Desde joven, Moro viajó por diversas partes del mundo y colaboró en diferentes publicaciones como periodista freelance, escribiendo en periódicos como El Mundo o El País.
En París acudió la Universidad de Jussieu entre los años 1973 y 1978 para estudiar Antropología e Historia.
Además de en prensa escrita, Javier ha participado en medios audiovisuales, produciendo y escribiendo la película “Valentina” (1982), basada en la novela “Crónica del Alba” de Ramón J. Sénder. Posteriormente retomó la obra de Sénder en “1919. Crónica del Alba” (1983).
Algunos de sus libros, la mayoría de ellos centrados en asuntos sociales, histórico-románticos y medioambientales, son “Senderos De Libertad” (1992), “El Pie De Jaipur” (1995), “Las Montañas De Buda” (1997), “La Mundialización De La Pobreza” (1999) o “Era Medianoche En Bhopal” (2001), co-escrito junto a Dominique Lapierre.
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Cuéntenos
como fue su primera incursión en el mundo de la literatura.
Tengo la
suerte de pertenecer a una familia de escritores. Recuerdo a mi tío Dominique
Lapierre y a Larry Collins viviendo una temporada en casa cuando yo era
pequeño, mientras ellos investigaban para el libro O llevarás luto por mi.
Fue entonces cuando empecé a colaborar con ellos. Me pidieron que les pusiese
en contacto con el padre de un compañero de clase (estudiaba en Liceo Francés)
que necesitaban entrevistar, un torero muy famoso llamado Luis Miguel
Dominguin. Hablé con mi compañero de pupitre Luis Miguel González, que mas
tarde se haría famoso con el nombre artístico de Miguel Bosé, y arreglamos la
cita.
Quizás
fue esa mi primera incursión en el mundo de la literatura. Luego, a los 17
años, publiqué mi primer reportaje de viaje en el Dominical de ABC. Pero tardé
mucho en escribir mi primer libro.
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¿Qué le
llevó a escribir su primera novela “Senderos de libertad”?
Había
estudiado Antropología en Francia y siempre me había fascinado la vida de las
tribus amazónicas. Cuando mataron a Chico Mendes, el líder de los caucheros de
la Amazonia, estaba en Brasil investigando la historia de un antropólogo
norteamericano y un indígena Kayapo que luchaban para evitar la construcción de
una presa que iba a destruir parte de sus territorios. Recibían constantes
amenazas de muerte. Hice una investigación sobre todos los actores de la
Amazonia: los buscadores de oro, los terratenientes, los sicarios, los
caucheros, los indígenas, los posseiros etc… con la idea de mostrar en un libro
la realidad de esa región que es vital para el resto del mundo. El hilo
conductor fue la vida de Chico Mendes y la de uno de los sicarios que fue
contratado para matarle.
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Sus
novelas son casi todas de corte histórico-antropológico, pues se sumerge, a
menudo, en otras culturas mediante viajes. ¿Escribir una novela es para usted,
también, una aventura?
Siempre.
Cada libro me lleva una media de tres años, en los que conozco a gente nueva, y
a veces me hago amigos que me duran luego toda la vida. Me gusta recrear las
vidas de mis personajes, ir a los lugares donde han vivido, hurgar en el pasado
para luego reconstruirlo. Y cada libro es una aventura porque nunca sabes si va
a gustar al público. Es siempre un salto al vacío.
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El
problema medioambiental aparece recurrentemente en sus novelas ¿Cree que el ser
humano está cavando su propia tumba?
No soy
pesimista con respecto al ser humano. El progreso en la lucha contra la pobreza
extrema ha sido enorme en los últimos 40 años, y doy fe de ello porque he
estado viajando todo este tiempo y he podido constatarlo con mis propios ojos.
Creo que se vive mejor ahora que hace un siglo. Con esto, no quiero obviar los
enormes problemas de desigualdad que afectan a la sociedad global, y que están
muy vinculado a la degradación del medio ambiente.
El
calentamiento global es un problema gravísimo, como lo son todos los problemas
ambientales porque una vez que estalla la crisis, es muy difícil, por no decir
imposible, revertirla. Cuando se destruye una especie, se destruye para
siempre. Cuando muere el último indígena de una tribu, se acaba su idioma y
toda una cultura fruto de miles de años de evolución. Si llega a subir el nivel
de mar por efecto del calentamiento, será muy difícil evitar una catástrofe
global. La situación es crítica porque la primera fuente de energía sigue
siendo el carbón y el petróleo y la transición energética va demasiado lento, pero
confío en la capacidad de supervivencia que ha demostrado siempre el ser
humano.
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¿Qué ha
supuesto para usted el Premio Planeta? ¿qué opina del mundo editorial en la
actualidad?
El Premio
Planeta me ha hecho ganar lectores y reconocimiento, y encima me permitió hacer
unas giras por todo el mundo en las que me he divertido mucho. También me ha
hecho ganar unos kilos de mas por los banquetes a los que fui invitado en
aquella época de promoción. Lo recuerdo un poco como un sueño.
Nunca he
tenido problema con el mundo editorial. Está mas concentrado en pocas empresas
muy fuertes, pero eso es un problema mundial que afecta a la necesaria
diversidad.
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Su novela
“A flor de piel” nos cuenta las vicisitudes de un grupo expedicionario que
pretende llevar la vacuna contra la viruela por toda Latinoamérica, un tema que
es a día de hoy de candente actualidad ¿Cree que las patentes de las vacunas
deberían ser liberadas?
Si yo
fuese el inventor de una vacuna en la que hubiese arriesgado tiempo, energía y
capital, que me obligasen a liberar mi patente no me sentaría muy bien. Pero
deben de existir mecanismos compensatorios porque por otro lado no es justo que
por un problema de dinero la gente se muera. Un ejemplo de esa actitud lo da
precisamente la expedición de la vacuna. Fue una empresa de sanidad pública.
Hay ciertas cosas que solo lo público puede solucionar bien, una de ellas son
las campañas de vacunación. Necesitan muchos recursos y una participación
social amplia.
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¿Qué
aconsejaría a una persona que pretenda escribir su primera novela?
Que no
tenga prisa en ponerse a escribir, que lea mucho antes, que lea a autores que
hayan tratado el mismo tema que el suyo, que reúna la máxima informaciíón
posible, luego que deje reposar (como una buena infusión) y que, después, se
ponga a escribir, y lo haga con método y disciplina.
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