Dedicado a Helen Keller
Tocaré la luz y sus notas
con dedos seguros
y manos limpias.
Hablaré el lenguaje de los niños
que ríen piruetas de colores
cuando se sientan a la puerta
de las caricias.
Será mi regazo la medida
de todo un universo
que despierta
al amparo
de una estrella
arrebolada.
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