Paseo
por el parque de Guadix a media tarde
Entre
hojas caídas que suenan como carracas.
Desde
lejos veo una paloma triste
Resistir
a la monotonía posada sobre una cabeza.
Observa
con paciencia el trasiego de la gente:
Ahíta
va la muchedumbre perdida en sus quehaceres.
Nadie
repara en su quietud silenciosa de piedra.
Todo
el mundo pasa de largo sin mirarlo
O
se
sientan a descansar en los bancos
Numantinos
mientras nuestro paisano,
Ilustre
y aristócrata, subido a un pedestal,
Obedece
el dictado de la historia en solitario.
De
nada sirve una estatua inmóvil
En
un parque olvidada si nadie lee su obra y le honra.
Altos
como torre de catedral, sus ojos,
Lentamente
nos guían por las zigzagueantes
Acequias
llenas de agua fresca y
Repiques
de campanas viejas que suenan
Como
cuentos en boca de nuestros antepasados.
Oleaje
de palabras que le rinden
Nuestro
humilde y sincero homenaje.
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