(En
vez de elegir un cuadro de algún museo, he preferido cualquier secuencia o
fotografía que vemos estos días en prensa de los refugiados en Idomeni)
Custodio Tejada
In nomine Idomeni…
que vuelen las palomas mensajeras
en busca de los cuatro puntos cardinales
y sus campos fértiles de trigo
a cielo descubierto y raso de lágrimas en vilo.
Idomeni suena en mis oídos
como el alambre de espino cuando rasga la carne,
como una expresión de condolencia
o una parcela envuelta en tela metálica
y en papel de estraza. Idomeni es un salón
de estar lleno de gente sin paredes, sin techo
ni ventanas. Un lugar perdido en la conciencia
de los popes y de las pepas y de los mariachis.
Idomeni es el reflejo de un paraíso
-sin agua caliente- donde mujeres y niños
beben agua embotellada
con los calcetines
mojados y los pies fríos. Idomeni podría ser
tu casa o un moderno Auswitch con cámaras
de televisión que miran para otro lado
mientras esparcen el gas de la indiferencia
a sus audiencias vacías de espíritu crítico.
Eso es Idomeni en mis ojos,
una encrucijada de dioses y de hombres
donde las contradicciones de Europa y del Islam
se tienden en las alambradas.
In nomine Idomeni…
que las sagradas escrituras
de todas las religiones y sus imames
se conviertan en palomas mensajeras
del amor y de la paz como único camino,
porque Idomeni, hoy, es el nuevo monte Gólgota,
y lo sabes.
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