Eran tus manos las de un dios
y tu voz el canto de una sirena
que hacía enloquecer mi fantasía
llenando mi mundo de aventuras y viajes…
Con tus palabras vi la pampa y a los
gauchos
aunque ni tú ni yo viajamos nunca
al Nuevo Mundo…
De tus manos surgieron mil juguetes
que sólo con tu maestría e imaginación
podían extraerse de un tocho de madera
y renacer en la mágica conversión…
Y fueron enjoyadas cicatrices en tu
rostro
la siempre sonrisa de la paz
y la mirada -aunque al final perdida-
del afán por saber vivir…
Aun no reconociendo que te has ido
siempre te echo de menos…
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