La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 21 de noviembre de 2024

AHORATELEO, revista literaria. Número 9. noviembre de 2024.



 

Entrevista a Rafael Ruiz Pleguezuelos, autor de "La mano muerta y otros relatos de azúcar y fuego.

 


Háblanos un poco de ti.

Nacido en Granada, de familia de las Viñas de Gor, tan cerquita de Guadix. Nada me mueve como la literatura… necesito escribir cada día de mi vida para sentirme bien. Me mantengo en una disciplina espartana que no me pesa por esa pasión por la escritura que inunda todo. Los géneros en los que más cómodo me muevo son la novela, el relato, el teatro o el aforismo.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La mano muerta y otros relatos de azúcar y fuego?

El subtítulo de “otros relatos de azúcar y fuego” anuncia el tono de lo que he escrito: en los relatos hay fuerza, destrucción y desasosiego, pero también dulzura, fe en el cambio, ilusión... la idea era crear unos relatos cortos en los que la muerte fuera el hilo conductor, pero vista desde múltiples perspectivas y situaciones. Ninguno de los relatos repite contexto o temática, como si cada uno de ellos fuera un libro en sí mismo. La editora está entusiasmada con el libro y yo también, creo que pueden gustar mucho porque tienen algún componente mágico que provoca que quieras releerlos.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En que son historias muy humanas, cotidianas, en las que el lector se puede ver muy identificado: un divorcio traumático, el amor no correspondido, la tristeza de la vida en soledad, el amor incondicional por los hijos… son temas que llegan porque son muy de verdad.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

He tenido la suerte de poder mantener una continuidad en librerías, que me ha permitido seguir ganando lectores, con grandes alegrías como las novelas La piel del lagarto o El jardín herido, con buena difusión y recepción. Solamente puedo mostrarme agradecido por el cariño que los lectores me demuestran, y la atención que he recibido de los jurados de premios y editoriales.


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

He terminado este fin de semana una obra que me ha maravillado: Abel, de Alessandro Baricco. Lleva como subtítulo «un western metafísico» y es un auténtico logro. Desarrolla la típica historia de las películas del oeste desde una prosa filosófica, lírica, profunda. Un libro curiosísimo.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

A principios de 2025 la editorial Apeadero de aforistas me publicará un nuevo libro de aforismos, La serpiente mecánica. Y ahora estoy trabajando en una nueva novela, que quisiera concluir en algún momento del próximo año. Por ahora marcha bien, estoy contento con los capítulos que ya he trabajado.

Absurdo manuscrito, de José Luis Raya Pérez.

 


Nadie pudo evitar el suicidio de Robert Grey aquella tarde cenicienta del otoño de 1905. No pudo soportar por enésima vez que su novela fuese rechazada. La tildaron de absurda e inverosímil. Los editores se mofaron y la despreciaron cruelmente. Ya se sabe que los escritores suelen ser muy vulnerables y desequilibrados.
Aquella novela proscrita se desarrollaba en el lejano y distópico año 2020. La sociedad del mundo entero se había confinado durante meses sin salir de casa. Todas las personas tenían que llevar mascarillas para evitar un virus letal que viajaba por el aire y debían lavarse constantemente las manos con agua y jabón. Afectaba a los ancianos principalmente. También había personas que contagiaban la extraña enfermedad sin presentar síntomas. Incluso, aparecieron grupúsculos por doquier que negaban las luctuosas evidencias. 
A su entierro no acudió nadie, fue sepultado con su absurdo manuscrito y olvidado para siempre.
En el arte existen numerosos artistas que pasan de largo sin dejar huella. Antiguamente, parece ser que existía un mejor criterio y han logrado alcanzar la cima merecidamente afamadas obras como El Quijote; sin embargo, no debemos olvidar que hasta el siglo XIX no empezó a considerarse la magna obra en la que se ha convertido. Durante doscientos años fue considerada como una simple novela de humor: no se supo desentrañar el enorme potencial que encierra como si de un libro arcano se tratase.
La culpa de todo esto la tienen las modas, los ineptos y normativos críticos y las varas de medir. Numerosos manuscritos han caído en el olvido o siguen encerrados bajo llave en un cajón o han sido carcomidos por algún virus de un sucio ordenador. Veo y escucho “La voz” y observo la cantidad de cantantes que se queda en la cuneta por el físico o porque no sigue las modas reguetonianas. Asisto a alguna exposición de arte y al artista no lo conoce ni Dios, siendo un genio. Como Van Gogh, que solo vendió una pintura en vida. He visto alguna magnífica película, perdida en alguna plataforma, que nadie sabe de ella. He ido a algún concierto y he visto que su público era casi inexistente, siendo los solistas unos portentos del oboe, el piano o del arpa. He leído alguna novela, que ha sido premiada con el máximo galardón de algún renombrado certamen –léase Planeta por ejemplo-, y he quedado perplejo por su simplicidad o infantilismo. He escuchado músicos callejeros que me han puesto la carne de gallina.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, pero suele ser injusto.

Entrevista a Antonio Tocornal, autor de Árida.




Háblanos un poco de ti.

En primer lugar, muchas gracias por su interés. No soy más que un lector que se ha acercado tanto al filo del abismo de la lectura que sin darse cuenta acabó cayéndose del otro lado, del de la escritura.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Árida?

Árida es un paisaje geográfico y emocional, o físico y metafísico a un tiempo, del que los vivos huyen por haberse convertido en inhabitable, pero que en contrapartida tiene cierto magnetismo que atrae a los difuntos.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Es un libro narrado en primera persona por seis voces, de tres hombres y tres mujeres muy diferentes entre sí pero que tienen una cosa en común: todos están muertos; muertos y solos.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Una búsqueda incesante por el trabajo bien hecho, por la palabra precisa —la que pincha cuando tiene que pinchar y acaricia cuando tiene que acariciar—, acompañado por una insatisfacción permanente causada por mis propias limitaciones. Por momentos, también de cierta estupefacción cuando constato la indulgencia y la generosidad con la que me tratan mis lectores.


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Un libro de relatos: Teoría del tacto, de Fernanda García Lao, publicado por Candaya. Lo elegí por recomendación de un amigo en cuyo criterio confío, y una vez más no me ha defraudado ya que es un gran libro.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Seguir leyendo, o lo que es lo mismo: seguir buscando refugio en el confort de la literatura ante lo desapacible de lo que no lo es, y si en algún momento vuelve a surgir el milagro de que en alguna parte me brota una historia que contar, saber detectarla antes de que se esfume y saber hilarla de forma que pueda llegar al lector sin que me ruborice demasiado.

Entrevista a Fernando de Villena, autor de "La vida más allá del crepúsculo".



Háblanos un poco de ti...

No creo que mi existencia sea más interesante que la del resto de los mortales. Nací en Granada, gocé de una infancia y una juventud dichosas. No tardé en descubrir que tenía condiciones para la Literatura y me entregué a ella con una devoción casi monacal. Fui profesor de instituto en numerosas localidades andaluzas. Formé una familia y durante largos años todo fue de maravilla, pero después la vida truncó esa felicidad con la enfermedad y muerte de mi hija. Ahora, perdidas las ilusiones, casi puedo afirmar que sólo me sobrevivo.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La vida más allá del crepúsculo?

Aquí reúno mis poemas de los últimos cuatro años; son textos crepusculares, impregnados de amargura por el dolor de los seres queridos y por el devenir de la Humanidad, pero también llenos de belleza, de misterio, de hondo sentimiento ante la naturaleza y de esperanza.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

La fuerza de este libro está en su verdad. Creo que después de mi larga trayectoria he conseguido la desnudez tanto en lo referente al estilo como en los sentimientos.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación a esta última?

Mis primeros libros eran de más difícil lectura; se hallaban influenciados por los autores renacentistas, barrocos y grecolatinos. En ellos existía una firme apuesta por la belleza y un vitalismo lleno de luz y de entusiasmo. Ahora he conseguido la sencillez, pero mis poemas se han colmado de tristeza.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste y por qué lo elegiste?

Los dos últimos libros que he releído (la vejez se inclina más hacia las relecturas) son de José María Castroviejo, el mejor escritor gallego después de Valle-Inclán y de Emilia Pardo Bazán. Su prosa poética es un torrente de sorpresas. Los títulos: “Las tribulaciones del cura de Noceda” y “La montaña herida”.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Atravieso una etapa de sequedad interior poco propicia a la creación, pero siempre guardo inéditos en la reserva y pronto se publicará un nuevo libro: “Cuentos de misterio en la Alpujarra”. Esta fascinante región es uno de los pocos territorios españoles donde todavía resultan posibles los mitos, la fantasía, el misterio.

                

IN MORTE"

A mi hija Teresa

 

¡Qué amargo es al volver de cada sueño

encontrar la verdad de que te has ido!

 

Te has ido para siempre

y uno mide el rigor de esa palabra

y se niega a aceptarla.

 

            No veremos ya más

tus ojos de bondad e inteligencia,

tu sonrisa de luz limpia y serena,

tu cuerpecito esbelto y delicado,

tus manos cinceladas en marfil,

la noche tunecí de tu cabello…

 

            Ahora que nos faltan

tus besos de jardín,

tus besos como oreo

de rosas y celindas

en las noches del sur,

ahora que no llega a mis mejillas

el rocío latente de tus besos,

¿cómo sobrellevar

el peso del vivir?

 

            Como en los mismos sueños,

se confunden ahora,

en esta amarga y vertical vigilia,

la gracia de tu infancia campesina,

tu dicha en los veranos junto al mar

o en la dorada Italia,

tus ímprobos esfuerzos del estudio,

tus años de dolor y de hospitales…

 

            Yo pensaba auxiliarme de tu brazo

cuando la edad venciera mis cimientos,

y soñaba a tus hijos

jugando cada tarde en mis rodillas.

 

            Injusto, sin embargo, me parece,

terrible cruel e injusto,

que yo siga viviendo

anciano, torpe y terco,

mientras tu juventud de oro se aleja

por un río de sombra hasta lo ignoto.

 

            Insolente la luz pues no la gozas;

inútil el esfuerzo del mar sin tu mirada;

ingratas las palabras

pues tú eres ya silencio.

 

            No quisiera quejarme

porque tú casi nunca te quejabas

a pasar del dolor y su cortejo;

no desesperaré

porque jamás a ti logró vencerte

la desesperación,

ni perderé la fe

pues tú la conservaste, valerosa,

hasta el último instante de tus días

como quien el secreto inmenso guarda

de la inmortalidad.

 

Es muy triste vivir

tan sólo del recuerdo

cuando se tienen treinta años,

por eso pido a Dios te ofrezca ahora

mañanas sin crepúsculo,

rosas inmarcesibles,

caravanas de estrellas…

 

            No se oyen los tambores de la lluvia

ni la risa del río y las acequias

porque todo es silencio.

 

Hoy que el aire se impregna de tristeza

y los cielos se tornan muros negros,

nuestras vidas ya no nos pertenecen

y sólo nos conforta

tu sonrisa final y la esperanza.

 

 

                                               (agosto, 2024)

 


Entrevista a Víctor del Árbol, autor de "El tiempo de las fieras"

 


Háblanos un poco de ti.

No hay mucho que decir, más allá de lo que se expresa en mis novelas; tengo 56 años, nací en Barcelona de una familia de emigrantes del sur de España y siempre me ha interesado el tema de la identidad, la memoria familiar y la memoria de nuestro país. Publiqué mi primera novela a los 38 años y unos años después, gracias al éxito internacional de La Tristeza del Samurai, dejé mi trabajo en la Policía Autonómica Catalana, donde trabajé 20 años, para consagrarme a mi pasión de siempre, la escritura. Empecé a ser más conocido en el extranjero, sobre todo en Francia, antes que en España hasta que, en 2016, gané el Premio Nadal con La Víspera de Casi todo.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El tiempo de las fieras?

Un espejo del siglo XXI, fieras de todo pelaje —desde las altas finanzas hasta la delincuencia más común—que confluyen en Lanzarote para dar caza a una joven de diecinueve años que guarda un secreto que puede cambiar el status quo de los poderosos. Una novela que conjuga Historia y novela negra, rápida, audaz, y que nos invita a dejar de ser las presas y pasar a la rebelión.


¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Sin duda en sus personajes, muy complejos y, por ello mismo, muy humanos, cercanos a nosotros. También juega su papel el paisaje: Lanzarote, Texas, Sarajevo, México...Hay un equilibrio perfecto entre la trama y la profundidad que la hace muy atractiva para todo tipo de lector.


¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Un ascenso lento, a veces difícil, pero siempre estimulante. Escalón a escalón los lectores me han dado el empuje para convertirme en el escritor que siempre quise ser. Con los años he aprendido que la literatura es algo maravilloso, que te lo da todo, a cambio de que tú lo des todo también. 


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Acabo de releer Las Memorias de Adriano. Lo elegí al verlo en una librería y recordar cuánto me impactó a los 20 años, cuando soñaba con escribir novelas así.


Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Ahora toca viajar al frío polar, a las ballenas y a los secretos que esconde el hielo. En ello ando.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Entrevista a Pepe Velasco Romero, autor de "Escritos desde el frente".




Háblanos un poco de ti.

 Pienso, que a veces me siento como un indigente mortal, sólo rico en fantasías y sueños, que intenta una y otra vez cortejar a la felicidad; que veleidosa y coqueta se resiste con empeño... Pero yo cual pertinaz enamorado, nunca cejo en el galanteo, una y otra vez intento besar sus labios, una y otra vez intento acariciar su cuerpo; ella obstinada se resiste con esmero, pero yo por siempre intentaré tenerla a ella, será mi quimera de por vida, porque no cejare en ello hasta que esté muerto... Me sueño un rapsoda, cuenta cuentos y narrados de historias y sueños. Poeta y escribidor que dirían otros, que intenta canta al amor, a la vida y a mi tierra: El Sur. Al sur y sus gentes; mis gentes. Sur omnipresente en mi obra: Andalucía, La Hoya de Guadix - La Accitania, perenne cronista por si misma a través del tiempo - y por ende un pueblecito ubicado en lo más agreste de esta hoya, donde yo, Pepe Velasco Romero desperté al mundo por primera vez, Los Baños de Graena.

 

 ¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Escritos desde el frente?

  La guerra como pérdida de vidas, de valores, de promesas, de sonrisas. La guerra como fuente de injusticia y discriminación; como prueba de ignorancia y faltas de empatía. La guerra como causa y consecuencia de la intolerancia. La guerra propiciada siempre por la avaricia desmedida y el ansia de poder sin límites. Pero a la vez, a través de toda esta vorágine y revuelto con ella, se va abriendo paso el amor; entretejiendo hermosas historias, unas que perduran impasibles a través del tiempo, y otras que nacen y florecen en el mismo devenir de los personajes que habitan estas páginas, hasta llegar a nuestros días

 

 ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

 Reside en ese horizonte utópico, siempre veleidoso y huidizo. En ese empeño de esperanza constante. En un perenne sueño y lucha decidida por un mundo mejor; siempre sustentado en la razón, la solidaridad, la empatía y el sentimiento, pienso que más importante y sobresaliente; el amor que a través del tiempo despunta y se antepone con brío a tanta mezquindad, sinrazón y barbarie.  

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

 En mi primera publicación, un tanto temeroso, quizá por pensar en “el qué dirán” o en sencillamente en que me hicieran una mala critica o que no pudiera interesar a nadie lo que yo escribía, pero luego el tiempo me ha ido puliendo y he concluido que yo escribo para mí y si a alguien le gusta lo que escribo, pues bien, y si no, pues también bien. Me doy el gusto a mí.   

 

 ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

 Diría más bien los últimos, porque cuando me pongo, no leo engullo. El sicoanalista de John Katzenbach, El anillo de Atila, de Albert Salvadó.  El primero porque me gusta ese tipo de novela con tintes un tanto “históricos” El segundo, quizá, porque sea un tanto observador y me guste indagar en la mente y el comportamiento humano.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

 Si, estoy casi terminando y dando retoques a una nueva novela, pero esta cambia diametralmente de temática con relación a las anteriores. Es una historia de amor, digamos, “del rosa al amarillo”, pero con tintes erótico festivos; es algo desenfadado y quizá hasta en algunos momentos licenciosa. Pero bueno, no quiero dar más datos, cuando salga ya la leeremos y opinaremos.