Ella
es la señora que habita las aceras y su violencia.
Yo diría que no es más
que la pobreza evolucionada,
que no es más que el
proyecto
a defender, no desde
los púlpitos,
si no desde el corazón.
Somos los que la padecemos,
la oportunidad amiga,
la solidaridad al
desnudo.
No olvidemos que las
migraciones son manos en retorno,
son almas bendecidas
por la usura,
el inmigrante es
hermano
de nuestra pobreza,
el albacea de nuestra
hambre.
Yo, soy asilo en las
calles,
venir a cenar con
migo,
beberemos juntos vuestra
distancia.
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