I
Con las primeras luces me recibe
de nuevo la mañana, y ya es hoy,
por más que en mí no note yo el avance
del ritmo acompasado de los días.
Igual que el árbol seco se sostiene
ancladas sus raíces en la tierra,
la cálida caricia de este otoño,
la nueva luz del día que se abre
no deja en mí el calor tan necesario
para afirmar que hoy de nuevo es hoy,
para querer seguir llamándolo presente.
Con las primeras luces la mañana
me mira y hay tristeza en nuestros ojos.
II
No atiendo a está tristeza que me
acecha,
que apoya sus dos manos en mis hombros,
susurra en mis oídos las palabras,
resbalan por la sien al corazón.
Inútil compañera, date cuenta:
La víscera, ya sorda, no te escucha
ignora tu canción siempre que puede,
aunque mis pies la bailen con acierto.
Con las primeras luces la mañana
es un bello cadáver al que lloro.
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