Era una noche oscura,
pendiente de la flor... el beso.
Cantaba entre el cielo y la tierra
como un triste amante, el viento.
- Jamás he besado su ventana.
Jamás la he dicho: ¡Me muero!,
por esos labios
que suspiran mi muerte,
por esos ojos
que roban mi sueño.
- Quizás debí ser fuerte,
y detener su mirada entre los brazos del tiempo,
o ser suspiro y gemir ante el aroma de su aliento.
- Que soy el viento ¡Sí!
y me enamoré de un beso.
De un beso,
de una mirada,
de una flor,
de un suspiro,
de un lamento.
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