La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 14 de junio de 2015

Tir Nan Og, por GABRIEL MERINO.



El ciclo primigenio de la lava
hacia el detritus.
Brotan corolas rojas, verdes
helechos; bajo el celeste
la selva de nubes 
de hoja balanceándose
entre nubes blancas.
Gorjea un río, canta una cascada
que se desploma en la roca
formando espumas
y arco iris de burbujas.
Pían los pájaros,arriba el volcán humea vigilante.
Desnudos, blancos y limpios
de cicatrices se bañan
los elfos y las xanas,
vuelan flamencos,
florece el jazmín, croa la rana.
Felices en su felicidad,
ajenos al monte que
desde arriba les amenaza
en Tir Nan Og hacen el amor
y cantan evitando hablar 
de la ceniza que el volcán
escupe algunas veces.

Y arriba, en cierta cueva
escondida casi en la cúspide de la montaña
 el viejo concilio decide en penumbras
el momento de desatar la lava.
Entretanto, vacíos de maldad,
se mueven los duendes y las ninfas;
ebrios de belleza saltan
sumergiéndose en los bosques y en los lagos,
aspirando la fragancia
de la tierra, el heno,
 el pan reciente y la lavanda,
viviendo sus cuerpos y su risa
como si, de verdad, no ocurriera nada.

Desde arriba,
los ancianos sujetan a sus saurios
 que, una vez más,
pugnan por escapar al valle y se desatan,
 tosen con tranquilidad asmática,
dejan estiércol doquiera que ponen la pisada
y observan con un viejo telescopio toda la isla
midiendo con su reloj el tiempo que falta
para dejar caer el otoño eterno
sobre aquellas hormigas que abajo,
lejanas, bailan.


(De “Las llaves de hielo”.-1987)

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