Entorné los ojos en una
realidad de horas que no me pertenecían, en un espacio esquivo de sensación
heladora. Escarbé para calmar fobias redundantes que no quise alimentar, y tiré
del hilo enmarañado desliando sin pausa el intrincado lance.
Cuando desperté, mastiqué una
realidad cosida y desarmada, caminé comiendo asfalto y emprendí una búsqueda
hacia adelante y al unísono hacia atrás, desbaraté los miedos y cimenté anhelos
de vestigios e identidad.
Con una vitalidad
inconsciente, impulsé las conexiones cuerpo y mente para que retomaran su nexo.
Indague en los sueños de
manera poderosa, me alimente de ilusiones para ahuyentar apatías por pura
necesidad de aceptar. Entre tanto, la burbuja rodaba y fluía de manera etérea,
paralela a dos dimensiones bien definidas, y obtuve la respuesta, las piezas
encajaban una tras otra, y pude entender el vinculo brutal que hasta ese
momento, nunca habría comprendido.
Fue un sentir que provenía de
la búsqueda más racional y antigua, la de constatar el poder de la memoria.
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