La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 14 de junio de 2015

De santos y duendes, por LEANDRO GARCÍA CASANOVA.



La nieve ha ensabanado la sierra de Periate y los tejados de Orce, mientras un frío siberiano (nueve grados bajo cero, oiga) recorre sus calles al son de los incansables redobles de tambores de la soldadesca. Pero el programa de fiestas de San Antón, del día 18, no perdona: “Queda todo el pueblo invitado a comernos una vaca...”. Y unas horas después del rancho, tiene lugar el ‘Desfile de la Zorra’, donde van todos los participantes. El domingo por la tarde viene la bajada a la ermita de San Sebastián; y poco después tienen lugar las luchas entre moros y cristianos... Éstos, finalmente, dan un golpe de mano y recuperan al santo. Y luego, todos juntos, se dirigen a las puertas de la iglesia de Santa María, donde bailan sus banderas y dan vivas a San Sebastián. Reseñar que estos tradicionales y festivos enfrentamientos, entre ‘moros y cristianos’, vienen celebrándose en Orce desde 1639. Seguidamente hay un pasacalle de soldados y danzantes   –hacen un baile muy original, que recuerda a los seises–, con Cristo al frente vestido de ‘Cascaborra’. Y así andan estos días por aquí: entre briegas y algarabías, bailes –gandulas y rondeñas– con ‘cuerva’ y jaleo de petardos.

Escribo desde estas tierras altas de frontera, donde lo mismo te hacen una lata de cordero al horno que unos andrajos con liebre en el bar del ‘Remolacho’. ¿Cuántas veces, de niño, habré soñado que me encontraba en Orce? Por eso, cuando paso por sus viejas calles y hablo con sus gentes amables y cumplidas, o simplemente veo unas habas desparramadas en la era, secándose al sol, me vienen recuerdos de la infancia. Pascual Madoz, en su ‘Diccionario Geográfico’, de 1850, describía la situación de Orce de esta singular manera: “Se halla escondido en la embocadura de un barranco y resguardado de todos los vientos...”. ¡Como si Orce tuviera puerto de mar! Juan Antonio Casanova preside la asociación “Ciudadanos por Orce”. Afirma que “esta zona está muerta y, además, no dan permiso para las excavaciones en Venta Micena”. Antonio Sánchez es el tesorero: “Hoy los campos están mejor cultivados, sin embargo, el agricultor gana menos que antes”. Mientas tanto, Orce está esperando que se produzca el milagro: la aparición de un zancajo del ‘Abuelo de Europa’. Y estos días nos hemos enterado que tenía un ‘pariente’ en Galera, cerca de la cueva del ‘Rizao’.

En los años setenta, el tío Pérez componía trovas y cantaba los ‘vítores’. Ya de viejo, cuentan que tenían que llevarlo en un carrillo de ruedas por las casas de los vecinos, mientras improvisaba las coplillas: (redoble de tambor) “¡Vítor, vítor, vítor, que viva el señor alcalde, que quiere traer agua a ‘punta pala’ ‘pa’ ahogarnos a ‘tos’...!”. Y al terminar, toda la soldadesca que lo acompañaba respondía a grito limpio: “¡Vivaaa!”. Suena de nuevo el redoble del tambor –¡porrón, pon...! –, y pescan y se van con la música a otra casa. En cambio, hoy los ‘vítores’ se leen en la Casa de la Cultura, pero han perdido ingenio y frescura. Es habitual que se ‘ceben’ con el alcalde, pero a José Ramón Martínez se le ve que tiene ganas de hacer cosas. “Está claro que no quieren que Gibert excave. Pero no entiendo porqué no permiten trabajar en Venta Micena”. Y añade: “¡También prometieron 1.500 millones de pesetas para el Centro Museístico!”.

Dicen que en el palacio de los Segura celebraban aquelarres en el siglo XVII. Pero mis problemas empiezan cuando decido borrar lo escrito y no hacer ninguna mención al palacio, donde voy a pasar la noche. Al poco, inexplicablemente, se me cae la goma al suelo..., y durante la noche estuve oyendo extraños ruidos. El colmo fue cuando, a la tarde siguiente, estoy recogiendo mis cosas para irme. Oí un portazo tremendo en el piso de abajo y, cuando bajé, ninguna llave entraba en la cerradura: me había quedado completamente encerrado. No sé cómo abrí la puerta de enfrente, luego levanté el pestillo del portón de la entrada principal y fui arrastrando poco a poco una hoja. El antiguo gobernador, don Andrés Segura, debe ser un fantasma vividor y vanidoso que ha intentado impresionarme... Pues, no en vano, el palacio es conocido también como ‘Casa de los Duendes’.

Amador Cañabate dirige la revista ‘Alcazaba’ y promueve los vítores: “¡Vítor, vítor, vítor! Los zagales de primero de ESO, / tantos móviles que compran / que no sirven ‘pa’ ‘ná’. / Pues tienen a las novias ‘abandonás’”. Amador, además, es un poco el ‘guardián’ de la tradición. Hace dos años corregía un desaguisado, poniendo las cosas en su sitio: “Y a propósito de danzantes y tradiciones, a San Antón, cuando acaba su baile, se le dice ‘viva San Antonio Abad’, y no, ‘viva San Antón bendito’”. Sin embargo, antaño existía una costumbre que, en parte, se ha ido perdiendo. Finalizadas las fiestas, tiene lugar lo que aquí llaman el santo ‘parriba’ y santo ‘pabajo’. Los devotos le hacen promesas al santo de los animales, de manera que lo están subiendo y bajando de la ermita hasta cerca de la Semana Santa. Y cuando está nevando –recuerdan los más ancianos–, a San Antón se le ve orgulloso, con su cresta de nieve en la cabeza. Pero hoy los tiempos son otros y, además, el patrón ya no está para muchos trajines... Es como me confesaba aquella buena mujer: “¡Cucha que te diga: hoy a San Antón sólo lo sacamos para las cosas precisas!”.

Publicado en Ideal, el 21 de enero de 2003

Posdata: el alcalde de Orce, José Ramón Martínez, me invitó a las fiestas de San Antón Orce y le escribí este artículo. Pasé una noche toledana en el Palacio de los Segura, pero por la mañana me emocioné cuando sacaron a San Antón de la ermita: era la misma escena que mi madre, tíos y abuelos habían contemplado unas décadas antes.



De mi libro ‘Artículos del Altiplano y de Granada’

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