Me siento un trozo de piel del mundo y sufro a consecuencia
de esa gangrena social tan instaurada en tantos tejidos sociales para la que no
se quiere encontrar medicina.
Sin sentir hambre, acomodados en la opulencia, sobre-nutridos
de abundancia, nos extraña que al canto de sirena, semejantes nuestros
abandonen su familia y su entorno conocido para lanzarse a la aventura. Y se
les recrimina que no respeten las fronteras, que invadan nuestro confort. Con
paletas mata-moscas nos los sacudimos insistentemente chafándolos sin
piedad sin importarnos si muchos dejan
la vida en el empeño.
Me siento un trozo de
piel del mundo y sufro a consecuencia de esa gangrena social tan instaurada en
tantos tejidos sociales para la que no se quiere encontrar medicina. Es tan
difícil entender que mientras que el cuerpo que forma la humanidad no cure con
remedios o amputaciones esa gangrena, seguirán pululando, criando y volando
hacia las zonas irrigadas con la sangre del progreso ,(no olvidemos que esa sangre
infinidad de veces nos la adueñamos en transfusiones ilícitas) las moscas de la
pobreza, del expolio, de la guerra, de la falta de libertades, como
pregoneras de que esa gangrena sigue
minando sin freno nuestro cuerpo humano instalándose calladamente hasta
matarlo.
Me escuecen los ojos y me llora el alma. Busquemos
soluciones.
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