TIEMPO
DE ERAS, José Antonio Cascales
Ya
es San Juan, ¡las eras van a empezar! cogeremos cerezas y el agua se perderá…
Sol de estío, calor de verano,
siembras doradas para ser segadas o arrancadas,
¡listas para ser trilladas!
Tiempo de eras,
de aire caliente, polvoriento y reseco.
Tiempo de sudores,
sin ducha ni baño en hogares.
Rio fresco, con pilones familiares.
Es tiempo de siega y barcina, para después la trilla.
Animales, niños, mujeres y hombres, disfrutan de la
recogida.
Trabajo duro y madrugador,
todos en pie antes que el sol.
Viene el aviento, separar paja de grano
llenar los pajares para animales,
atrojes
en
algaritones para el grano.
Tardes de calor, noches de bochorno
los niños jugando como en otoño.
Viento de tarde, sacar garbanzos, habas y legumbres.
La noche serena, centeno, trigo y cebada,
con máquinas de manivela y motores “Campeón”.
Es tiempo de eras,
nubes de verano alteran el horizonte,
recoge parvas que no se moje la mies,
todo pasajero, solo un traspiés.
Con los atrojes
llenos, un año por delante vendrá,
pero si están vacíos, ¡volveremos a empeñar!
Vida con muchas fatigas, trabajo y entrega,
es la labor de un jornalero, con mucha raspa y poco trigo.
Se acabó el verano y con el la trilla
las lluvias de agosto ¡limpian las eras de polvo!
cristalina escarcha
derrama:
sábana que responde
a la luna,
con olor a menta,
romero y albahaca.
Silencio del campo
verde
nostálgico
busca el comienzo:
la raíz, la mecha,
la savia.
Vespertino lucero,
ritual comienza
regando los campos
sin tregua:
tango quebrado que
abraza
erotismo de deseo y
esperanza.
Empapado en sudor,
calma con agua su
sed
el sabio y
extenuado labriego,
ceñido a las leyes
de la tierra...
Disfruta del
"carpe diem"
mientras ,
escondidos, silban
en ramas de
vetusto árbol
alegres y
hermosos pájaros.
TIERRA, Isabel Pérez Aranda
Me resisto a pensar
que me habéis abandonado
aguardo confiada a
que tornéis
a sentir las
estaciones,
a culminar simientes
y cosechas
a completar historias
no vividas,
a sostenerte madre
entre las manos
hacia un despertar de
aguas virginales,
para asirme a la
hierba y ascender al cielo,
conjurar a los astros
y comenzar de nuevo.
Conozco bien las
manos que me siembran,
surca el arado sus
callos ajados,
su tacto con mi
cuerpo ya es memoria e instinto,
que me asienta y
eleva como inmenso cauce
y alimenta cada
diminuto ser que me habita.
Y os ofrezco las
semillas olvidadas de la tierra
los matices infinitos
de aguas primitivas,
que cautivan con
aromas de memorias terrenales,
de arcillas rojas y
sal de mares,
doy placer y alivio a
millones de bocas,
y respiro los
dominios a golpe del brisa fértil
esperando que el
cielo proveerá saciar……..
A cambio dejáis una
tierra que emana desaliento
sembrados vacíos en yermos
huertos.
¿Y aún así os
sorprenden mis quejidos?
Es por eso que a veces
las heridas me sublevan,
y revierto mi amor en
caos,
y acelero los vientos
y vuelco los mares,
que hacen lloran
cielos y volcanes,
y nuevamente amaina
mi furia y vuelvo a creer
que el sudor y el
esfuerzo fecundaran mi sed.
“El almendro me pide a gritos que
salve mi alma”.
Ella se fue con ellos, el
día de Todos Los Santos,
Y los Difuntos colorean
las estaciones de luz
Que provocan emanaciones
de agua salada de mis ojos.
Una Santa Espina de
Agriento
Trajo el Obispo Juan de
Orozco y Covarrubias.
Para comenzar del gallinero has de buscar
Dispersos en el corral, los huevos
¡muy importante! ,
100 gramos de mazapán has de echar
Al perol de cobre.
De la garganta de San
Jorge otro más pequeño
se trajo en un sobre, su excelencia
reverendísima.
Añadir 250 gramos de almendra molida
De los llanos del Marquesado bien machacada y removida.
Su compañero el Rvrdo
Obispo Sr. Don Juan Fonseca y Guzmán
En 1575, ó más tarde
Recuperó del Varón
Apostólico
San Torcuato, el primer
Obispo de toda la Europa Occidental,
Y en una primera embajada
algo ajetreada,
Varios Huesos del Santo,
Aquél a quién
Una mujer llamada Luparia
lo escuchó en la Accitania
Lo protegió y bautizar con
gran parafernalia Ella se dejó,
Su corazón romano, Santo
quedó
En Celanova estaban los Huesos
Muy bien enterrados bajo
tierra,
Santa Tierra, tierra
fértil llena de milagros,
Varias reliquias,
trajeron, pues no le dieron todo el
santo
En Face Retama faltaban
sus huesos hacía varios siglos
Que quien allí había era
un morisco santo
Que muy bien lo sabía
Bernardino De Benavides Mensafies
Del chivatazo de unos y
otros
El proceso le colgó el
hábito y corcel perpetuo
Y seis años de galeras
nadie le quitó,
Por decir lo que era
inmemorial
Agua, ralladura de limón
Y azúcar glass para trabar la masa
Un padre nuestro y dos Ave Marías
Para la crema de yema, cuatro yemas
Y tres Credos sin fallar ninguna creencia
Pues esa es la gracia de la ciencia
Que esto otro, sólo es cosa de conciencia.
De la cabeza, la
mandíbula se trajo,
De las extremidades
superiores, su brazo santo
Y el calcáneo que lo
desplazó desde Jerusalén a Roma
Atravesando el Mar
Nuestro, campos de cereales, olivares y viñedos
Y desde allí a Hispania
con otros santos varones
Y en sus hatillos, melocotones.
Éste de las extremidades
inferiores aunque superiores
Tanto estadio recorrido
del Amor a un mundo dividido, habló
Donde encontró almas que
lo escucharon
Gentes que lo abuchearon
Y soldados que lo
asesinaron.
Sólo en ocasiones especiales y en bandeja de plata
Los has de poner con una gota de aguardiente
Y si sobran los repartes entre la gente
Que ellos sabrán lo que tienen que hacer.
POEMO POR UNA ROSA, José M. Molas
Poemo por una rosa, poemo por un clavel,
poemo por las flores, y por las que nos dan de comer
poemo por un guisante, poemo por un parral.
Alegría me traen las habas, los tomates también,
los ajos que no falten, en mi huerta hay de to.
Las patatas crecen bien, cuanta más agua mejor,
calabazas y pimientos, cebolletas y perejil.
Los rabanitos van de prisa, otros tardan más.
En la huerta no hay quien pare, esto es un sinfín.
Tarea hay para todos, pero faltan manos por aquí.
Los jóvenes se van lejos a buscar su porvenir,
abandonan la tierra que los vio crecer,
no saben aun, no han descubierto
que es aquí, donde tendrán que volver.
La tierra es nuestra cuna, nuestra mejor escuela.
De ella podemos aprender, a ella debemos volver.
Dejemos de pisar tanto asfalto, dejemos la ciudad
atrás,
cuidemos de la tierra, y a nuestros hermanos
también.
Cuánto me falta por saber, cada día un nuevo
amanecer.
Ven, no te quedes a mirar, ven conmigo a probar.
De las plantas venimos y más allá iremos,
cuando la hora llegue, cuando la hora sea de partir,
al fin.