Cruel realidad: mundo insolidario,
que horrible a cada paso nos persigue
y dejar hueras las almas consigue
tras su acompañamiento rutinario.
El dejar pasar consuetudinario
con su disfraz de libertad nos sigue,
para que el destino impasible obligue
a igualar anuencia y vivencia a diario.
Por más que traidor a mi adolescencia
a cada amanecer me considere,
sólo puebla en derredor aquiescencia
a cada imagen de un niño que muere.
Harto de buscar del hombre la esencia,
el hallarla sin buscarla es lo que hiere.
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