No sé si habrá un Noé
que tripule la nave de la esperanza,
si guardará el oxígeno en una botella
o nos dará a beber de sus labios
el líquido indispensable,
si guardará con devoción de místico
la última semilla,
o evocará con su voz el canto de las aves.
¿Dónde habitará Noé
cuando la tierra sea un páramo?
El lugar de su destierro será un enigma,
solo cabrá esperar que sepa encontrarnos
y nos enseñe a cuidar
lo que con tanto desprecio profanamos.
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