Se lamenta el tiempo. Examina cajones, armarios y alacenas. Escudriña en
sus recuerdos para subsanar un error y su pensamiento gira y gira en espiral
porque el tiempo es indetenible. Nace muriendo y muere naciendo, una y otra vez
hasta el infinito. Últimamente le acecha la curiosidad de desaparecer, la
necesidad de la nada. Revisa albaranes y cartas, quejas, reclamaciones y agradecimientos. El regalo de una tregua a la
enfermedad, las cien velas de una tarta, las firmas de acuerdos arrancadas al
tiempo de las negociaciones, deudas saldadas fuera de plazo. No siempre acierta.
¡Se siente tan mayor!... y se lamenta.
Pero como tiempo al tiempo no le falta, al fin esclarece su desatino.
Entregó a ella la relatividad del tiempo que vuela y a él la del que no termina
de pasar.
Lástima de pareja.
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