Búhos, lechuzas, sapos y
brujas;
demonios, duendes y diablos;
espíritus de las vegas llenas de niebla,
conjuro de la queimada.
demonios, duendes y diablos;
espíritus de las vegas llenas de niebla,
conjuro de la queimada.
A Miguel Palacios.
Disculpen mi
descaro
pero he de
confesar
que mis
cuentos huían de los duendes,
que no creí
en ellos,
ni en nobles polvos mágicos
con falda almidonada.
Calculé mi
talento
a salto de rayuela,
a ras de pozos de agua,
a través de serpientes afligidas.
Me declaro discípulo de brujas,
de corros al desnudo
y brebajes sin sellos saludables.
El olor a
mandrágora
cocida a fuego lento,
adecenta el bramido de mi frío
marcado en las paredes.
Mis luciérnagas beben las tabernas
roban en Mercadona,
profundizan el reino del ahogo
y desnudan solsticios excitados
al buscar un orgasmo entre sus piernas.
¡Qué gran poeta eres, Pedro Casamayor!
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