Delicada
gota de lluvia,
recogida de
lo más profundo del mar
caída de la
más alta catarata,
salada húmeda y vocal.
Oscuro día
que mana en tus cuerdas,
aquellas que es difícil saber cortar,
por miedo a cristalizar, caes de lo más alto,
débil pero aún así decidida,
en cuestión
de segundos te deslizas
por aquel
túnel hambriento de soledad.
Vuelves a
brotar frágil de nuevo
y con un suspiro remanente del lagrimal,
limpias el
alma de mi congoja,
brillas en el rostro
que da
aliento a un nuevo despertar,
conminando a
la cuerda floja
sin miedo a
estallar.
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