Háblanos un poco de ti.
La versión oficial, la que se pone en
el c.v., es: licenciada en Traducción e interpretación, me dedico al mundo de
la traducción desde hace casi 25 años, y participo activamente en actividades
literarias y musicales. La versión vital es que soy una apasionada del momento
porque soy consciente de la fugacidad de la vida. Lo que tengo en este instante
es realmente lo que tengo. Me encanta viajar, la historia, el arte, la música,
los idiomas, la escritura/lectura, la naturaleza, cocinar, cantar, bailar… Sé
que gran parte de estas aficiones son comunes en muchas personas cuando se les
pregunta. Para mí no solo son una respuesta verbal, son una respuesta de vida,
de mis minutos, de mis días… Me siento muy afortunada con mis amigos y familia.
Aunque suene a tópico, adoro a mis hijos. Me entusiasma mi trabajo. Me encanta
reír y pisar la vida dando saltitos como hacen los niños. Por supuesto hay
horas grises en las que siento la necesidad de llorar por las esquinas, pero la
mayoría de mis momentos son soleados, por lo que me siento muy afortunada.
Tenemos que recordar que el mal tiempo es temporal.
¿Qué podemos encontrar entre las
páginas de El peso de las mantas?
Un reflejo de la vida: amor, desamor,
pasión, familia, amistad, traición, venganza… Encontramos también referencias
históricas que se enmarcan en la época en la que se desarrolla la novela (años
30 y primera mitad de los años 40 del siglo XX). Pero sobre todo, la
consciencia de que la persona está por encima de los hilos del poder y que en
todas partes hay gente buena y mala.
¿En qué ingrediente reside la fuerza
de este libro?
En la exploración de la persona como
ente autóctono e individual.
¿Cómo describirías tu trayectoria de
escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Ha sido un camino con sus altibajos.
Los primeros años, tras la publicación de mi primer libro, seguía sin
considerarme escritora. Recuerdo que incluso me daba cierto pudor decir que era
escritora. Me acercaba al mundo literario de la misma manera que me distanciaba.
Había momentos en que me preguntaba “¿qué hago yo aquí?” Pero luego surgió
dentro de mí una consciencia literaria y de confort con ese entorno en el que
he hecho grandes amistades y disfruto de la maravillosa sensación de descubrir
a los demás y descubrirme a mí en la palabra. En la actualidad, la escritura es
parte de mi cotidianeidad como lo es mi otro trabajo en el sector de la
traducción, la música, mi familia y mis amigos.
¿Cuál fue el último libro que leíste?
¿Por qué lo elegiste?
El libro de sonetos maravilloso “La
luz que no nombro” de mi amigo Paco Sánchez que estará disponible en febrero.
Paco tuvo la generosidad de pasármelo para que lo leyera y ha sido todo un
descubrimiento. Sus sonetos tienen el ritmo perfecto y sumergirse en su lectura
es adentrarse en un trepidante mundo de sensaciones y sentimientos con el que
nos sentiremos tan identificados como parte de nuestra experiencia vital.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Estoy terminando un poemario de tono
más optimista. Mis hijos a menudo me preguntan por qué gran parte de mi poesía
es triste. Siempre les digo que me parece que los poemas tristes tienen más
peso que los felices y llegan más hondo. Pero reflexioné sobre sus palabras y
decidí escribir un poemario que exaltara la belleza y felicidad del amor
sentimental. Estoy pensando también volver a los relatos cortos, un género que
me encanta y que he tenido un poco abandonado en los últimos años.
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