A menudo las
fotografías tienen destinatario. Fotografiamos un paisaje o una escena, no por
lo que representa para nosotros sino por lo que pueda significar para algún ser
querido. Tomamos la instantánea con la intención clara de enseñársela a esa
persona. Eso es una fotografía con destinatario. Ese paisaje que de buen agrado
compartiríamos con nuestros amigos, esa escena cotidiana que en el silencio de
la complicidad entenderíamos con un hermano. Un autorretrato con mensaje en la mirada
dedicado a la persona amada. Al igual que esas fotografías, a menudo nuestros
pensamientos los fabricamos con igual intención, los pensamos, no para
nosotros, sino para aquellas personas a las que se los dedicamos. Fotografías
con remitente y destinatario, pensamientos con franqueo y acuse de recibo.
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