La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

martes, 30 de noviembre de 2021

ABSOLEM (Revista electrónica), Núm. 60, 30 de noviembre de 2021 "Silencio".

 


Revista ABSOLEM, editada en Guadix (GRANADA) 
por la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul", 

PROCESIÓN DEL SILENCIO, por F. Javier Franco Miguel.

 



 

A mis padres y mis abuelos

 

En la penumbra sin horas

de luto pasa el silencio,

se va muriendo la vida

pegada junto a un cuerpo,

la vida entre la fe muere

decorando a un madero…

No hay nada que decir:

dobla un tambor de silencio.

 

Y en las horas alargadas

más allá de los deseos,

la noche de cirios vela

entre esperanzas y miedos,

limpiando la noche oscura

las rendijas tras su velo…

¡Oh, soledad, soledad

pisada por el silencio!

 

El tambor sigue doblando

en su espalda de pellejo,

hecha de funda de amor,

de corazón y de tiempo.

La calle, la fosca calle,

con negrura de aire quieto,

ve pasear por las nubes

un dios de sí prisionero

evaporando las culpas

un tambor entre silencio.

 

Luciérnagas inaladas

dibujan luz en el viento,

en el aire gris del paso

de pausado movimiento.

Las heridas de la talla

evocan muerte en lo eterno,

mortandad tan infinita

que va muriendo por dentro

gota a gota, gota a gota

con lagrimal de veneno.

Llama la oscuridad, llama

al llanto perdido y viejo,

llama al tambor redoblando

entre notas de silencio.

Un heraldo de redobles

anunciando por el cielo,

anunciando monocorde

las tenues notas de un duelo,

anunciando de negrura

que Jesús hoy está muerto.

 

¡Silencio!, dobla un tambor.

Son redobles de silencio.

 

Guadix, marzo de 1993, basado en el romance ‘Jueves Santo’ de 1985.

HABLANDO DE LETRAS CON ALEJANDRO PEDREGOSA.



Alejandro Pedregosa, (Granada, 1974) es novelista, poeta y profesor de escritura creativa. Entre sus novelas destacan los títulos Un extraño lugar para morir (Ediciones B, 2010), Un mal paso (Ediciones B, 2011), A pleno Sol (Temas de Hoy, 2013) y Hotel Mediterráneo (Planeta, 2015). Ha escrito también libros de poemas como Los labios celestes (Pre-textos, 2008), El tiempo de los bárbaros (Tragacanto, 2013, Pequeña biografía de la luz (Esdrújula, 2019) y Barro (Sonámbulos, 2021). En 2017 publicó el libro de relatos O (Cuadernos del Vigía). Ha obtenido, entre otros, el Premio José Saramago de novela y el Arcipreste de Hita de poesía. Colabora semanalmente en IDEAL.


Alejandro, gracias por atender nuestra entrevista.

 

¿Cómo fue su aproximación al mundo de la literatura?

Me interesó la literatura desde muy pequeño y llegué a ella por una doble vía. En primer lugar, la escuela, yo sentía que la asignatura de Lengua y Literatura era la que más se acercaba a mi forma de ser. Me interesaba la vida de los escritores, lo que contaban, los poemas que leíamos en el libro. Por otro lado, en mi casa, aunque mis padres no eran unos grandes lectores (no tenían tiempo, el trabajo consumía casi todas sus horas), sí tuvieron la conciencia de que los libros eran un bien que había que atesorar, y compraron libros para que nosotros, sus hijos, los leyéramos. Esa pequeña biblioteca familiar fue para mí un verdadero regalo de vida; la invisible puerta de entrada a todo lo que vendría después.


Es un autor galardonado en distintas ocasiones ¿Qué han supuesto para usted estos premios?

Los premios son estímulos para seguir adelante. Algo que te alienta para continuar en este curioso (y a ratos tortuoso) camino de la literatura. Más allá de eso los premios te ofrecen cierta visibilidad momentánea. Una manera de levantar la mano en medio de la vorágine de noticias y decirle a tu pequeño mundo: “Eh, sigo aquí, sigo creando”. Pero aparte de eso, no hay mucho más. Los premios ayudan, pero es más importante pensar en tu obra de un modo más amplio y general. ¿Qué quieres hacer con tus libros, hacia dónde te diriges?


¿Dónde se siente más cómodo, en el lenguaje poético o en la prosa? ¿Por qué?

Cómodo, cómodo no me siento en ningún género, porque necesito de esa incomodidad, esa complejidad para conseguir el mejor libro posible. Mis cimientos están en la poesía, eso lo tengo claro, por ahí empecé y es en los versos donde me reencuentro con el asombro de la palabra necesaria; esa que alumbra un espacio que no se puede iluminar de otra manera. Las novelas me sirven para intentar comprender el mundo, los libros de poemas para explicarme a mí.


Cuéntenos con cuál de sus libros se lo ha pasado mejor escribiendo.

Siempre con el último, en este caso “Barro”, un libro de poemas que acaba de salir en la editorial Sonámbulos. Es un libro de luto por la muerte de mi padre, pero también es un libro de amor por todo lo que me legó. Parece paradójico, pero no lo es. Escribiendo Barro he llorado mucho, pero al mismo tiempo lo he pasado muy bien. La poesía te permite ese tipo de imposibles, hablar con los muertos y reencontrarte con tus palabras en sus recuerdos.


¿Cuál es su opinión acerca de las expresiones “literatura escrita por mujeres” o “literatura queer”?

Pues la verdad es que no tengo opinión formada al respecto. Supongo que la “literatura escrita por mujeres” y la “literatura queer” tendrán unas características más o menos significativas que los críticos y sociólogos de la literatura habrán sabido distinguir. De lo único de lo que estoy seguro es de que en ambos nichos literarios habrá libros magníficos que justifiquen esa etiqueta y otros muy mediocres que la desvirtúen. La literatura nutricia (la que más me interesa) florece en todos sitios, más allá del lugar que posteriormente ocupe en los anaqueles de una biblioteca.


¿Cuáles son sus autores favoritos?

Muchos y todavía estoy seguro que me quedan muchos más por descubrir. No sé, voy a decirte nombres a voleo, según me van viniendo: Cervantes, Ana maría Matute, J.M Coetzee, Sor Juana Inés de la Cruz, Antonio Machado, Eugenio de Andrade, Pero Olov Enquist, Álvaro Mutis…


¿Qué opina del mundo de la crítica?

La crítica literaria “profesional” ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y se ha convertido en un oficio casi residual. Internet ha propiciado, entre otras cosas, una explosión de páginas y blogs donde muchos lectores, a título particular, emiten sus opiniones sobre los libros que van leyendo. En ese sentido todo es ahora un poco más complicado, ahora hay que saber discriminar, hacer una labor de búsqueda para quedarte con las voces que te interesan. Antes era más sencillo, te bastaba con leer los tres o cuatro suplementos principales y ya estabas informado. La ampliación del fenómeno crítico ha abierto el panorama. A veces me encuentro blogs desde donde supuesto críticos pontifican sin el más mínimo criterio, pero también grandes lectores “anónimos” que ejercen la crítica con magníficos fundamentos. En fin, que todo se ha vuelto más complejo.


¿Qué opina del mundo editorial?

Pues con el mundo editorial pasa más o menos lo mismo. Las facilidades tecnológicas han propiciado una explosión de nuevas editoriales pequeñas que buscan su hueco. Mientras, los dos grandes bloques del sector (Planeta y Penguin) siguen a los suyo, mantienen sellos tanto generalistas como literarios para abarcar el mayor espectro posible del mercado. Se trata de un mundo muy complejo, donde nunca nada se puede dar por descontado. Yo he visto libros con grandes promociones fracasar y modestas propuestas de sellos independientes arrasar en librerías. Mi opinión es que un autor debería preocuparse por escribir el mejor libro posible porque luego, los caminos de la edición, son imprevisibles. 

 

Gracias por su tiempo y su amabilidad.


SILENCIO, por Aylen Melina Sobrecasas

 



Cuando te encuentro, algo se expande;

y a la vez todo se afina.

Cuando te encuentro, lo sutil abre su cauce

y todo revitaliza.               

Comienzan a acercarse las ideas

y la esencia se aproxima a la apariencia.

Cual si despertase todo allí,

cada vez puedo ir más lejos.

Todo intenta hablarme,

mostrarse en su aquí y ahora.

La música, la música del acontecer

canta sus ecos

y algo me invita a soltar,

para poder habitarte enteramente;

para poder oírte sin interferencias,

llamando al respeto, el coraje y la humildad.

Mas aparecen ansiedades

cual corceles galopantes,

intentando evadirme de vos.

Aparecen las historias repetidas

de la mente y sus circuitos incesantes,

y en un instante te me escapas

llevándote lo verdadero.

Pido perdón. ¡Perdón!

Respiro.

Vuelvo a empezar.

Aquí estoy, te abro mis poros.

Aquí estoy, proyecto mis ojos, mis oídos.

Se siente noble estar aquí;

Es desnudarse estar en ti, dejar de huir;

es desnudarse en lo sagrado

de ser Unidad con lo que existe;

es desnudarse y entender

que no soy más que una gota de agua;

que soy parte, y siempre lo fui .

ESCUCHAR EL SILENCIO, por Yuli Cruz Lezcano.

 



Escuchar el silencio


Por los caminos verdes del futuro,

el silencio me acompaña de tal manera

que no sé que será de él

cuando me muera.

Me falta el claxon, el sobresalto,

el pájaro sembrado en el asfalto,

el gris humo de la ciudad contaminada,

el clima de competición que degrada

todas las formas de pensamiento.

Aquí trato de matar el tiempo

y escribo versos de madrugada.

Quería buscar el silencio lejos

y ahora el silencio y sus reflejos

son una explosión de soledad fecunda

y la tristeza es una plaga que me circunda.

*****

Sandalias calladas


 Estoy pasando una y otra vez

por el mismo camino,

los perfumes de lluvia y flores

nunca son los mismos.

Las cosas pierden

en el mapa

el punto de reunión

y mis sandalias calladas

no dejan huellas,

olvidan todo y caminan

hacia los horizontes de la herida.

Dicen que se aprende de la vida

y yo hecha de días

como un hueso lleno

de resina oscura,

naufraga de aguas impuras,

vivo  en la nostalgia que se despierta.

Con estrépito ruido de la puerta

dejo pasar una gaviota ultrajada

y en los rebaños de la encrucijada

me pierdo en un mar de plumas.

Soy yo, soy otra y ninguna,

a veces demasiado, a veces poco

y a veces de mayor tamaño,

con un pie abajo y otro en el peldaño,

subo con el tiempo

y el tiempo me habla

con la voz atrasada  de mil años.

*****

Llorar, por dentro,

hay sueños que se acaban

en el silencio.

*****

Mar de regresos

 

Mar devuelveme al mar

entre olas y horizontes,

sin usar los deseos del naufragio

quiero usar mi mundo interior que escucha

la isla que se apoya

en océanos manchados de distancias.

Quiero sentir la sal

con su blanco descubierto en la piel,

quiero que ardan los tatuajes dormidos,

mi corazón necesita nuevos latidos,

corrientes de desesperos que me lleven lejos

de este espejo de silencio.

Silencio que regresa objeto animado

como una ración de paz

donde se pudre la palabra.

Yo quiero sentir el mar que habla

con los faros extraviados,

con las conchas rotas,

con los deseos ahogados,

con la guerra de la mente

y con su derrota.

¡Abre tus brazos, mar!

Concédeme un trozo de horizonte

donde guardar las palabras

que me devuelvan al grito

del libro que todavía no he escrito

en este silencio de gaviota callada.

Mar, libérame de esta isla imaginada,

del humano que el silencio encierra.

Yo no soy una criatura de tierra,

soy de tormentas, soy de naufragios.

COTIDIANIDAD, por Isabel Pérez Aranda.

 


Silencio,

silencio es cuánto necesita

este abismo de ruidos dispersos,

esta luz que ciegan la mirada

sobre un cristal salino

que por inercia las aguas digieren.

 

Silencio,

silencio es cuanto necesitan

los miedos del corazón

y que no vuelvan.

 

Silencio,

silencio conecta el instante

y todo lo pensado

no tiene cabida en este ahora,

no pasa nada me digo:

ya lo haré cuando toque. 

 

En esa parte acotada de lo cotidiano

se conquistan todos los silencios,

la lectura roza la exigua felicidad.


El silencio, por Carmen Hernández Montalbán.









 

SILENCIO, por Josefina Martos Peregrín.

 



Alguien reza en la cumbre,

pero la cumbre está a pie de calle

o en el segundo piso de un edificio dormido.

En ese Renault que chirría en la curva,

a la vuelta de la fiesta o del trabajo.

En cualquier parte, a cualquier hora,

alguien reza y no siempre lo sabe.

 

A oscuras las voces llaman, a solas las voces buscan,

un ángel se lame la herida, las rejas se llenan de ojos

y el portón brusco golpea al excluido.

Silencio.

Humanidad sorda. O Dios mudo.

EL SILENCIO, por Isabel Rezmo.

 


El silencio es

 un  libro.

El  silencio teme.

 

Teme  la guerra,

 el futuro imperfecto

 la ultima cosecha, el amor clandestino

de las bodegas,

la canción deprimente;

mi perra dormida en la madrugada.

 

El silencio

 es un  libro.

El  silencio teme.

 

Teme el goteo del agua

sobre las acequias.

 

Teme la soledad de la sombra

por los pinares, mientras la luna

ejerce el mando de la duermevela.

 

El silencio

 es un  libro.

El  silencio teme.

 

 

Teme la codicia de la verja.

La  mirada ufana del pliego vacío.

 

El silencio

 es un  libro.

El  silencio teme.

 

 

Teme suspirar de frente.

PARTE DEL SILENCIO, por María Pizarro.

  


Hay parte de un silencio

reclutado por las batallas perdidas

parecido al engaño.

Revendido en camas sicarias

a cambio de la locura

por los besos que fingen.

 

Hay un largo silencio

que no quereos oír,

como ignoramos las voces

del suicidio, la fragilidad

el desamor y la vejez:

el silencio que mata.

SILENCIO: PARAÍSO E INFIERNO, por Consuelo Jiménez




Tengo frío, la noche conoce la tenebrosa luz 

que se adentra en el negro manto de la duda.

Hay un silencio sepulcral queriéndose hacer poema,

templo de palabras aferradas al letargo.

Hondo fragor que se sabe incógnita entre orillas.

Tengo frío, balbucea el lenguaje en clave de torpeza,

carraspean los muertos. 

Enciendo la lámpara de la mesita,

arremete el desasosiego igual que piedra en la frente,

haciendo del silencio,

un sentir insonoro,

paraíso e infierno, donde pensarse.


                            

Y AQUÍ ESTOY YO y POEMA INSOMNE, por Isabel Bermejo.

 Y AQUÍ ESTOY YO

 


Me adentro en el pasillo de tus ojos

como si fuera un dolmen,

buscando en los ancestros

un trozo de ternura desvalida.

 

Y, en este encuentro a ciegas,

reviso el horizonte,

una voz carcomida por lo oscuro,

una línea plegada en el vacío.

 

Y asusta la oquedad

silenciosa y precisa de tus ojos,

que me convocan siempre a las heridas.

 

Yo nunca sé si el largo recorrido

me llama o me destruye.

Pero tengo brazos de árbol

en las tardes de lluvia,

cuando el amor no llama

y la palabra hiere a los papeles,

sobre la piel sin nombre

y sin tormenta.

 

Y me adelgazo,

gris, como el otoño,

cansada, a veces,

sola, en la desnuda

penumbra del silencio y de la sombra.

 

Y asusta la oquedad

silenciosa y precisa de tus ojos.

 

***

Del poemario «Conjuración de ausencias»



POEMA INSOMNE



 

Duermen las lavadoras,

los trapos, las aceras,

los niños, los lavabos,

las iglesias, los cines,

y las carnicerías,

los bares, las vitrinas,

las tiendas, los cristales,

las nubes, los carteles.

 

Por el ancho silencio

voy mordiendo a bocados

la larga retahíla

de las cosas dormidas.

Con mis párpados cuento

los minutos de sueño

sustraído en despojos

a los restos del día.

 

Quiero dormir, dormir

un sueño de elefante,

de mamut o de oso

que hiberna en su guarida,

para no computar

más horas, más esperas,

 

más mediáticos tronos

de espumas y saliva.

 

El ritmo del poema,

atroz, como la carne,

espasmódico, duro,

aberrante, contable,

tan lleno de estulticia,

tan solo y desvalido,

tan triste y harapiento...

(El amor, ese monstruo...)

 

Mejor, búscame ayer.

Era un tiempo posible.

 

***

Del poemario «Franja de sombra»