“Todo depende de cómo vemos las cosas y no de como son en
realidad. Jung”
La pintura como
fuente de inspiración, este es el tema de la revista de este mes.
Soy muy
perceptiva y me gusta fantasear con la forma de las nubes, con los colores de
los acontecimientos que nos rodean; con los “deja vu”, con evocaciones y
recuerdos. Siempre he creído que las cosas no ocurren por casualidad. Creo
firmemente en el libre albedrío pero me sorprende que algún acto de mi vida por
cotidiano que sea, acabe convirtiéndose en una maravillosa espiral donde
reencuentro a compañeras de colegio, donde aparece alguien que no ocupa ni
ocupará un lugar importante en mi vida pero me lleva por caminos que al final
son sueños o proyectos que tenía. Quién o qué hace que esto ocurra no lo
sabemos; los que somos cristianos creemos que Dios nos ofrece muchas puertas a
la felicidad y cada religión o filosofía lo estudia y justifica de la misma u
otra manera.
Me gusta mucho
desencriptar cuadros, uno de mis favoritos es la Virgen de la Cueva de Leonardo
da Vinci. Buscar señales, manos que son una garra, miradas, paisajes que
Leonardo no pudo ver nunca y que existen en las antípodas de su bella Toscana.
Me entusiasman las cartas del Tarot en las muchas versiones que se han pintado
y toda la simbología que encierran; la intuición nos lleva al conocimiento de
nosotros mismos, a tomar la seguridad necesaria para decidir, para andar hacia
delante sin mirar atrás más que para aprender de las lecciones del pasado. Me
conmueve todo lo que la ciencia no puede explicar.
Para interpretar fenómenos como
los que he expuesto, Jung propone el término sincronicidad:
una aparición simultánea de dos o más factores unidos por la significación y
sin relación causal alguna entre sí; sería, por lo tanto, una coincidencia
significativa. El secreto que liga un acontecimiento a otro estaría relacionado
con el significado del evento.
Jung se inspiró, para crear el término sincronicidad, en Schopenhäuer,
y más concretamente en su tratado La
intencionalidad aparente en el destino del individuo. En este tratado, Schopenhäuer habla de una
especie de “(…) simultaneidad… de aquello que no tiene conexión causal”.
Puede parecer que toda la apuesta
filosófica de Jung haya sido puramente subjetiva o limitada a su propia
experiencia. Sin embargo, antes de publicarla, como era su costumbre, tuvo sumo
cuidado e intentó buscar otros casos que confirmaran o refutaran su propuesta.
Al hacerlo, Jung encontró una bibliografía sumamente significativa. Además de
Schopenhäuer y él mismo, autores como Dariex, Flammarión, Schülz, Silberer o
Rhine, además de haber consultado bibliografías semejantes, también hicieron
uso de la estadística intentando explicar enigmas similares.
En la sabana africana,
contemplando desde una silla de campaña las actitudes reverentes de los
babuinos ante la salida del sol, Jung vino a entender que el impulso por
escapar de las tinieblas y buscar la luz ha habitado en nosotros desde siempre.
De allí esa tristeza perturbadora, que pareciera exigir una respuesta y que
emana a veces de las miradas de los animales, en especial de aquellos más
cercanos a nuestra especie o a nuestro corazón. Ellos también quieren
encontrarle un sentido a todo esto: a la vida, al universo, al ser. Pero sobre
nosotros ha caído la responsabilidad de descubrirlo. En eso quizás radique la
finalidad de cuanto existe; al menos, en eso consiste por cierto la nuestra: en
suplir el vacío y la frialdad del universo con el calor y la luz de nuestras
certezas e incertidumbres.
Por eso, cuando
descubrí los arquetipos del controvertido, a la vez que apasionante, médico
psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, Carl Gustav Jung, le fui poniendo
nombre a mis cuitas de cada día. Si hay una
persona que tenga un sentido del inconsciente y sus hábitos como capaz de
expresarse solo de forma simbólica, éste es Carl Jung. No es fácil su lectura
ni su comprensión, tal vez porque no fue fácil su vida. Cada libro, cada ensayo,
cada terapia, estaba nutrida de sus propios sueños y de sus visiones. Al
principio de experimentarlas tuvo miedo, pensó que se trataba de un brote
psicótico, pero luego se fue metiendo en un proceso doloroso de
auto-exploración. Cuidadosamente empezó a anotar sus sueños, fantasías y
visiones, y los dibujó, pintó y esculpió. Estaba firmemente convencido de que “ningún maestro puede enseñar a vencer aquello que él mismo no
ha combatido y superado”. Y, a través de las figuras y
apariencias que veía, creó su propio método terapéutico que hoy está más
vigente que nunca. Jung se adelantó a
su tiempo, podía comprender el misterio de lo oculto, lo espiritual y lo
intuitivo.
Galvanómetro y bocetos creado por Jung
|
Telesforo inserto en un mandala alquímico esculpido por
Jung en el exterior de la torre |
Ilustración del propio Jung |
Ilustración del propio Jung |
Jung asevera que,
así como la evolución tiene una importancia incidencia en el cuerpo, también la
tiene sobre el psiquismo. La mente está ligada al pasado, no solamente al
pasado de la infancia sino también al pasado de la especie. El inconsciente
colectivo es una porción del psiquismo que no depende de la experiencia
personal y su contenido es un depósito de predisposiciones y potencialidades
para experimentar y responder al mundo de la misma manera que lo hacían los
antepasados de la especie. Estas predisposiciones que hereda el ser humano se
expresarán y desarrollarán de distintas maneras según el contexto y las
experiencias que le toque vivir a cada individuo.
Después de
describir el inconsciente personal, Jung añade una parte al psiquismo que hará
que su teoría destaque de las demás: el inconsciente colectivo. Podríamos
llamarle sencillamente nuestra “herencia psíquica”.
Los contenidos
del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos. Jung también les
llamó dominantes, imagos, imágenes primordiales o mitológicas y otros nombres,
pero el término arquetipo es el más conocido.
A primera vista,
los arquetipos de Jung parecería la idea más extraña, aún cuando se ha
demostrado que son muy útiles para el análisis de los mitos, cuentos de hadas,
literatura en general, simbolismo artístico y exposiciones religiosas. Pero,
sin duda, son un baluarte imprescindible para superar traumas, para esas
tendencias que está tan de moda denominadas “crecimiento personal”,
“coaching”,” constelaciones familiares”, “registros acásicos”, “la llama
violeta”, etc. y que hunden sus raíces más profundas en los arquetipos de Jung.
Decía Carl Gustav
Jung que “Existen tantos arquetipos como
situaciones típicas en la vida. Repeticiones sin fin han grabado esas
experiencias en nuestra constitución física, ya no en la forma de imágenes
llenas de contenidos sino al principio sólo como formas sin contenido,
representando meramente la posibilidad de cierto tipo de percepción y acción”.
Concretamente se han representado infinidad
de ellos en el cine.
Inconscientemente o a propósito,
muchos creadores han depositado cualidades o características de arquetipo en
sus personajes, convirtiéndolos en símbolos culturales y referentes
creativos.
En El Mago de Oz, encontramos los Arquetipos Mente -Espantapájaros-, Emoción –Hombre
de Hojalata- y Acción-León-, los tres comandados por un cuarto
elemento que supondría el proyecto vital o arquetipo Alma, encarnada por Dorothy.
Añadir leyenda |
En El Señor De Los Anillos se representa el Arquetipo de El
Guerrero, con sus respectivos matices y propósitos, de dos
formas: Aragorn, como el arquetipo Luz; y Boromir, como arquetipo sombra.
Y George Lucas hizo
de manera especrtacular, uso de todas estas ideas para desarrollar su famosa
saga de “La Guerra de las Galaxias”.
Sirvan estos
filmes como ejemplos, hay muchos más; James Cameron ha de ser un gran admirador
de Jung, pues, aunque ahora no vamos a analizar sus famosos filmes, les dejo
como pendiente para que busquen en ellos los arquetipos de Gustav Jung:
“Titanic”, “Avatar”, “Días Extraños” o “La musa”. Abundan en ellos los héroes,
las sombras, las almas, el ánima y el ánimus, la madre, el buen padre de
familia, el yo, el personaje, el rebelde, el bufón,…
El
arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un “principio
organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona igual que los
instintos. A lo largo de su obra, Jung fue describiendo numerosos
arquetipos, señalando que existen tantos como experiencias típicas en la vida:
Dios, el demonio, el anciano sabio, el héroe, la madre tierra, etc. Voy a
dedicar aquí, un conciso comentario sobre cuatro arquetipos fundamentales para
la psicología analítica: el
personaje, el ánima/ánimus, la sombra y el yo. Y después, lo
enlazaremos, y ¡¡no es magia!!, con los 22 arcanos mayores de la baraja del
tarot.
1.-
El personaje.
2.- El Ánima y el Ánimus.
El ánima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el ánimus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El ánima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El ánimus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero… Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio sucede con las mujeres y el ánimus.
El ánima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el ánimus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El ánima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El ánimus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero… Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio sucede con las mujeres y el ánimus.
3.- La sombra.
La
sombra es uno de los arquetipos junguianos que más aceptación ha tenido. Se
trata de un arquetipo depositario de elementos de la naturaleza animal
primitiva del hombre. Al integrarse a la cultura, el ser humano es civilizado;
esto implica moderar y refrenar los impulsos animales. En este proceso de
civilización, que guarda mucha relación con el desarrollo del arquetipo del
personaje, el individuo se desliga de su sabiduría instintiva. Cuando una
persona manifiesta una exagerada aversión hacia otra persona, Jung sospecha que
la persona ve en el otro a su propia sombra expulsada de sí. Al permitir la
integración de la sombra en la personalidad del individuo, podría lograrse que
la misma enriquezca y complemente a las demás facetas del sujeto.
4.- El yo.
El
yo es el arquetipo organizador de la personalidad. Es el arquetipo de la
unificación que procura atraer y armonizar a los demás arquetipos, confiriendo
a la personalidad un sentido de unidad. Cuando una persona dice que se
encuentra en armonía con sí misma, en caso de que esta sensación sea
verdadera, el arquetipo del yo está efectuando exitosamente su
tarea. Para Jung esta tarea no se logra desde la ignorancia sino desde el conocimiento
de sí. La persona que no se conoce termina proyectando los elementos reprimidos
de su inconsciente sobre los demás.
Jung
y el Tarot
Jung dijo alguna vez “podemos predecir el futuro cuando sabemos
cómo ha evolucionado del pasado el momento presente”, pero no trato de
decir que esta antigua alquimia la utilizara nuestro ilustre psiquiatra para
adivinar sucesos futuros, sino para aprender a viajar hacia el pasado para
traer esos arquetipos que marcaron nuestra infancia y que, unas veces nos son útiles
y otras hay que desecharlos por traumáticos. Las cartas del Tarot actúan como
las imágenes del sueño: tendencias elaboradas de búsqueda.
En cuanto a otras formas de
aplicarlas siempre se me ocurre explicarlo como algo similar al Test de
Rorschach, donde al sujeto se le presenta una serie de manchas ambiguas y se le
pregunta qué ve en ellas. Lo mismo podemos hacer con las cartas del Tarot, cada
persona tiene su diferente percepción y visión de las cosas, proponerle
interpretar las cartas a su manera pueden revelar muchos elementos de su
inconsciente.
Veamos, ya para finalizar, y de
forma escueta y genérica, qué significa cada arcano mayor. Lo que cada persona
vea en estos pequeños cuadros con tanto color, números, simbología, es lo que
realmente importa, lo que nos lleva al conocimiento de nuestro ser:
El Loco
El loco es la caracterización de Carpe
Diem (vive el momento) por excelencia, representa
aquel deseo de abandonarlo todo y lanzarse a la aventura, aquel deseo de
libertad que tiene que ir acompañado por la confianza en sí mismo y un fuerte
poder de decisión para no perderse en el camino.
Arquetipo: El niño.
El mago representa la sabiduría,
perspicacia, astucia y creatividad necesarias para afrontar una determinada
situación o persona.
Arquetipo: El burlador.
Representa el ánima, tu parte femenina en
acción, un llamado a usar todo tu instinto e intuición.
Arquetipo: El Anima – el elemento
inconsciente femenino en la mente masculina.
La emperatriz
Representa la abundancia y fecundidad tanto en lo material y espiritual. Es producto de acciones inteligentes. Es la naturaleza y la fertilidad.
Arquetipo: La madre.
El emperador
Representa la energía masculina, la madurez mental y la fuerza, y la perseverancia para alcanzar los objetivos. Simboliza la autoridad y el poder masculino.
Arquetipo: El Padre y el Héroe.
El Sumo Sacerdote
Representa aquel ser conectado con lo material y espiritual. Sabias decisiones o la búsqueda de un maestro o consejo. Simboliza la orientación o un maestro.
Arquetipo: El Viejo Sabio.
Los Amantes
Representación del dilema, la necesidad de elegir entre dos o más situaciones o personas, nos aconseja inclinarnos por aquella que el corazón nos dicta. Hay un verso del Popol-Vuh que lo expresa de forma sublime: “Cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca”. Simboliza el amor y la unión de los opuestos.
Arquetipos: El alma o bien conjuntamente
el Anima y Animus.
El Carro
El Carro representa el éxito y la conquista de una meta, también indica que el camino o decisión que has escogido es la correcta. Simboliza el trabajo duro y la victoria.
Arquetipo: El guerrero.
La Justicia
Esta carta nos invita a la reflexión a la hora de tomar una decisión, analizar lo positivo y negativo de la situación para escoger el camino que mejor nos convenga. Simboliza el equilibrio y la justicia.
Arquetipo: Justicia.
El Ermitaño
Representa el aislamiento para alcanzar la sabiduría, nos invita a la introspección y buscar la respuesta en nuestro interior. Simboliza la sabiduría.
Arquetipo: Viejo sabio.
La Rueda de la Fortuna
Representa acontecimientos inesperados, un golpe de buena o mala suerte, el cambio y la espontaneidad. Simboliza la apertura de nuevos caminos, algo que está en movimiento, que crece.
Arquetipo: la suerte y el destino.
La Fuerza
La fuerza es la carta que nos llama al control para afrontar una determinada situación, dominio, fuerza, y voluntad. Simboliza la determinación.
La fuerza es la carta que nos llama al control para afrontar una determinada situación, dominio, fuerza, y voluntad. Simboliza la determinación.
Arquetipo: Resistencia.
El Colgado
El Colgado representa el auto-sacrificio y la transición de un ciclo a otro. Simboliza el sacrificio necesario.
Arquetipo: Sacrificio.
La Muerte
La muerte, al contrario de lo que se podría pensar, representa el cambio, la transformación, el fin de algo y el inicio de algo más; es la guadaña que limpia la tierra para sembrar cosas nuevas y recoger nuevos frutos. Simboliza un buen cambio, la transición.
Arquetipo: Renacimiento.
La Templanza
Representa la calma y la tolerancia a las circunstancias venideras. Simboliza la moderación.
Arquetipo: La unión de los opuestos.
El Diablo
Representación del lado más mundano, los instintos básicos y vicios humanos: lascivia, egoísmo, avaricia. Es un llamado a detenernos y mirar a nuestro alrededor, alejarnos de nuestra actitud negativa y de lo material. Simboliza el ser atrapado.
Arquetipo: El burlador, o energía sexual.
La Torre
Representa el derrumbamiento de nuestro universo en todas o alguna de sus facetas. Simboliza el caos, el cambio.
Arquetipo: el Caos.
La Estrella
Representa la fe, la esperanza y el progreso. Aspectos positivos en todo nivel. Simboliza la esperanza y el espíritu.
Representa la fe, la esperanza y el progreso. Aspectos positivos en todo nivel. Simboliza la esperanza y el espíritu.
Arquetipo: La Estrella.
La Luna
La luna es una nueva representación de nuestro lado oscuro, y el temor a lo desconocido. Nos advierte de posibles engaños y relaciones mal encaminadas. Un llamado a despertar de aquellas ilusiones y sueños que no nos convienen. Simboliza las emociones.
Arquetipo:
La Luna – vinculados con los sueños.
El Sol
Representa felicidad, alegría, éxito, nuevos comienzos positivos en todo sentido. Simboliza la alegría.
Arquetipo: el sol.
El Juicio
Esta carta es un llamado a la reflexión, a hacer un balance de nuestra vida e identificar los aspectos que nos impiden la evolución. Representa el fin de una era negativa y un último paso para alcanzar la meta propuesta. Simboliza la sentencia y finalización.
Arquetipo: Evaluación y recompensa.
El Mundo
Mi carta favorita en todo el Tarot. Representa la armonía y estabilidad entre el lado espiritual y el terrenal, la plenitud absoluta. La carta de la victoria sobre todos los dilemas y problemas. Simboliza el cumplimiento. Arquetipo: La satisfacción, la plenitud.
Estos son los arquetipos del
tarot con una descripción “sui generis” y adaptada a los imagos junguianos.
También existe un tarot de Jung, les dejo la ilustración y no es por fisgona
pero lo he visto en amazon, por si se han quedado con ganas de más…
¿No les parece fascinante? He
tratado de interiorizar y, al mismo tiempo condensar tantos conceptos que,
humildemente, trato de entender y aplicar en mi vida y, que, al tiempo, me
resultan del todo asombrosos. Sin perder de vista que todo esto nace de una mente
maravillosa y privilegiada, que es Jung y que piensa y siente que somos
imágenes, pinturas, esculturas, perfiles, símbolos, figuras, apariencias,
colores, texturas, reproducciones, imitaciones, matices, prismas, reflejos,
pigmentos, semblantes… que proyectamos a cada instante en nuestros
comportamientos. Del caudal de verdad que se halle en todos ellos y del
conocimiento de nosotros mismos, nuestra paleta brillará o será opaca y triste.
Les agradezco que me hayan
dejado extenderme en este número, que hayan compartido conmigo estas
reflexiones; les aseguro que es real, que cada arquetipo cumple una función en
nuestras vidas y entenderlos no nos hace más sabios, pero sí más felices.
Les deseo, queridos lectores,
que nacieran magos, que crecieran bajo la protección de la estrella, que se
dejen llevar por la rueda de la fortuna, que sean sabios como el ermitaño, que
conquisten el mundo y que siempre, siempre, decidan con el corazón.
Gracias por tu cortesia y sencillez. Dios te bendiga abundantemente.
ResponderEliminarMuchísimas gracias muy bueno e.interesante¡ he leído mucho a Jung y siento como él ¡
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