Cada vez que se veían, siempre en
el mismo sitio, siempre a la misma hora, el tiempo se dejaba morir, porque no existe cuando toda la vida cabe en unos
ojos.
Ya en plena madurez, disfrutaban
de una existencia plácida, suave. El mundo era bueno con ellos y ellos, a estas
alturas, bien podían dormir tranquilos.
Pero a veces, la vida se rebela
contra el mundo y basta un instante, uno solo,
para que todo se derrumbe, como un castillo de naipes en las manos de
un niño.
Un día, los minutos comenzaron a
llenarse de vacíos, como pequeños abismos imperceptibles al principio, pero que
poco a poco fueron creciendo hasta que el tiempo dejó de tener sentido.
Juntos iniciaron el camino.
Médicos , especialistas, diagnósticos…..médicos , especialistas, diagnósticos…y
al final, una sola palabra, una terrible palabra para llenar sus vidas de
silencios
“No hay duda….lo
sentimos…..alzheimer…..”
Ninguno fue capaz de decir nada,
solo se miraron, se dedicaron la primera mirada verdadera en muchos años. Una
mirada llena de incertidumbre, de dudas…….de miedo.
Desde esa noche decidieron hacer
un ejercicio de memoria. Se sentaban el uno frente al otro, cogidos de la mano
y cerrando los ojos, recordaban…sus nombres…la fecha de su boda….el nombre de
sus hijos… siempre preguntándose cómo es posible olvidar lo que tanto se ama.
El tiempo fue pasando (siempre el
tiempo), masacrando la vida sin piedad alguna. Los abismos se convirtieron en
olvidos, algunos imperdonables, y el cuerpo se rendía ante ellos. Una mañana ya
no tuvieron fuerzas para levantarse.
Entonces llegaron ellos, los que
nada comprenden. Les declararon incapaces y dijeron:
- “Ya no pueden seguir aquí. Hay
que buscarles otro lugar donde los cuiden bien…” otro lugar quizá, para seguir
muriendo.
Y una tarde fría de Enero
decidieron dejarles en una residencia. Un centro de esos donde, durante ocho
horas, varias personas se dedican a cuidar vidas ajenas por un módico precio, y
luego, ya en su casa, son incapaces de cuidar las suyas propias.
Pero nada de eso importaba ya., porque cada día, en ese lugar, siempre a la misma hora, , sus
miradas volvían a encontrarse y la vida germinaba ante sus ojos y surgía plena,
solo para ellos, más allá del olvido, bajo el cálido sol del invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario