La huerta de mi abuelo, por José Antonio Cascales Rosa.
A Frasco Rosa,
abuelo gruñón. Te recuerdo en el corazón “con lágrimas en los ojos”
En la huerta de
mi abuelo
las hortalizas
abundaban:
había sandías,
melones, calabazas y patatas.
Un gran castaño y
un laurel inmenso.
Había breveras,
higueras, cerezos, peros, ciruelos,
perales y
manzanos... ¡también granados!
Había uva de
mesa, de vino y moscatel.
¡La huerta de mi
abuelo era un vergel!
Comíamos
nosotros, y los animales también.
Había celindos,
rosales, bulbos de otoño,
violetas,
azucenas blancas y naranjas.
Pero lo que más
había en la huerta de mi abuelo
era trabajo,
esfuerzo y tesón.
Mi abuelo con su
boina en la cabeza,
la camisa
empapada en sudor,
las manos
agrietadas por su continua labor...
¡No había
tractores! solo animales, mancajes y azadas.
Al final de la
cosecha llegaba el señorito
que con las manos
limpias,
se repartía los
frutos de la huerta.
Yo, de niño, los
miraba y no entendía nada.
¡Yo también
trabajaba!
Y no entendía
nada...,miraba y lo rechazaba.
En la huerta de
mi abuelo se me fue la niñez.
En la huerta de
mi abuelo ya no hay huerta,
solo cemento y
ladrillos.
Grandes casas la
han cambiado.
Unos pocos
arboles han perdurado
para solo estar
la huerta en el recuerdo.