La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 10 de diciembre de 2023

Entrevista a Isabel Bermejo, autora de Sin norte por mis ojos.

 


Háblanos un poco de ti.

Empezando por mis orígenes, puedo decir que soy de Ceuta, una tierra ubicada en un enclave especial, entre dos mares (como tocara Paco de Lucía), con una luz y una paleta de colores inigualables. Mi infancia y juventud allí, la mescolanza de culturas, gastronomía, religiones, el ambiente familiar rodeada de libros, tebeos, oleos y maderas para tallar, costura… me forjaron en múltiples aspectos, algunos de ellos fundamentales, porque han permanecido a lo largo de mi vida: la tolerancia ante la diversidad, la creatividad y el amor por la lectura y la escritura, que empecé a ejercitar desde los ocho años. Además, siempre me he sentido empujada al aprendizaje, mi sentido perfeccionista del trabajo y el miedo a la mediocridad, han hecho que, a lo largo de mi vida, no haya dejado de aprender y profundizar.

Más tarde, en Granada, encontré mi segunda ciudad, un lugar para vivir y también soñar. Aquí me formé como universitaria y tuve la suerte de vivir una época dorada a nivel cultural aquí. Tuve el privilegio de conocer y compartir muchos momentos entrañables, literarios y divertidos con profesores, compañeros de la Facultad y conocidos muy influyentes en la vida cultural a nivel nacional, como Javier Egea, Juan Carlos Rodríguez, Álvaro Salvador, Luis García Montero, Andrés Soria, Antonio Carvajal (quien me presentó a Carlos Cano), Ángela Olalla, Sultana Whanón, J.J. García, Jesús Ortega, Enrique Morente… y, cómo no, el alma de tantos encuentros en la Tertulia, Tato Rébora  quien, además, me animó a aprender a bailar tango y a participar en diferentes espectáculos, en los Festivales Internacionales de Tango que se celebran desde hace décadas en Granada. Todo este ambiente enriqueció muchísimo mi universo personal y cultural.

En cuanto a la escritura, a pesar de que escribo desde siempre y tengo libros inéditos, algunos de ellos registrados hace más de treinta años, no empecé a publicar hasta hace pocos años. Siempre abordé la escritura desde el ámbito de lo privado, la parte pública me cuesta bastante, probablemente por lo que comenté antes: mi maldito perfeccionismo extremo y el miedo a la mediocridad.  He colaborado en revistas literarias y educativas, en diferentes antologías y en el año 2021 me alcé con el primer premio del Certamen internacional de Poesía Aliar. Ese mismo año, se publicó también mi primer poemario infantil. Mis dos últimos libros se han publicado en este año 2023: «Espantario», por Babidi-Bú, un poemario infantil escrito en clave de humor, para espantar los miedos, y «Sin norte por mis ojos», del sello editorial AVERSO Poesía.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de «Sin norte por mis ojos»?

La representación de fragmentos del tiempo en un itinerario múltiple. Aborda el tiempo como época, el tiempo de la naturaleza y nuestro paso del tiempo físico y vital. El libro se abre con un recorrido por el tiempo histórico y social actual, situándonos en un escenario recorrido con una mirada devastada y escéptica ante posibles cambios positivos a la realidad narrada. Refleja, en tan solo unas cuantas estrofas, este tiempo huraño que nos ha tocado vivir. Hablo del deterioro de la naturaleza, las guerras, la cosificación humana, la prostitución, el hambre… Un viaje fugaz sobre ese mapa de brújulas insomnes, un caminar desencantado sobre el tiempo que nos ha tocado vivir:

«Sin norte por mis ojos

de cuencas encendidas,

cruzando planisferios

y rutas olvidadas;

con la tinta sangrante

sobre los pergaminos,

golpeo con palabras

la faz de un tiempo huraño».

 

[………]

 

«El aire quema y duele,

cargado de cenizas,

sobre un paisaje aciago

de sombras que se alargan.

Y en un mapa cansado,

de brújulas insomnes,

camino sobre el tiempo,

sin norte por mis ojos».

 

A continuación de esta especie de prefacio, encontramos la parte más extensa y que conforma todo el corpus poético del libro. Se titula «Las estaciones del daño» y está dividida en cuatro partes.  En ella, seguimos teniendo un itinerario, aunque menos abarcante o general, a través del tiempo cíclico de la naturaleza, dentro de la cual estamos nosotros, como naturaleza que somos también. Su estructura es circular, ya que recorre las estaciones del año, empezando por el otoño, y el último poema acaba enlazando el final del verano con el nuevo y repetido comienzo del ciclo natural. En el ciclo vital de la naturaleza, todo tiene sentido. El árbol pierde las hojas para descansar y empezar su nuevo ciclo, la flor perderá sus pétalos y se convertirá en fruto, la semilla del fruto que cae o viaja en el pájaro posibilitará un nuevo árbol… Todo tiene un sentido de conservación y permanencia, de vida, de interrelación, incluso la cadena trófica tiene un por qué… La especie humana es la que está olvidando que somos naturaleza, que también tenemos un ciclo vital y somos parte del planeta. Sin embargo, los intereses económicos, geopolíticos, la superficialidad y la estulticia reinante, el querer vivir eternamente, pretender ser joven eternamente (hablo también del proceso natural de envejecer), etc. nos está haciendo perder el norte, desenfocar la mirada, descuidar el mundo en que vivimos, en todos los sentidos. Somos capaces de ser muy solidarios y empáticos ante cualquier tragedia, pero la olvidamos en el próximo telediario… La inmediatez nos está precipitando a no vivir las cosas de una manera más pausada y natural. Los niños y las niñas también son víctimas de esta urgencia. Como ser humano y como docente, me preocupa mucho la fragilidad de la infancia, y la desatención en tantos aspectos fundamentales de su ser…  Por tantas razones, titulé a esta parte «Las estaciones del daño». No solo no tiene sentido lo que tantas veces hacemos como especie, sino que somos capaces incluso de destruir nuestro entorno, y de hacernos daño a nosotros mismos… En esta parte del libro, que en realidad es todo el libro en sí, se fusionan naturaleza y tiempo con emociones, vivencias, pensamientos, recuerdos… Y la palabra, como una araña que va tejiendo su tela a lo largo del libro, siempre presente, como forma de permanencia ante lo mutable, lo vivido, la propia manera de interpretar el mundo, la palabra como testigo y huella delatora:

«La palabra es el huésped

que, en mi boca hace lumbre.

Se acomoda y habita,

sigilosa, conmigo».

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En la verdad con que abordo cada verso, en la desnudez de la palabra. En no dulcificar la cruda visión de determinadas cosas, o mostrar la cara amable del mundo, o de aquello que nos rodea. En la sinceridad, a pesar del pesimismo que encierra.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritora desde la primera publicación hasta esta última?

Voy a hablar de mi trayectoria desde mi primer libro, que no coincide con mi primera publicación. Porque, como mencioné anteriormente, hay en mis cajones libros inéditos que registré hace muchos años y otros que pasaron por la autoedición y que no he dado a conocer. Pero, sin duda, cuentan para mí y forman parte de mi bagaje literario. Podría definirme como una escritora versátil (sobre todo en la poesía, aunque suene a juego de palabras), y poliédrica. Me fascina crear y explorar, formarme y aprender, probar nuevos retos de escritura, unir textos e imágenes, por ejemplo el collage, que practico desde hace varias décadas. Las influencias recibidas a través de las lecturas de toda una vida salen a flote siempre de una u otra manera. Cuando eres muy joven y aún no has encontrado tu propia voz poética, aprendes imitando a tus autoras y autores favoritos. Mis primeros textos de juventud tienen ecos lorquianos, machadianos, influencias de Bécquer, de la generación del 98, de la del 27… Eran textos en su mayor parte rimados, con temática amorosa, fundamentalmente. Mi crecimiento lector fue incorporando lecturas de los clásicos medievales, Siglo de Oro, Barroco… Así, empecé a escribir también usando la métrica clásica, las estrofas por excelencia, como el soneto. Y con diecinueve o veinte años empecé a escribir poesía satírica. A medida que se ha ido enriqueciendo mi mundo lector y también mis experiencias personales en las distintas etapas de la vida, mi escritura ha ido evolucionando. Hace unos pocos años, profundicé en la poesía japonesa, una delicatessen que me motiva y me relaja, me conecta profundamente con el pensamiento y la naturaleza, a través de la observación, la sensibilidad y la reflexión. Es, además, como una especie de juego o de reto en el que cada pieza debe encajar y tener el equilibrio necesario, en el que cada estrofa requiere un armazón métrico y una serie de elementos y requisitos que deben cumplirse para conseguir el texto más puro posible. Y no estoy hablando solamente del haiku que, al occidentalizarse, ha perdido su esencia, hasta dejar de serlo. (Hay muchos tipos de estrofa, incluso de igual métrica Tei-Kei del haiku).

 También he probado con los relatos breves. Tengo dos libros inéditos, uno de ellos escrito en los años 80-90, y otro inacabado, en clave bastante surrealista. (El surrealismo es un movimiento literario que me gusta, me divierte). Y un libro de aforismos que anda por ahí, en algún cajón. Ah, y también un poemario infantil anterior a este último publicado, que trata sobre el color y le tengo especial cariño. Espero que algún día se publique.

Pero, en líneas generales, mi escritura siempre se ha construido desde la ausencia, sobre todo en el caso de la poesía. También destaca mi visión cómica, surrealista, a veces,  y algo esperpéntica de la vida, lo cual me sirve para quitarle hierro a mi pesimismo vital y reírme un poco de la realidad. Y mi otra faceta mía es la literatura infantil, que me aporta dulzura, ternura y me ayuda a no perder de vista a la niña que vive dentro de mí.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Más que de un libro, hablaré de un autor. El último que he estado leyendo y explorando ha sido Rafael Cárdenas. Había leído algo de él: «Sobre abierto», un libro que me gustó, con poemas breves rozando la filosofía, el hinduismo, el taoísmo… Luego leí la «Antología poética», publicada por Visor. Y de ahí pasé a la «Obra entera, Poesía y Prosa (1958-1995) », de Pre-Textos. Me parece un autor que hay que leer. Y, entre nuevas lecturas y descubrimientos, como siempre, sigo releyendo a los clásicos de la Literatura, que nunca debemos perder de vista.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Ahora ando recopilando y poniendo orden en mi poesía satírica. Creo que todos necesitamos reír, aunque el trasfondo pueda ser ácido o pretenda ridiculizar o denunciar a nivel social, político, religioso o amoroso, que son las vertientes propias de la sátira. A ratos, escribo nuevos textos, corrijo los ya escritos, leo, releo, reescribo… No puedo parar.

 

No quisiera despedirme sin agradecer la oportunidad de dar a conocer mi obra, mi persona y mis inquietudes literarias a la  «REVISTA AHORATELEO» y, especialmente, a Carmen Hernández Montalbán, que siempre me ha abierto las puertas a colaboraciones literarias. También agradezco, desde aquí, la invitación a participar en el pasado OCTUBRE POÉTICO en Guadix, donde leí algunos poemas de mi último libro, en muy buen ambiente y compañía.

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