Nació en Buenos Aires, Argentina. Es maestro y desde hace más de veinte años trabaja en varios países de América Latina proponiendo nuevas formas de acercamiento a la cultura escrita, a la narración y a la lectura en voz alta.
Ha compartido espacios de lectura y de escritura con maestros, bibliotecarios, promotores culturales y todo tipo de personas interesadas en el fortalecimiento de la cultura escrita en Cuba, República Dominicana, todos los países centroamericanos, Panamá, Paraguay y Chile, pero en México y Argentina es donde ha podido intercambiar la mayor cantidad de experiencias. Ha publicado en México y en Argentina diversas obras dirigidas a alentar el derecho a la escritura. Participó el proyecto latinoamericano "Podemos Leer y Escribir" impulsado por CERLALC- UNESCO y también en Planes Nacionales de Lectura de la Secretaría de Educación Pública de México y del Ministerio de Educación de la República Argentina.
· Gerardo, cuéntenos cómo y cuándo comenzó su experiencia en el
mundo de la promoción y animación de la lectura.
Yo
soy maestro de educación primaria. Salí de la Escuela Normal (así se llamaba la
escuela de formación de maestros cuando me tocó asistir a ella) con apenas 18
años. Mis alumnos eran niños y niñas
argentinos de diferentes provincias y niños y niñas paraguayos, bolivianos y
chilenos. Mi salón era un verdadero laboratorio de lenguas. La importancia
de las oralidades era evidente. Y el lugar de la palabra escrita como
posibilidad de vinculación de discursos,
también.
Claro que la escritura también puede ser marca de dominación y
control. Ese es un asunto al que hay que prestarle mucha atención. Y
aunque en esa época yo todavía no había leído sobre ello, intuitivamente ya lo
tenía claro. Por eso me propuse siempre leer para conversar, cada uno desde su
oralidad, con la estética y los valores con que nos vamos constituyendo.
· ¿Por qué cree usted que es tan importante la conservación de
la literatura oral?
Creo que algo de eso está dicho en la respuesta anterior.
En la oralidad somos familia, somos comunidad, somos historia. La palabra oral
es la única natural, la que ha estado siempre, la que pertenece a
todos.
La
escritura es un descubrimiento extraordinario que cambió la vida de los seres
humanos. Pero no hay que perder de vista que es un bien cultural, que como
tantos bienes, está muy desigualmente repartido. No digo que la oralidad sea comunitariamente homogénea, pero sin
duda nos pertenece a todos, aunque su potencia varíe de persona a persona.
La oralidad nunca es un fenómeno individual. La escritura
tampoco en términos absolutos, pero puede tener, en ocasiones, alcances
sociales restringidos
· ¿Piensa usted que el interés por la lectura comienza de forma
prodigiosa o más bien han de darse unas condiciones favorables?
No creo en el interés prodigioso. El interés se construye, como
el amor, el buen vivir, la esperanza.
Aunque suene paradójico, el interés por la lectura suele estar
asociado a una voz que de manera generosa nos comparte su pasión por un relato.
Esa pasión se expresa en una forma de contarlo. Esa forma de contarlo resuena
en la intención, en los silencios, en el ritmo cansino o atropellado que
expresa lo que allí ocurre.
Para los que leemos cotidianamente no es un secreto reconocer
que todo lo escrito suena, que leer es escuchar las voces de lo impreso.
Eso tan simple, tan elemental, lo ignoramos en el inicio de nuestro contacto
con la escritura. Alguien nos mostró esa fantástica verdad. No nos explicó
nada; simplemente leyó, nosotros escuchamos y allí mismo descubrimos el
significado. Allí supimos qué es leer.
· ¿Qué opinión le merecen las guías de lectura como instrumento
de dinamización en la biblioteca o en el aula?
Este,
al menos para mí, es un tema complejo. Así
como decimos que hay trabajos y trabajos, parejas y parejas, dolores y dolores,
alegrías y alegrías (y así hasta el infinito) hay guías y guías.
Hay
guías que no dudan en definir -a veces subrepticiamente, a veces de manera
groseramente explícita- qué es lo que tienen que hacer los estudiantes. Hay guías que proponen para la creación.
La cuestión de la interpretación constituye el meollo del
problema de las guías. Esa tensión entre lo inevitable y lo variable que debe
estar siempre presente cuando leemos, no es respetada por algunas guías. Pero
como te decía, es un tema que no es fácil de responder sin dar ejemplos de
diversa índole y eso sería parte de un ensayo sobre el tema.
· Cuéntenos algunas experiencias de animación a la lectura que
recuerde por algún motivo especial.
Cuando
ocurrió el conflicto armado en el Estado de Chiapas en México, fui a leer para
personas de comunidades que habían sido desplazadas por la guerra. Llevaba un
paquete de treinta o cuarenta libros para leer en voz alta y para tener
material de narración. Uno de esos libros era Tres
enamorados miedosos, una antología de narraciones
orales indígenas de México.
Para
ser sincero, en ese entonces yo llevaba el libro más por lógica que por
convicción lectora. Si voy a trabajar con indígenas, es lógico que lleve
relatos de culturas indígenas. Pero no me sentía particularmente atraído por la
obra. Apenas puse los libros a
disposición de la gente, no solo ese fue uno de los más buscados, sino que se
morían de risa, platicaban, compartían. Yo tenía conceptualmente clara la
importancia de la recepción, pero hasta ese momento no había tenido una
confirmación existencial tan potente.
Como
colofón de esta experiencia quiero decirte que volví a leer la antología y me
di cuenta cuán pobre había sido mi lectura de esa obra. Hoy vuelvo a ese libro, lo disfruto y, cuando tengo oportunidad,
lo analizo con quienes quieran leer con otros.
· ¿Qué consejo daría a las personas que sienten afición por la escritura?
Que sepan que el Olimpo no existe, que es una hermosa idea
mitológica, pero que todas y todos podemos leer y escribir. Nuestra escritura
muestra y nos muestra.
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