Sobre mis
sábanas
el despertar
tardío de las aves
del
invierno, el frío beso
de los
labios proscritos por el tiempo.
Fácilmente
me descubro:
señorita
pálida, ilusoria
de gorrito
en mano y flor disecada
escondida,
apesadumbrada en mi pijama.
…Y no tengo
más de treinta años,
y mi voz de
caverna
apaga un
cigarrillo.
Mis manos se
adormecen sobre el pecho,
senos de
agua que nunca duermen.
forja una
ilusión: no estoy sola.
Que no tan
sola como ave
de paraíso,
como fantasma desnudo,
como muñeca
gris que derrama lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario