Yo miro en todos los ángulos de las esquinas, intentando saber si será cierta la primera hoja del prólogo.
O será el epílogo que cerrará la llave. Y a la par, mis labios.
Y en todos los renglones, escondido entre sus trazos el garabato oculta la verdad como en un espejo.
Mañana sabré mucho más que lo que sé en este momento.
Dejaré todo en manos de la causa y del efecto, de la suerte o de la providencia. De Dios o de los dioses humanos.
Dejaré el portal abierto.
Quizás haya suerte. Quizás todo sea más sencillo,
quizásse esconda todo en un tsunami.
Que hunda los pies en el barro. Que hunda la vasija en el agua.
Humedezca con lluvia el vaso. Junte las flores de los jarrones
en una melodía hacia el sol.
Mañana es un día especial, no porque lo diga yo, o se pronuncie el dial de la radio. O sea las estrellas que dicten el prefacio para proceder la diligencia.
Mañana será la tuya la cicatriz que no desarma, tuyo el delirio de saberte en la boca, tuyo los ojos dentro de mis manos y de mi frente cuando lloras.
Mañana es de nuestras hijas, mañana es de nuestro descaro, de nuestra insolencia, de nuestro ayuno, de nuestro legado, de nuestro amor, de nuestra saliva, de nuestra hipérbole, de nuestro jardín o de nuestro deseo.
Pero todo eso, será un inconveniente que debemos guardar, en todos los secretos que narran lo bueno y lo malo. Perpetuados en un exilio hasta que la luz, surja.
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