Entorné los ojos.
Se observa sigiloso,
se acecha,
al jugador en retirada.
Se espera,
con paciencia
depredadora,
la recompensa.
Basta que la máquina se
atragante.
Basta luego una moneda.
Cuando uno abandona,
al siguiente
le escupe el artefacto
sus desechos,
y corren por el cajetín con
estruendo
las monedas que le sobran.
La
recompensa
es
tuya, me has levantado un muerto,
se dicen entre ellos
jugadores,
cuando alguno, resignado
se aleja de la presa
malherida.
Otras, empieza una pelea.
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