Como una lluvia de pelo suelto y torso desnudo
me imagino al tiempo
caer sobre mi impuntual reloj de arena.
Sabiendo de su paradero
en la calle Niño de la Bola nº 6,
empecé por mudar los dientes de leche
luego la infancia por la adolescencia
y ahora según los almanaques
y sus clasificaciones, en edad viril,
espero sin prisas el latido frío del sudario.
Aferrado en un ahora sin volumen,
en mi travesía hasta el límite,
al 9 mandamiento desplomo
deseando pensamientos impuros
y decido por mi edad elegir la fecha
de jubilación de mis creencias.
Para ello miro la dentadura al futuro
pregunto al olor de mis desagües
estudio en agosto las cabañuelas
y me responden que mañana
seguirá derritiendo la eternidad
trienios, infancias y retiros a cuarteles de invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario