ya veremos. La vida da muchas vueltas…
PRESENTACIÓN “NUEVA YORK INSIDE” DE ANTONIO LARA RAMOS, por Carmen Hernández Montalbán.
Nueva York Inside,
tras los pasos de Federico es la última obra publicada de Antonio Lara Ramos.
En ella se rememoran sus vivencias en la mega ciudad que también dejó honda
impresión en numerosos escritores y artistas que le precedieron en su visita.
Uno de ellos, el más señero por ser de Granada y servir de subtítulo del libro
fue Federico García Lorca.
Nueva
York es la ciudad que más impronta ha dejado en todo el siglo XX, por sus
dimensiones, por su simbología de ciudad moderna, por sus rascacielos y grandes
avenidas, por su cosmopolitismo que el cine, desde sus inicios nos ha hecho
llegar, dejando en nuestra memoria fotogramas grabados a fuego, como si fuera
un lugar para todos familiar y con la impresión de haberlo ya transitado.
Pero
los viajes, como cualquier otra experiencia, nunca son iguales y, aunque se
visite repetidamente una ciudad o un lugar, de cada viaje nos quedan
impresiones muy diversas, debido a las condiciones, el contexto, el estado de
ánimo en el que se desarrollan. Como no es lo mismo viajar al Nueva York de
principios del siglo XX de Federico, en plena crisis del 29 en la que la bolsa
cayó en picado; una de las crisis más graves de la historia contemporánea, que
viajar al Nueva York de principio de siglo XXI, cuyo paisaje urbano ha quedado
modificado por acontecimientos como los del 11-S, el atentado terrorista que
destruyó las “torres gemelas”.
Es
inevitable encontrar paralelismos entre el viaje realizado por Federico y el
realizado por Lara Ramos. Cuando Lorca llega a esta ciudad le estaban esperando
un grupo de amigos, poetas e intelectuales hispanos. También cuenta, en este,
con nexos hispanos familiares y otros improvisados y circunstanciales como son
Edgardo el taxista o Guadalupe, la mujer hispana con la que coincide en el
barrio de Hoboken. Otro paralelismo, tal como el propio Lara apunta es que
ambos, el poeta y él, realizaron el viaje en momentos anímicos frágiles.
Hay
algo que se puede observar en esta vivencia; Antonio, en cada capítulo nos
ilustra sobre la historia y acontecimientos que envolvieron un día esos lugares
por los que va pasando y sus reflexiones nos contagian el deseo de mirar las
cosas con detenimiento, no quedarnos sólo con el asombro de lo que puede ver el
turista, sino que invitan a una experiencia más sensorial y a mismo tiempo
mirar el trasfondo de las cosas.
Con Nueva York Inside aprendemos,
filosofamos, nos emocionamos y sentimos, a través de la lectura esa nostalgia
del Nueva York de Federico y de todos los Nueva York que la historia ha ido
configurando.
Es
una narración impecablemente escrita, encontramos en Antonio no sólo un
excelente cronista sino al filósofo, al escritor, al profesor de historia… que
escribe con el corazón, con la libertad de pensamiento que siempre lo
distingue.
Enhorabuena.
FRÁGIL FORTALEZA, por Marina Tapia.
“Sobrevivir en la fragilidad”, de Dori Hernández Montalbán, es de esos libros que te invitan a reflexionar acerca de la actitud ante la existencia y de nuestra relación con la poesía. Editado por Aliar Ediciones este 2014, recoge de forma cuidada y estética los últimos poemas de una creadora muy activa en distintas disciplinas como el teatro y el cine, además de la escritura.
Tal como nos dice la autora en su nota preliminar, “escribir como un acto de supervivencia y también como un acto de resistencia”. Quizás estas palabras reflejen con bastante precisión uno de los argumentos centrales del libro: el análisis −desde la lírica− del acto de alumbrar palabras y nuestra simbiosis con el mundo. También añade Dori: “y a pesar de ser testigos de la vida y de la belleza, no podemos ver con claridad aquello que todo ser humano debería poder apreciar: la rosa, la belleza que nos rodea, la esperanza, la luz que no hallamos si no es momentáneamente y como un reflejo caprichoso de la naturaleza”. En el poemario se subraya la importancia de ver, pero no sólo la cara luminosa o estimulante de la realidad, también sus reveses ya que “no estaría completa la rosa sin espinas”.
El libro se compone, en general, de poemas de largo aliento, distancia en la cual la autora se maneja cómodamente, imprimiendo a los textos gran fuerza y haciendo que el lector no pierda la atención. Buen ejemplo de ello son sus interesantes piezas “Obsidiana”, “El animal que me habita”, “Orden y concierto” o “Escribo con una aguja”.
Hay un trasfondo de volver a lo esencial, de conectar con la naturaleza, con la tierra que nos alumbró, un sutil mensaje ecológico en el conjunto.
Muy sugestivo el poema “Mandala del poeta enamorado”, en el que se encadena una sucesión de imágenes para trasladarnos a un espacio sensorial interior: sueños de una góndola bajo la lluvia que luego será una mujer acunada por el amor cumplido, para volver a transformarse en mandolina, y mutar finalmente en besos o amapolas mecidas por el viento. A través de lo plástico y de fogonazos de elementos potentes, Dori describe muy bien la fiebre de la poesía, que devora a los que la practican.
Mandalas, diosas, enigmas, señales hechas con ceniza, ofrendas de frutos equinocciales: todo un universo de símbolos, de un misticismo casi pagano, que crea un ambiente muy intenso y que trasmiten al lector un mundo poético bien delimitado.
La figura de la rosa, ampliamente citada como un símbolo asociado a la lírica y a lo esencial por distintos creadores, como Huidobro: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! / Hacedla florecer en el poema”; Carmen Conde: “¡Una rosa, la Rosa, que me nace a mí sola / acompañando dulce mi desterrado sueño!” o “La rosa incómoda” de Ángela Figuera Aymerich: “A esto hemos llegado, amigos, / a que una fresca rosa nos lastime la mano”. A través de esta simbólica flor, Dori Hernández Montalbán vuelve a redefinir el oficio y el compromiso de la escritura, y lo hace en varios textos a lo largo del libro. Cito algunos versos: “Tu pupila aún no puede ver −la rosa− / espera a que pase esa nube de desconcierto”, “la rosa germina en buena tierra”.
En la primera parte, Dori allega elementos que van cercando el discurso, que lo acotan, va definiendo poco a poco la idea central de este grupo: tomar conciencia de nuestra mirada, del ver, don imprescindible para desarrollar la escritura. En la segunda parte, felizmente titulada “Manual de supervivencia”, la voz poética manifiesta una postura activa y decidida para realizar cambios y coger brío para la vida “Voy a vaciar los armarios de ropas / que solíamos ponernos cuando éramos otros / porque ya no encajan como antes en nuestros cuerpos”. “Para ver si me hallo” es la consigna “desnuda y verdadera”. El bello poema titulado “Plantar un jardín”, ahonda en perfilar la actitud que favorece ese avance por medio de dos símbolos: la silla y el cultivo de un jardín. A través de esa quietud-activa, se puede observar los pequeños cambios, se puede aguardar las señales y se fortalece la voluntad y la resistencia, puede el ser humano consolarse por ser expulsado del paraíso y, también como sugiera la autora, de la poesía.
El cuestionamiento de la utilidad de los poetas se desarrolla muy bien en “¡Qué ironía!”. Un texto con una carga de sátira y profundidad muy bien armonizadas: “Los poetas no servimos para nada / porque somos gente rara, / porque tenemos el don de la premonición, / el don de la inoportunidad, el don de la rebeldía, / y somos el espíritu de la contradicción”.
Os invito a leer “Sobrevivir en la fragilidad”, a dejaros envolver en el pétalo de sus hojas, a hacer vuestros los últimos versos que Dori Hernández Montalbán nos regala, “Las palabras solo brotan en el poema / por eso nunca te rindas, / aunque tengas que inventar de nuevo el mundo / y nombrar las cosas jamás nombradas”. Sigamos pues nombrando a través de cada poemario que leemos nuevos espacios de percepciones. ¡Estáis invitados!
Marina Tapia
Entrevista a Enrique Villagrasa González, autor de Fosfenos.
Háblanos un poco de ti.
Pues soy una
persona normal, que no le gusta el deporte, menos aún el fútbol, que solo sabe
leer y escribir sobre lo leído. Recuerdo haber nacido con un libro en una mano
y un lápiz en la otra, no vine con un pan debajo del brazo, lo siento: fue en
Burbáguena, Teruel, en 1957; y a los 8 años leí por primera vez El Quijote y la
Biblia, que por aquel entonces estaba prohibida en España, se estudiaba y leía Historia
Sagrada. Los que tienen una edad como yo lo recordarán.
¿Qué podemos
encontrar entre las páginas de Fosfenos?
Las personas
lectoras de Fosfenos (Huerga y Fierro) encontrarán que aquí está mi vida y su
poesía, con muchos ecos y muchas voces, con muchas lecturas, con muchos versos
repetidos en una forma y en otra, una estructura y otra, siempre necesarias por
y para la unidad temática. Es un libro de libros muy descriptivo, pienso, de lo
que es el proceso de escritura, o al menos del mío. Y es, tal vez, un tanto,
mucho o poco, místico, revelador y contundente. Ahora, las personas lectoras
tienen la palabra. ¡Gracias! Y no dejen de leer el prólogo del gran José Luis
Rey.
¿En qué
ingrediente reside la fuerza de este libro?
¿Cómo
describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta
última?
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Y ahora qué,
¿algún nuevo proyecto?
Todo acaba en Marcela de Sergio Barce, por José Luis Raya Pérez.
Creo recordar
que existe un ranking de los mejores inicios de la novela de la Literatura
Universal, siempre encabezado por Tolstoi, Cervantes, Gabo o Nabokov. Cuando
tengo un libro en mis manos me fijo en ese primer capítulo, no tanto como
lector sino como escritor. He escrito extensos artículos sobre cómo incentivar
a la lectura y he dado unas cuantas charlas. Recordemos el dicho “la primera
impresión es la que cuenta”. A través de esas líneas es cuando el lector medio
y no tan medio decide si debe continuar. Esto es fundamental para afianzar y
recuperar a los lectores remisos que andan pegados a sus móviles y sus
innumerables trampas.
Cuando cayó en
mis manos “Todo acaba en Marcela” de Sergio Barce, supe que esta novela corta
podría entrar en ese exquisito ranking. Desde sus primeros párrafos el autor
perfila una historia que te va envolviendo hasta que no puedes dejar de leer.
La trama te atrapa, los personajes principales y secundarios empastan muy bien
con lo que quiere contar y el lenguaje fluye como un río caudaloso limpio y
fresco, pero al mismo tiempo negro y turbio como la terrible y magnética
historia que nos narra. En las primeras líneas asistimos al sangriento
asesinato de Marcela a manos de su ex novio, cruel y sanguinario como él solo.
Ella deja de existir en los primeros párrafos -no estoy destripando nada-; sin
embargo, como la Rebecca de Hitchcock, es la protagonista absoluta.
Una señal de
identidad de la estructura de dicha novela es la unificación de la narración,
descripción y diálogo. Esto no se prodiga en exceso pero impele verdaderamente
a una lectura fluida y briosa como un torrente. A mí siempre me ha disgustado
el uso y abuso de los guiones de los diálogos. Aquí no hallamos ninguno. Todo
está imbricado en los mismos períodos oracionales. Creo que, incluso para el
lector convencional, resulta beneficioso. Dicho esto, podría ser una magnífica
lectura para los centros donde se imparte bachillerato, ya que condensa todos
los alicientes que favorecen la rica y beneficiosa lectura, esto es, novela
breve, uso correcto y apropiado de la lengua y el lenguaje, trama adictiva,
personajes bien dibujados y combinación correctísima de de los ingredientes de
la novela negra y policial. Además, se desarrolla en Málaga.
Son muchos y
buenísimos los autores malagueños que voy descubriendo año tras año. Todos
ellos de excelsa prosa y laboriosa narración. Entre ellos destacaría, sin duda,
Antonio Soler. Hay que recordar a nuestro -recientemente desaparecido- Pablo
Aranda. La nómina es extensísima e interesantísima: Miguel Ángel Oeste, Juan
Madrid, Rafael Ábalos, Carlos Sisí, Muñoz Rengel, García Maldonado o el
famosísimo Javier Castillo entre otros muchos. A Barce lo descubrí cuando fue
galardonado con el Premio de la Crítica de Andalucía. Con esta última novela se
consolida como uno de los grandes narradores malagueños.
Todo acaba en
Marcela de Sergio Barce no da tregua al aburrimiento. Es de esas novelas que se
leen en dos tardes por su dinamismo, intriga e interés. El malo malvado, el
villano de toda la vida, llegas a cogerle tal asco que lo encerrarías de por
vida bajo una alcantarilla. Una de las cosas que más me ha sorprendido de Barce
es su versatilidad para adaptarse al género en cuanto a los códigos utilizados.
Conocía a otro Barce desenvolviéndose excelentemente en otra estilística, no en
vano sustenta numerosos premios y reconocimientos. Esta novela (corta) es ideal
para un viaje o para llevársela a la playa y desconectar y para saborear algo
parecido al cine negro, pero en Málaga.
Entrevista a Raimundo Iáñez Alcalá, autor de Baladas y leyendas.
Háblanos un poco
de ti.
Nací en Granada en 1956, Huétor Santillán,
Granada, hace unos cuantos años.
El teatro, la poesía, la pintura, hicieron
surcos en mí desde pequeño. Trotamundos de trasero inquieto. He Trabajado en
mil cosas y he metido las narices en otras tantas, he pertenecido a esa
generación que fue la consecuencia de la gran consecuencia, he luchado y me han
pegado algunos palos en los ochenta, huyendo en las manifestaciones, siempre me
he implicado en la lucha por defender nuestros derechos.
He pertenecido desde muy joven a grupos
culturales: teatro, poesía, pintura y lectura.
Integrado en grupos de teatro, involucrado
como actor y director de mis propias obras.
He tenido la oportunidad de exponer como
pintor desde los años ochenta.
Me considero un descarado pensador, un
profundo sentimental y he vivido muchas vidas, y todas han dejado huella en mi
persona.
¿Qué podemos
encontrar entre las páginas de Baladas y leyendas?
En mi último libro Baladas y leyendas se
puede percibir todo lo que antes he explicado, aparte de una lucha por mis
recuerdos y un entramado de experiencias e inquietudes. Es un libro dedicado a
mi abuela, una jabata y una luchadora empedernida; de ella he aprendido la
entrega y el empeño en los momentos más importantes de mi vida. Historias de
antiguos personajes, reales, experiencias y realidades, y otros que ella me
contaba de antaño que chisporroteaban en vidas y copias del corazón.
Balada del jinete herido.
Balada que no tengo.
Balada de un sueño oscuro,
Balada para un alojamiento.
Etc.
Un engranaje de versos que cuentan historias
donde le tiempo se encarga de engendrar el aparato del olvido, como una
misteriosa mano de otros tiempos que ha querido mantener en secreto estas
historias que martillean en mi cabeza en continuo empeño. Además de un sin
complejos de una niñez dura que marca las arrugas del rostro. Sobre todo, el
recuerdo, las vivencias de muchas vidas que no tengo el valor de olvidar en
esta mente complicada, en esta cabeza que no para... el amor, el deseo, la
soledad, la vida, un pasado que pesa en mis espaldas.
¿Cómo describirías
tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta la última?
Escribo desde muy pequeño, conservo poemas
desde los once años. El paseo de los recuerdos fue mi primer
libro editado, patrocinado por el ayuntamiento de Huétor. Un homenaje a mi
niñez y a las vivencias en mi pueblo.
En El
vértigo de la caída desnudo mi sensibilidad y profundizo en mi
espiritualidad, y en los recuerdos del corazón.
Silueta ya sin
nombre es un
regreso a mi interior, un recorrido por mis venas, donde desgrano unos sentidos
del destino enredado en la motivación de los deseos más íntimos.
(Los tres últimos en Baker St. Ediciones).
En la trayectoria que no para de buscar un
sentido interior a miles de preguntas que profundizan en el interior de mis
deseos y en un equilibrio de esta sociedad, pero sobre todo el equilibrio de
mis fantasmas.
¿Cuál fue el
último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
El último libro que he leído ha sido Mariana Pineda a muerte, de Juan Carlos
Friebe y anteriormente, El peso de las
mantas de Alicia Choin Malagón.
¿Y ahora qué?
¿algún nuevo Proyecto?
Tengo en el cajón un nuevo libro de poesía y
relatos que pronto verá la luz; una nueva obra de teatro con textos míos y una
nueva exposición de pintura que se llama Bailad,
Bailad, Malditos que está en gira.
Tengo que dar las gracias a la revista Ahorateleo y a Carmen, con toda la
fuerza de mi corazón por interesarse por este humilde personaje.
Entrevista a José Iniesta, autor de Un tigre sin selva.
Háblanos
un poco de ti.
¿Qué
podemos encontrar entre las páginas de Un tigre sin selva?
Podemos
encontrar un libro diferente a lo que he escrito, versos que no hablan desde el
yo y que claman entre la frontera del teatro y de la poesía. De algún modo este
libro es un grito del mundo en defensa de la vida, es el rugido de un tigre
acechado al que le están privando de sus selvas, es el ala rota de un pato que
no puede volar. En otro lugar ya dije que “Un tigre sin selva, es una rara avis
dentro de mi poesía, y creo que extrañará a mis lectores, marca diferencias en
mi viaje, y a mí mismo me sorprenden sus paisajes devastados y su furia. Su
aliento no es celebratorio, es trágico porque el mundo va a la deriva, porque
la naturaleza está al borde del colapso, y el hombre parece olvidar que es
nuestra verdadera madre, y que lo que destruimos nos destruye. El hombre no
debería destruir lo que no puede crear, la tierra no es nuestra, las guerras
son el mayor de los desprecios a la vida.” Entre sus páginas se puede
encontrar una escritura en libertad y una voz desesperanzada con las usuras y
destrucción del hombre, una palabra salvaje que ama la vida y que la defiende
con uñas y dientes. También escuchareis voces donde la inocencia y la locura
nombran la verdad de una rosa y sus espinas, los jardines abandonados.
¿En
qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
¿Cómo
describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta
última?
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?