Llueve sobre las ruinas de Macondo
con flores amarillas empapando
silencio en soledad, evaporando
sombras de humanidad, telón de fondo.
Llueve sin cesar del cielo más hondo,
donde la Bella pervive flotando,
jardín de margaritas deshojando
–«sí, no»– en perfecto ciclo redondo.
Llueve, llueve, llueve… fuerte aguacero
de una crónica de vida anunciada,
porque no hay muerte sino un sendero
que indica la palabra no agotada,
para que lleve a Macondo el viajero
flores para Gabo en lluvia pausada.
Precioso Javier, muy bueno.
ResponderEliminarMuy bonito de rima facil pero resultona y aparentemente acuática, de los Cien Años de Soledad.
ResponderEliminarClavada en el micromundo del premio novel.Muy majo amigo.
Fran H.Puertas
Un canto a la vida maravilloso.
ResponderEliminarUn beso eres grande