La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 8 de septiembre de 2024

Tiempo de eras, por José Antonio Cascales.

 


Por San Antonio comienza el verano, de días calientes y noches frescas. La flor de la retama abierta y las abejas zumbando, la flor del castaño comenzando.

Las hierbas se van marchitando y los pilones en el rio se van realizando.

Se arrancan las habas y los cereales se van dorando. Vienen cuadrillas de todos lados, algunos hombres se traen a sus hijos, duermen en pajares o en corrales.

Los jornales son cortos y largas las peonadas, por casi la comida se empieza la siega.

Se come temprano las migas, sobre las doce el gazpacho con trozos de pan duro bailando, sobre las cinco la olla y no sé si por la noche algún trozo de tocino con aceitunas y pan. En las comidas con la cuchara en la mano, un pasito palante y un pasito patras, donde entran otros y así un día y otro.

El niño recoge espigas y prepara “vencejos” para amarrar los haces, también reparte el agua de la botija a los segadores.

Los haces se van cargando entre animales y carro, se van llevando a la era formando montañas enteras.

Entran las bestias a modo de trote, donde poco a poco desvanecen las lomas y se convierte en pradera. Se engancha el trillo con la collera más grande, se suben los niños al trillo como si fuera una noria tumbada en el suelo. Los padres remeten orillas y le dan la vuelta a la “parva”. Cuando la paja esta suelta se amontona la mies molida y después se “ablienta”. Las parvas grandes las “ablienta” la máquina que si hace aire en el día se hará por la tarde noche o de madrugada que el aire amaina. Las parvas pequeñas las “ablienta” el “biergo” que para sacar limpias las legumbres se utiliza también la criba y el “asnero”. Para rematar la faena el soplillo.

Todas las eras están ocupadas, todas las bestias circulando, a veces en las cuestas se paraba el carro y era un problema, las bestias agotadas se estiraban para poder subir la cuesta.

En el centro de la era la parva de cebada, la de las lentejas y garbanzos mas tardíos siempre había algún rincón libre que al trillarlos saltaban como bolas libres, los niños las recogíamos con la esperanza de algún postre rico. Las madres nos hacían un flan para los domingos, este se marcaba por trozos para los hermanos, como si de verdaderas fronteras se tratara.

Las eras se van acabando, hay que meter la paja en los pajares y recoger la granza para las aves, siempre llevan tierra y semillas que a ellas les va de maravilla.

Las eras quedaban limpias, todas barridas, no había hierbas y las piedras estaban pulidas y brillantes ¡por tanta pisada y por tanta barrida!

Bandadas de gorriones acudían a rebuscar semillas, cuando caían las primeras tormentas, ya por agosto o septiembre, todo se lavaba, todo se olvidaba, la tierra y el polvo se asentaban y un verdadero perfume invadía las eras.

Hoy paseo por las eras, eras de nuestra infancia y de nuestros antepasados, eras de esfuerzo y supervivencia.

Hay paseo con mi perro por unas eras del pueblo, estaban las de la Ermita, las de la Balsa, las del Albaicín y las de “Cagarria” que junto con las de la Ermita son las de mayor calado, tanto por extensión como por recoger los diferentes aires para el “abliento “de los distintos granos. También había eras en los molinos y en los cortijos aislados.

Estamos en la estación seca, la del verano, donde todas las eras deberían de estar llenas de mies o de legumbres, llenas de personas, llenas de animales. Hoy mi perro corre por ellas, la hierba crece entre sus piedras, los balates que las separan se han caído, unos por el ganado, otros por la lluvia acumulada. En algunas se han plantado árboles, en otras se han construido pequeños almacenes.

Paseo el hoy por donde el ayer, donde pasé mi juventud, donde dormí siendo un niño teniendo las estrellas como techo, donde unas galletas me despertaron en unas eras que ya no están. 

Hoy paseo por donde muchas de ellas son escombreras, el desecho de la casa.

Hoy paseo por donde el agricultor recogía su grano, su esfuerzo, su sueño del año entero. Donde sí su cosecha era buena le podría pagar al tendero, al barbero, al tabernero y al pueblo entero. Pero si no se recogía grano, volveríamos a comprar fiado, gracias al tendero que nos apuntaba el año entero.

Hoy las eras de mi pueblo han caído en el olvido, en algunas de dibujaban los cuatro puntos cardinales. En muchas otras hay huecos para la botija, el cántaro de agua y la fiambrera, con esa fritada de morcilla y calabaza “burriquera”, con suerte algún chorizo.

En algunas eras pasaban cerca las acequias y había grandes castaños en sus orillas. el agua cristalina, la sombra frondosa, el cansancio en lo alto, así que los ojos descansaban un rato en aquel oasis.

Las eras…hoy olvidadas, ayer necesarias ¿y mañana? Mañana seremos leyenda.


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