Sentí el azul de los azules
en lo más profundo de mi ser
y urdí vuelos azulados
sin más deseo que volverme
azul.
Entendí que pensar en color
implicaba poseer sus claves,
psicológicas y simbólicas,
entendí a Millet entre
rojizos,
azulados y turquesas, tan
sutil
que eclipsa.
Percibí la inmensidad, el
azul de Klein,
hipnótico y puro,
a Tiziano “príncipe de los
colores”,
a la misma hora la luz de
Manet,
la seducción de Degas,
el color-música de Cezanne,
la sugestión amarilla de
Gauguin y,
la intensidad emocional de
Van Gogh.
Sentí el azul en todo su
espectro,
su energía, su profundidad,
fui consciente del mensaje,
fui consciente del poder,
y urdí vuelos azulados
sin más deseo que volverme
azul.
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