Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
Háblanos un poco de ti.
No soy terriblemente interesante, no he vivido una
existencia fabulosa, no seré carne de leyenda. Melancólico y algo indolente, mi
vida oscila entre el éxtasis y el desengaño. Como la de todo el mundo, por lo
demás.
¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Koniec?
Un puñado de relatos sin efectismos, desafiantemente
intempestivos. No me interesa el cuento como una caja de sorpresas, jamás
seguiría esos decálogos de los que tanto se abusa en los talleres de literatura.
Me aburren los juegos malabares, quiero que el lector que se asome a estas
historias encuentre personajes vivos, palpe la misma textura, el misterio y la
belleza de lo real. Quiero, qué osadía, conmoverlo.
¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?
En no tenerle miedo a la emoción, en huir del lugar común y
de la tendencia, en una cierta variedad de tonos y géneros, y ―me gustaría
creer― en una prosa que cause cierto placer por sí misma.
¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la
primera publicación hasta esta última?
Soy siempre fatalmente parecido a mí mismo, cosa normal en
escritores tardíos. Si acaso he afilado algo mis recursos y he ganado en cierta
economía expresiva.
¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?
“El alba de la Edad Media”, de Vito Fumagalli. Un ensayo
sobre los siglos que siguieron a la disolución del Imperio Romano. Me parece un
libro maravillosamente escrito y lleno de imágenes sobrecogedoras. Me fascina
esa época en que un mundo muere y, desde la oscuridad, otro nuevo empieza a dar
sus primeros pasos.
Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?
Vivir y cultivar la alegría, que no es poco. Continuar con
mi doble vida de guionista y escritor y empezar a levantar la novela que por
fin me he atrevido a escribir. A una novela hay que tenerle mucho respeto, ya
hay demasiadas y no me gustaría añadir una más al mundo sin estar seguro de que
merece la pena.
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