¡Ay! Si su corazón no hubiese hecho posible, lo
imposible.
Ahora, los matices caerían sin llover sobre rancios
cuerpos.
¿Por qué no peinar la hondura de dos versos
que se abren a la par en el poema, hasta dejarse leer?
¡Es tan difícil permanecer en la sombra,
cuando sientes que el sol te llama!
Ojalá que las
musas se muestren desnudas,
sólo belleza y verdad,
en un lugar llano,
donde el arcoíris candente,
sea capaz de lucir, cruzando la nada.
Dejemos, una y otra vez,
que los gemidos de un hermoso querer, aborten la
huida.
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