La Puerta de Tannhauser está localizada
en el otro extremo de la calle,
en las ventanas iluminadas de la otra fachada
y en algunas conversaciones abiertas en facebook.
Cambia el viento, no la veleta.
No era un vendaval lo que levantaba
las faldas a Marilyn, sino los respiraderos
del subterráneo. Cronopios espectadores
somos algunos, pavesas rojas que flotan
en la oscuridad
sin saber qué quemar.
El 73 por ciento de los autorretratos actuales
ostentan un sobaco en primer plano
porque no todo el mundo dispone
de un palo de selfie o un fotógrafo fedatario.
Veo el telediario como quien mira una ventana
Veo el telediario como quien mira una ventana
y no entiendo el fraseo de una canción
que tenía mucho predicamento cuando era niño:
“Canto a la gente humilde que me mira sin rencor”.
¿Es que esperabas que los humildes te tuvieran rencor
“Canto a la gente humilde que me mira sin rencor”.
¿Es que esperabas que los humildes te tuvieran rencor
por algo?
Discursos, isobaras, pactos que nunca llegarán
a cumplirse, muchachas desaparecidas
y siniestros en curvas que, de momento,
nos son ajenos.
Mi padre –tenemos que echarle
Mi padre –tenemos que echarle
una mano para redactar un contrato simple
y poner unas bombillas-
conducía un Volkswagen escarabajo rojo,
hacía el pino encima de una silla,
silbaba sin descanso el “España” de Chabrier
y nos llamaba zangolotinos.
A veces me gustaría asomarme por un peep-eye
y volver a vérselo hacer.
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