La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

sábado, 6 de mayo de 2023

“LACTANCIA SECA” DE ROCÍO BIEDMA, por Juan Orozco (Joros).

 



             Cuanta desesperación en el dolor, la queja, el llanto, la pesadumbre, de ser vejado por la barbarie de unos sobre otros; de Caín sobre Abel, en el dominio de la fuerza bruta, descomunal, de la intemperie, de la agresividad sobre los que no pueden ni siquiera esquivar la agresión del más salvaje sobre los indefensos, los menos pudientes, ya sea en tiempos de guerra, de posguerra o, simplemente, en el devenir cotidiano del dejar pasar la vida como viene. En donde los menos favorecidos son atropellados por la infinidad de tropelías, de dominio del más poderoso sobre el más débil, lamentablemente.  Donde lo intempestivo cae sobre las acciones cotidianas de un diario deteriorando y rompiendo la armonía, con rotundidades desequilibradoras de los quehaceres más livianos, incluso, como es el de alimentar a un bebé, porque la falta de sustento tiene mustios los senos de sus esquilmadas madres por la escasez de alimentos-

             Este libro, que denuncia las lamentaciones de los más desfavorecidos en una guerra, los niños dados de lado incluso, con la lucha por la supervivencia en un entorno hostil, famélicos, deshidratados, dolientes; o los ahogados, ya sea por el agua o por la desesperación, en el ahogo que produce el malestar de una vida desolada… o por no poder cumplir sus expectativas, en la desazón de la lucha por sobrevivir… o en la muerte por asfixia; o los que huyen de la barbarie, del desastre atormentado y atronador, en la intemperie de una contienda fratricida, descabellada, entre hermanos, una herida grave entre parientes, una hendidura civil, que muerde desesperadamente a un pueblo, el español (como si fuere cualquier otra comunidad del orbe, generalizando la violencias de unas gentes sobre otras), con sus villanías, sus represalias, sus negatividades acuciantes, en la lucha por la supervivencia más inmediata. Donde la violencia se nota más contra el sexo femenino, por las naturalezas enfrentadas y encontradas de dos formas diferentes de ver y sentir la vida; y más, si eres madre, si has de proteger la vida en el campo de batalla, del devenir, en unas condiciones extremas de pobreza material, ante el desorden de la libido de los machos desesperados… por la incontinencia, por su forma de ser más intolerante y dominadora. Pero sea como fuese, siempre nos queda el lugar de la esperanza, en los días venideros, en el futuro de la raza, en el más allá del presente, intolerante y desalmado, un atolladero de ofuscaciones malsanas en el desequilibrio de una guerra entre parientes… con todos sus males y sus barbaridades. Una queja, un lamento, un denunciar las calamidades y los desastres, en la falta de tolerancia y de respecto de los derechos humanos en cualquier situación y, extrapolándolos, a cualquier sociedad del mundo, ante las injusticias de cualquier índole, pero sobre todo de las que están más a la vista, las que nos chirrían en los oídos, las más tirantes, las más nefastas, las más intolerantes. Es “lactancia seca” un libro crítico ante las desigualdades sociales, gritando las desavenencias, las negruras, las intolerancias, que crean pesadumbre y desesperación en los más indefensos. No dejando indiferente a nadie, ante la mirada de congoja, su grito angustiado ante el malestar por la tropelía de injusticias cometidas… por el hecho de ser animales territoriales temibles, necesitados de un espacio más o menos amplio.

             Un libro muy bien escrito, con suficiente entereza, con un vocabulario extenso, digno de una poeta que se aprecia; en su rotundidad, contundente; denunciando las injusticias, las lamentaciones de la irracionalidad de algunos seres (in-)humanos, por la necesidad de corregir los agravantes en el transcurso de la vida de algunas personas indefensas, desprotegidas y desfavorecidas, por las inclemencias del vandalismo más desaforado.

             Así, tenemos ejemplos, en el poemario, tan conmovedores como estos versos de su poema “Hasta cuándo”:

             “Hasta cuando quejarnos por todo / de solo, de nada, de mucho, de poco /...

 O en este fragmento de “Violetas, al caer la tarde”:

             “Duele el lubricán / que comparece hilando códigos / sin prórroga ni alfeizar / donde invocar plegarias. // Duele el aire reseco / que cuartea los labios / de sueños precintados / cuando la piel y la doctrina / escupen hijos de las balas y las ánades, / de pies descalzos, / las llagas mancilladas de ceniza / en el silencio de osario / que se traga la tierra.”//.

             O en el poema Faltas:

             “Y no sé si aún duermes / habiéndote desvalijado, / estos verdugos despiadados / tu derecho de soñar”.

             O en “Mamá se ha quedado dormida”:

             “Mamá se ha quedado dormida y sueña que vive en esta casa extraña donde reside la luna llena en el fondo de los vasos”.

            En Idioma:

             “Doy mi voz / por aquellos que guardan silencio, / los que tienen sus manos atadas / y los ojos ignotos en el negro./

 Ablación, es uno de los poemas más descarnados, pero más puros, por su inocencia…

 Con todo, bendita sea Rocío Biedma, por su paz y su calma, por transmitirnos en estos versos tanto dolor, con tanta mesura; tan bien equilibrados están, que no resultan altisonantes ni chocantes, en nada; habiendo logrado una equidad curiosa, similar al golpe rotundo del martillo rondando el pie de la madera: ha conseguido crear una obra impecable, además de con un rico vocabulario, con sonidos que no resultan estridentes en exceso. Una obra que denuncia las injusticias sin sobresaltos, ni demasiado alto ni demasiado bajo, en un tono justo. Es este poemario, lento, exquisito en su decir, con un hermoso don de palabra, buenamente lírico. Gracias, Rocío, por entregarnos este canto duro, pero bello. Lactancia seca es de una gran calidad, una joya de filigrana bien engarzada.

 

                                                                                                          Joros.

                                                                          Sevilla y octubre de 2022.

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