Háblanos un poco de ti.
Ahora mismo soy un profesor jubilado que ejerce la literatura y la música, mis dos grandes pasiones, lo cual me sirve de esparcimiento y me mantiene ocupado, pues no sabes un pensionista la cantidad de horas libres que tiene a lo largo del día. Digamos que el verbo aburrirse no existe en mi vocabulario. A esto añado que empecé a escribir siendo docente al observar la carencia de lectura que tienen los jóvenes actualmente. Eso en mi tiempo no pasaba, aún no había tantas pantallas como ahora y la lectura era otra forma de entretenimiento. En ese sentido, mis primeros textos iban dirigidos a mis alumnos. Cuentos, leyendas, relatos breves que nunca han sido publicados.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Señor maestro?
Una historia de cariño: la amistad entre un chiquillo que empieza a despertar a la vida y su maestro, un joven profesor depurado por el régimen, en la época más dura de nuestra historia reciente, la posguerra. Un relato tan idílico como lacerante según qué capítulos, al que le añado un pellizquito de intriga que irá en aumento según se vaya acercando el final.
¿En qué ingredientes reside la fuerza de este libro?
Mejor en plural, ingredientes, porque voy a hablarte de tres principales. El primero, la época: los años cuarenta, los años del hambre, como los conocen nuestros mayores, los del estraperlo, los del comer lo que se pueda, cuando se pueda y como se pueda; también los de la represión y el miedo. Este período ya es de por sí motivador y fascinante. El segundo, el lugar donde se sitúa gran parte de la acción: en un cortijo del altiplano del interior de Granada, junto al río Gor, digamos que dentro del cuadrilátero Guadix-Baza-Gorafe-Gor, un área que los accitanos conocéis muy bien. Y el que nos falta, el tercero: en el tren llamado el Catalán por unos o el Granaíno por otros, donde uno de los protagonistas viaja en una odisea de más de veinte horas de periplo, el tren de los emigrantes andaluces -maletas de cartón prensado, compartimentos para ocho personas, gente de pie en el pasillo- que buscaban en Barcelona mejorar su vida.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta la última?
Esta última es la novena. Mi trayectoria ha sido, creo, como la de cualquier otro escritor que escribe por placer y no por dinero. Empiezas titubeante, inseguro, con miedo a cómo la recibirá el público, y terminas escribiendo con más convicción, con más dominio del lenguaje y técnica narrativa, pero sin perder aún ese miedo. Y entre la primera y la última, dos novelas finalistas de sendos premios literarios: “La cuna Nº 13” y esta, “Señor maestro”, que hacen sentirme orgulloso.
¿Cuál fue el último libro que leíste?, ¿por qué lo elegiste?
“Línea de fuego”, todavía estoy en ello, de Arturo Pérez-Reverte. Me gusta cómo escribe. Su relato fresco y atrevido, cómo domina los tiempos, la riqueza de su vocabulario. Y encima aprendo del maestro.
Y ahora qué ¿algún nuevo proyecto?
No. De momento nada. Bueno, tengo alguna idea en la cabeza para desarrollarla más adelante, cuando pase toda esa tolvanera que supone la promoción de una novela: publicidad en las redes, presentaciones, ferias de libros, en fin…
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