Abrí mi tarde gris
a la alborada.
Tembló un deseo
en el cristal oscuro del paisaje.
Y fui de tierra.
Pero la tierra me enseñó sus muertos.
Gritos de roca cercenaron mis labios.
Alaridos de piedra anhelaban mi vida.
Y quise ser de aire
Busqué la cumbre
más alta del olvido
y dejé que los pájaros
se llevaran mi cuerpo.
Y fui de aire.
Una hambruna de besos
se apropió de los nombre
que sostenían mi vida,
me desterró al abismo
dejando los abrazos incorruptos.
Y quise ser amada.
Busqué el amor
entre los que me amaron.
Y fui de un hombre
que me apagó la voz con su silencio.
Me robó los recuerdos
sembrándome de lirios
la nostalgia.
¿Qué hacer entonces?
¿Dónde encontrar el puerto
para poder salvar tanto naufragio?
Deseé correr.
Huir por los resquicios
que me dejaba el miedo.
Me abandoné en parajes
vacíos de almas
y sentí que mis manos
se llenaban de lluvia.
Acostumbré mis ojos
a la dulce penumbra
de luces inventadas.
Y fui más mía.
Y fui de nadie.
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