Dicen que no es posible detener el tiempo, que los minutos se acaban
alejando de nosotros irremediablemente. Yo creo además que el tiempo tiene vida
y, casi siempre, camina en nuestra contra.
Apenas hace tres semanas que emprendí mi camino, tres semanas que se me
hacen tres siglos enquistados en mi cuerpo y mi esencia para siempre. Sin
embargo, basta cerrar los ojos un instante para volver al principio, al origen
de lo que ha sido mi vida hasta ahora.
Mi primer recuerdo de infancia, el rostro de mi abuela, sus dedos
dibujando sobre la tierra signos para mí incomprensibles…y una promesa: “cuando
sepas el significado de estos símbolos, cuando seas capaz de saber lo que
cuentan, poseerás una de los tesoros más grandes del universo”. Días de esfuerzo
y noches de insomnio, pensando siempre en lo que yo podría hacer cuando, al
fin, ese misterioso tesoro fuera mío,
porque iba a ser mío y solamente mío. Así, mi avaricia infantil me llevó a
aprender a leer en apenas dos meses, tras haber preguntado mil veces: “¿ya,
abuela, ya? Y contestarme ella otras tantas : “aún no, querida, aún no”. Al fin llegó el día. El ansiado tesoro estaba
en mis manos. Un ejemplar desgastado por el uso de “Las mil y una noches”. Nada
pude decir, pero ante mi cara de asombro y desengaño la abuela me dijo: “en los
libros se esconde la sabiduría del mundo. Serán tus mejores aliados, si sabes
escucharlos. Te enseñarán a pensar por ti misma, a tener tus propias
convicciones y a luchar por ellas, aunque todos los demás se empeñen en decir
que estás equivocada, y sobre todo,
aprenderás a vivir sin necesidad de otros”. Y así fue. Quizá por eso sigo
estando sola y quizá por eso decidí tomar prestada una habitación de la casa
familiar para abrir la única escuela de
la aldea. Intenté defender siempre la libertad de pensamiento, la tolerancia,
el respeto a los que son diferentes.
Hasta hace tres semanas….mi mundo tenía sentido.
¿Cuál es el tiempo de vida de un
hombre, de una mujer?. ¿Cuánto tiempo tarda un hombre en arrebatar la vida a otro?¿Cuánto
tiempo nos lleva apretar el gatillo?.¿un segundo?¿un instante?.Aquellos hombres
masacraron mi pueblo, mi escuela, mi familia. Basta un solo instante para
cambiar el curso de toda una vida. Nada me queda ya…si no seguir andando.
Caminar junto a otros que dejaron su vida en pequeños instantes como el mío.
Después de tres semanas caminando día y noche, hemos llegado a la
frontera. Somos cientos, miles de cuerpos sin voz, cuerpos esperando la
compasión, la limosna, la lástima de otros. Nuestro único delito fue nacer a
destiempo o sencillamente en el lugar equivocado…o quizá ambas cosas. Pero
nadie elige el lugar donde nace. La miseria, el hambre o la guerra no son
opciones.
Si. Aún hay quien dice que el tiempo no puede detenerse. Lo único que yo
se, es que la vida entera se nos puede romper en un instante.
Emotiva narración y muy solidaria.
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